Ensayo de un crimen (México, 1955).
Argumento y Guión: Luis Buñuel y Eduardo Ugarte, sobre novela homónima de Rodolfo Usigli.
Interesante e insólito retrato de un asesino impune, Un burgués ocioso y elegante que sólo tiene que desear la muerte de varias mujeres para que se produzcan, con la sola ayuda simbólica de una cajita de música. Hay ricos detalles y tramas accesorias. Como la pareja formada por Rita Macedo y Linares Rivas. Resultan inolvidables las escenas recargadas de un poético erotismo: la que muestra a Leonor Llausás muerta de un tiro y provocando con sus piernas al descubierto una identificación entre muerte y lascivia que perseguirá a Archibaldo (Ernesto Alonso), o el desmembramiento y cremación de un maniquí, réplica de Miroslava (fue el último papel de la hermosa actriz checa, que se suicidaría, después de interpretarlo.
La muerte en este jardín (México-Francia, 1956).
Argumento y Guión: Luis Buñuel, Raymond Queneau y Luis Alcoriza, sobre la novela de José André Lacour.
Un país latinoamericano imaginario, dominado por una tiranía. Algunos personajes significativos terminan pedidos en la selva. Destacan una prostituta y un cura, interpretados por Simone Signoret y Michel Piccoli, dos excelentes actores franceses. A pesar de que se tratan varios temas caros a Buñuel: la rebeldía y el de la solidaridad, y a pesar de que contiene buenos detalles y escenas logradas, no es una de las mejores películas del realizador.
Nazarín (México, 1958).
Argumento y Guión: Luis Buñuel y Julio Alejandro, sobre la novela Homónima de Benito Pérez Galdós.
A principios de siglo, un cura, que vive en la más extrema pobreza caritativa, se ve obligado a llevar una vida errabunda por el campo, donde tropieza a cada rato con situaciones paradójicas, cuando espera devoción, encuentra superstición, cuando quiere ganarse modestamente unos centavos, provoca un conflicto laboral: etcétera. La historia, de una ambigüedad enormemente significativa, fue tomada por Buñuel de Galdós y trasplantada al medio mexicano. La cinta, de una gran riqueza visual y conceptual, desconcertó y entusiasmó al mismo tiempo, pero es una expresión muy cabal del gran estilo buñueliano. Puede verse en ella una paráfrasis de la Pasión cristiana.

Los ambiciosos (México-Francia, 1959).
Argumento y Guión: Luis Buñuel, Luis Alcoriza, Louis Sapin, Charles Dorat y Henri Castillou, sobre su novela homónima.
Un país latinoamericano imaginario, gobernado por un tirano. Una serie de conflictos sociales y de conciencia enmarcan la relación amorosa entre un idealista y la esposa del gobernador de un penal lleno de presos políticos. Pese a lo noble del tema, lo fuerte de las situaciones, lo prestigioso del reparto, los cuidados de Buñuel y la fotografía de Gabriel Figueroa, no puede decirse que la cinta sea una de las mejores de su gran realizador.
La joven (México-Estados Unidos, 1960).
Argumento y Guión: Luis Buñuel y H. B. Addis (Hugo Butler, sobre cuento de Peter Mathiesen, “Travelling man”.
El argumento reúne en una pequeña isla solitaria del sur de Estados Unidos, convertida en un coto de caza, a un guardia racista, una chica de 14 años por él adoptada, un negro jazzista prófugo, un botero también racista y un pastor protestante. Con esos personajes, Buñuel ilustra un muy interesante y dramático (a momentos gracioso, incluso) estudio de los prejuicios y compulsiones violentas de toda una sociedad, aparte de encontrar en la joven del título motivos para el despliegue poético del erotismo. La película puede desconcertar en un principio y parecer menor en la obra de Buñuel, pero acaba dejando en la sensibilidad y en la memoria una huella profunda.

Viridiana (México-España, 1961).
Argumento y Guión: Luis Buñuel y Julio Alejandro.
Al cabo de 25 años de ausencia, Buñuel volvió a España, para realizar esta obra maestra. Viridiana (Silvia Pinal) es una novicia que llega a la hacienda de su tío don Jaime (Fernando Rey) y se ve envuelta en el mundo, para ella, desconcertante, de los deseos y apetencias terrenales. O sea, el mundo contradictorio, ambiguo y poético de Buñuel, quien alcanza un punto culminante de su obra con la espeluznante secuencia de la orgía de los mendigos. Ahí se continúa una gran tradición española de picaresca y realismo que dio al mundo grandes escritores y pintores desde el siglo XVI. Hoy, la película sigue asombrando y maravillando a quienes la ven en funciones de cineclub o por otros medios.
El ángel exterminador (México, 1962).
Argumento y Guión: Luis Buñuel y Luis Alcoriza.
En la mansión de un matrimonio rico se reúne un grupo de invitados; al cabo de un tiempo, todos comprueban que algo misterioso, irracional, les impide salir de la pieza en que están; pasan los días y sus sufrimientos se suceden, hasta que una combinación misteriosa de circunstancias originales les permite salir. Buñuel no pretende simbolizar nada con ello, pero si expresar el mundo cerrado en el que se producen deseos, afectos, pasiones o sueños, a la vez que altos vuelos de humor y poesía. No sólo es necesario acudir a las fuentes surrealistas para entender el sentido de la película, sino al estudio del mundo muy propio y original del mismo Buñuel. Sin embargo, si se despreocupa usted por encontrar un sentido racional en todo lo que ve, puede también quedar fascinado por la enorme fuerza sugerente de las imágenes y las situaciones.
Simón del desierto (México, 1964).
Argumento y Guión: Luis Buñuel y Julio Alejandro.
Buñuel se inspiró ahora en la historia de un asceta de la Siria del siglo V, Simeón el Estilita, que se pasó muchos años trepado solo en una columna para acceder a Dios. La réplica de ese personaje es en la cinta el interpretado por Claudio Brook. El tal Simón, milagroso e intransigente, resulta a la vez un tipo grotesco, patético, conmovedor y chistoso, con lo que Buñuel ilustra una vez más la naturaleza ambigua de su cine. Silvia Pinal interpreta la Diablo, quien trata de tener con varios disfraces y artimañas (la actriz aparece desnuda en una escena) al anacoreta y acaba viajando con él en jet a la Nueva York actual. La película, pese a contener múltiples riquezas buñuelianas, acusa demasiado las pobrezas de producción; no deja de ser por ello interesantísima.


