“Cuatro características corresponden al juez:
Escuchar cortésmente, responder sabiamente,
ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.”

Sócrates.

 

Desde la histórica reforma constitucional de diciembre de 1994, donde se decide la nueva conformación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, integrada por 11 ministros, así como los requisitos de designación y tiempo de duración en el cargo; y para ayudar en las tareas administrativas a los juzgadores, con la finalidad de que ellos se dedicaran a juzgar, se creó el Consejo de la Judicatura Federal, no habíamos visto en el mundo judicial una sacudida de tal magnitud. En esa época se redujo la Corte de un plumazo, a la mitad, algunos dicen que esa reforma fue un golpe de Estado al Poder Judicial; con la presión ejercida al Ministro Eduardo Medina Mora para que renunciará a su nombramiento, mismo que fue realizado a principios de 2015, por un período de 15 años, mismo que concluiría en el año 2030, se habla también de otro golpe operado desde el ejecutivo.

La renuncia del Ministro Medina Mora, que no tiene antecedente y que se da en un marco de acusaciones jurídicas y políticas, en medio de un escándalo por supuestos sobornos y depósitos sospechosos en bancos internacionales a sus cuentas, apenas había cumplido cuatro años y medio de su mandato y en una escueta carta de renuncia, dimite a su cargo.

Renunciar al más alto cargo en el Poder Judicial no es algo que suceda, así como así, y esta resulta de lo más extraño e inconveniente en este momento político en México. No estoy defendiendo al Ministro Medina Mora, él tendrá que hacerlo ya que existe una investigación abierta por la Fiscalía General de la República. Estoy diciendo que la renuncia no expresa las causas graves para separarse de su encomienda. La Constitución es muy clara en el artículo 98, mismo que establece:

Las renuncias de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia solamente procederán por causas graves; serán sometidas al Ejecutivo y, si éste las acepta, las enviará para su aprobación al Senado.”

El Presidente de la República aceptó la renuncia de manera inmediata y la turno al Senado, quien de manera expedita –como pocas veces actúa– la aprobó, abriendo el procedimiento para que se presente una nueva terna y se elija un nuevo ministro, hombre o mujer. Por el tiempo que faltaba para concluir el período de Medina Mora, este gobierno se sacó la lotería sin comprar billete, pues ahora podrá tener un ministro más apoyando la causa de la mal llamada cuarta transformación. Ya vieron la oportunidad y no la van a dejar pasar, van a imponer a un ministro a modo, aunque con esa decisión echen por la borda los pesos y contrapesos de una, cada vez más desdibujada, separación de poderes. Una Corte sometida al ejecutivo y no a la justicia, es un peligro para México.

@perezcuevasmx

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