Todos los males de la democracia pueden curarse con más democracia
Alfred Emanuel Smith.
Somos una generación de mexicanos que estamos viviendo un cambio de época, en el que casi todo está por reescribirse, repensarse y adecuarse. Me refiero a los modelos políticos, económicos, sociales y culturales que hoy dejan mucho que desear o no generan las respuestas que la sociedad necesita y espera.
Ante ese cambio de época y la falta de certezas, el miedo y la desesperación surgen a gran escala. La desconfianza, el recelo y la inseguridad crecen en ese panorama adverso. Grandes crisis, generan grandes soluciones o grandes problemas, depende la óptica y la resolución que se tome para afrontarlas.
Es decir, una crisis puede ser detonante de solución y desarrollo o de hundimiento y retroceso. El mismo fenómeno con distintos resultados dependiendo de las decisiones que se tomen en sus posibles soluciones.
Riesgos siempre van a existir, pero cuando la ruta es clara y precisa en torno a la naturaleza y esencia de las instituciones y sus quehaceres los resultados serán positivos, pero en tanto se alejen de su razón de ser los problemas serán cada vez más graves.
En México estamos sufriendo diversas y distintas crisis, graves problemas internos y externos. Dos de los más graves problemas internos que generan consecuencias externas son: la inseguridad y el nulo crecimiento económico. Inseguridad pública que ha permeado como la humedad y ha generado daños en todos los niveles y sectores sociales, políticos y económicos.
Los indicadores de la delincuencia organizada, el narcotráfico , el secuestro y los delitos comunes de robo, extorsión u homicidios, se han disparado y con ellos el Estado de Derecho cada vez se encuentra más afectado.
Por otro lado, la falta de crecimiento económico genera parálisis y contracción de la economía. La falta de inversión genera deterioro de la infraestructura, los programas asistencialistas de dar dinero en mano son muy bien recibidos por los beneficiarios pero los convierte en carne de cañón, fácilmente manipulables por quienes terminan convirtiéndose en capataces o patrones.
Estos dos problemas de consecuencias gravísimas generan a su vez otros más delicados o como sucede en nuestra realidad mexicana, permiten ser cortinas de humo para que otros intereses nefastos de control político y de atentados contra la democracia se gesten.
En la grave crisis económica y de inseguridad, este gobierno ha logrado quebrarle el espinazo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien cada vez se ve más alineada a la cuarta transformación. El legislativo de suyo se sabe que está para cumplir los caprichos del presidente a costa de lo que sea, aún torciendo la ley o robando votos como sucedió en el Senado con la elección de la titular de Derechos Humanos del país.
O con la iniciativa para reducir el periodo del cargo del presidente del INE para controlar políticamente las elecciones, como antaño.
La suma del daño a las instituciones mexicanas y a su democracia, en 11 meses y medio de gobierno se traducen en crónica de una muerte anunciada.
@perezcuevasmx
perezcuevasmx@gmail.com