Entrevista con Carlos Marín, periodista

 

Varias han sido las frases que desde las conferencia mañaneras ha lanzado el presidente López Obrador en contra de la prensa. Pese a que el pasado 6 de noviembre aseguró que no ha utilizado un lenguaje que estigmatice a los periodistas, expresiones como “se les quitó el bozal”, “prensa fifi”, incluso la caracterización de que los representantes de los medios informativos no son enemigos, “sino adversarios”, dan cuenta de la manera en que el actual mandatario concibe a la prensa como un sector en contra del que debe luchar.

Es en este contexto –dado en la semana del 4 al 8 de noviembre–, que también se presentó un informe en la conferencia mañanera que detalla la forma en que cuentas de redes sociales han atacado al presidente, lo que dio lugar a etiquetas –o hashtags– como #PrensaSicaria, #PrensaProstituta, entre otros, que muestran la manera en que se ha establecido una lucha entre el titular del ejecutivo federal y un sector de los medios informativos.

Para Emmanuel Colombié, representante de Reporteros sin Fronteras, “preocupa el intento de camuflar como derecho de réplica el agravio y la descalificación en lugar de abonar a un debate abierto y plural”.

Reporteros sin Frontera, así como la asesora en materia de prensa de la UNESCO, la española Silvia Chocarro, se encuentran en México desde el pasado 2 de noviembre en una misión especial que busca establecer en una agenda gubernamental la crisis de libertad de expresión y disminuir la impunidad en los crímenes contra periodistas.

Desde luego que al preguntar en la conferencia mañanera si el presidente López Obrador dejaría de estigmatizar a la prensa, Silvia Chocarro recibió insultos de usuarios de redes sociales que defienden a la 4T.

 

De acuerdo a un reporte de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), “de diciembre a la fecha el presidente ha atacado en al menos 30 ocasiones de manera directa a la prensa durante las conferencias mañaneras con frases como ‘le muerden la mano a quien les quitó el bozal’,  luego de ser cuestionado sobre el operativo en Culiacán el pasado 17 de octubre”.

La expresión más reciente en este sentido del presidente, es la que apunta a que la prensa no es su enemiga, sino un adversario más.

 

 

No soy adversario

Para Carlos Marín, columnista en Milenio Diario, las palabras de López Obrador representan algo que no debe preocupar al gremio periodístico, sino ocuparlo para aprovechar toda la coyuntura que surge desde Palacio Nacional.

Eso sí, dejando en claro que los periodistas no son adversarios del actual gobierno, aunque sí un contrapeso.

“No se si sea el único contrapeso, creo que por fortuna existen instituciones que al parecer no son del agrado de la actual administración federal, pero pienso en el Instituto Nacional Electoral, pienso en lo que en lo que puede salvarse del Poder Judicial, inclusive el Congreso y están las organizaciones sociales que también no son del afecto de la cuarta transformación; creo que este día que es miércoles (6 de noviembre) se ha llegado a un extremo que debiera no preocuparnos sino ocuparnos, porque el presidente de la república dice que los periodistas no somos sus enemigos –son sus palabras– sino sus adversarios y el subsecretario de Gobernación, Ricardo Peralta dijo antier (4 de noviembre) que la información hiriente –e hiriente entre comillas– debiera considerarse constitutiva del delito de terrorismo y hoy en una reunión con la Cámara de Radio y Televisión llegó a hablar de que los medios tenemos o se debe aplicar una especie de auto auditoría, es decir, son expresiones de una intolerancia que los periodistas no debemos permitir y que simplemente no nos debe importar, nos debe ocupar para hacer nuestro trabajo”.

 

Carlos Marín, periodista

 

Consultado en entrevista con este medio, quien fuera uno de los fundadores del semanario Proceso precisó que no trabaja de opositor.

“No trabajo de opositor, ni de enemigo del gobierno ni de nadie, mi trabajo es ser periodista y el periodista no requiere de adjetivos, no existen para mí periodistas valientes, honestos o periodistas patriotas, simplemente los periodistas nos dedicamos a trabajar la información que consideramos de interés público y no nos debe importar cómo se nos califica; ahora adicionalmente, creo que estos once meses y de hecho desde la elección del año pasado, la elección presidencial, los periodistas nos hemos topado con una mina de diamantes, de oro o de platino o de pues no se qué, por qué es tan evidente la impericia, la ignorancia y la bravuconería y actitud pendenciera de los personajes prominentes del gobierno federal, que todos los días tenemos elementos para incentivar nuestro gusto por el periodismo, todos los días hay nota y hay notas que vale la pena ahondar en ellas y seguir reporteando. Todos los días como que se nos regala, como que hubiera caído del cielo, es un gran momento para el oficio y ejercicio del periodismo”.

Y acerca de lo depara el futuro en el actual escenario de la 4T para los medios, cosideró que será un asunto de sobrevivencia.

“Creo que sobrevivirán los medios periodísticos que estén mejor avalados o calificados y los que no, pues como ocurre en la naturaleza, simplemente se extinguirán, pero eso está más allá de tu voluntad o de la mía”.

 

¿Se esconde algo?

Una conducta a la que se le ha dado poca atención, tiene que ver con la manera en que este tipo de enfrentamientos se dan en el momento en que algún tema negativo para López Obrador surge en el escenario político.

Las críticas en contra de la prensa han sido recurrentes en este contexto, como sucedió luego de los hechos que se presentaron en Culiacán.

Algunos columnistas –varios de los cuales han sido señalados por el propio presidente en su mañanera–, han empezado a señalar esta tendencia.

“Los esfuerzos del Presidente y su equipo de propaganda por desviar la corriente de opinión pública, demuestra que para López Obrador es más barato asumir el costo a su capital político y el deterioro acelerado de la imagen de los titulares del Ejército y la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, que es enorme, a que se descubran las razones de su pax narca. Todos los distractores, sin embargo, pasarán, y quedará vigente la pregunta clave: qué descubrió Culiacán el 17 de octubre que tanto quiere esconder”, escribió Raymundo Rivapalacio.

“Ha tratado de sacudirse el acoso de la realidad. Tras el fracaso de Culiacán, ha intentado pelearse con la prensa, advertir vagamente sobre un supuesto golpe de Estado y denunciar una guerra ‘patito’ de bots que lo atacan. Parecía que lo lograba, hasta que se le estrelló la realidad de la tragedia LeBarón. Así que ayer volvió a tratar de provocar a los periodistas críticos, ya sin éxito. Al mago le descubrieron el truco”, sintetizó Carlos Loret de Mola.

 

 

“Hubo dos consecuencias relacionadas con el fallido operativo de Culiacán detrás del alterado estado de ánimo presidencial. La primera fue el fuerte impacto que causaron en el presidente las duras críticas a la actuación de su gobierno por parte de la opinión pública nacional e internacional, y particularmente el manejo informativo de los medios de comunicación en ese suceso que, en el juicio particular de López Obrador, fue excesivamente crítico despiadado. ‘Se nos fueron con todo’, se ha quejado insistentemente el mandatario. La segunda consecuencia, que es la que más explica la aparición del fantasma ‘golpista’ en el discurso presidencial, tiene que ver con el malestar y la indignación que causó en las Fuerzas Armadas el maltrato y el desprestigio de que fueron objeto por las decisiones civiles tomadas aquel 17 de octubre en la capital de Sinaloa”, detalló Salvador García Soto.

“En lo nacional, los medios le dieron más importancia al fracaso en el operativo de Culiacán por la sencilla razón de que tuvieron todas las mañanas al presidente de la república dando explicaciones y centrando en su figura el debate sobre la fallida captura de Ovidio Guzmán López para entregarlo a los EE. UU. por una orden de extradición. El presidente López Obrador convirtió el salón Tesorería de Palacio Nacional –miércoles 30 y jueves 31 de octubre y viernes 1 de noviembre– en un espacio de confrontación con la prensa por el tono de las preguntas y de las respuestas. En este contexto, el señalamiento del ‘golpe de Estado’ el sábado 2 de noviembre buscó romper el cerco presidencial escalando una interpretación subversiva a las críticas al gobierno lopezobradorista”, remató Carlos Ramírez.

Así, se explica la virulencia del presidente ante una prensa que –ahora se empieza a entender– es vista como un adversario.

 

@AReyesVigueras