El responsable de las Finanzas nacionales, reconoció en Washington que no puede dormir, o le quita el sueño la falta de inversión, especialmente en infraestructura y la ratificación por el Congreso estadounidense del T-MEC. Lo que el titular de la SHCP con ingenuidad acepto´ en la capital política mundial  es digna de mejor causa, dado que es un economista joven,  bien preparado, sincero, honesto, que busca lo mejor para el País.

El margen de maniobra y la instrumentalización de medidas para corregir el rumbo es lo más preocupante, que ya una y otra vez ha sido corregido y desmentido en público por su jefe en perjuicio de la credibilidad que debe tener quien ocupa una cartera responsable de las Finanzas Publicas de un País.

Ante la cruda realidad se ha tenido que reconocer que México, no puede escapar a las tendencias económicas globales y por lo tanto fue arrastrado a una desaceleración que hoy afecta a todas las economías del mundo. Aquí, se advirtió a tiempo y se propusieron medidas contra cíclicas que desaforadamente no fueron escuchadas, se minimizaron o de plano se ignoraron por el vértigo del ejercicio del poder político recién obtenido.

El primer trimestre presentó un fuerte “amarron” y lo resintió la actividad productiva, la recaudación fiscal y desde luego el gasto público, acompañado de una caída de la inversión y del gasto de consumo; ante la falta de apoyo de su jefe, para poder en la marcha realizar ajustes y disminuir el impacto, el primer titular de Hacienda prefirió irse.

Más allá de que diversas decisiones como la cancelación del NACM, combinadas con anuncios de inversión en obras que se perciben como innecesarias,  contribuyeron a crear las condiciones de una “tormenta perfecta” que hoy nos tiene con una perspectiva de crecimiento anual la más optimista del orden del 0.6 por ciento del FMI y de un 0.3 por ciento la realista en virtud del propio desempeño de la economía.

Este año, será imposible revertir la tendencia ya que a nivel global la economía solo crecerá un raquítico 3 por ciento y América Latina en su conjunto un 0.2 por ciento, según estimaciones del mismo FMI.

Las causas internas habrá que buscarlas tanto en el clima de incertidumbre y desconfianzas de los inversionistas, como en la impericia de la nueva conducción que restringió el gasto, disminuyó la inversión física, castigó al sector primario que venía siendo el motor interno del crecimiento, y consecuentemente disminuyó la recaudación fiscal. Y por lo que hace a la gran apuesta de saneamiento y rehabilitación de Pemex requiere de una maduración a largo plazo.

El entorno internacional  con la guerra económica entre Estados Unidos y China, la alta volatilidad en el Medio Oriente, la disputa por el control de los campos de gas y las líneas de distribución hacia Europa en el que nada podemos influir, combinado con la falta de ratificación del nuevo tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, no se avizoran buenos tiempos. Estamos contra la pared, si en este mes no se ratifica el T-MEC, este será rehén del proceso electoral estadounidense.

La estructura del gasto público para el 2020 y el nuevo paquete de medidas fiscales tampoco abonan a una visión optimista. Se vuelve a castigar al sector primario, en especial al agroalimentario olvidando que en buena medida el muy magro, raquítico crecimiento de este año, se deberá a que jalo hacia arriba la economía en su conjunto y las medidas adoptadas no redundaran en la prometida autosuficiencia alimentaria. Se están repitiendo los errores del pasado.

En conclusión, el Secretario Hacienda debe ser acompañado en su insomnio para rediseñar la estrategia económica o sufriremos un grave retroceso generacional en nuestro desarrollo como Nación.