La navidad es como todos saben la fiesta más conocida e importante de muchos países, y corresponde al calendario Gregoriano por lo cual otras Iglesias cristianas ortodoxas lo celebran el 7 de enero de conformidad con el calendario juliano. En los orígenes lo que se celebraba en la antigüedad era el solsticio de invierno y por ende estaba ligado con los dioses ligados al sol, como por ejemplo Apolo en Roma y en Grecia Helios o Mitra en Persia. Posteriormente la iglesia cristiana lo vinculó con el nacimiento de Cristo, fecha que no está explicita ni en el antiguo, ni en el nuevo testamento.
El caso es que tanto en países cristianos, como no cristianos, se celebra con diversas modalidades como en los países nórdicos o anglosajones o con prácticas de sincretismo en muchos países, se podría decir que en casi todo el mundo. Y algunas costumbres como Santa Claus o Papa Noel o San Nicolás que reparte juguetes es también ya una práctica casi universal. Aunque también perdura la celebración de los Tres Reyes magos, que vinieron a visitar al niño dios, siguiendo la estrella de Oriente para ofrendarle oro, incienso y mirra.
Está muy linda tradición, por lo menos en la Ciudad de México, se mantiene y no se ve a corto plazo que pueda ser desplazada por ningún Santa Claus. Los capitalinos inyectan ese día vitalidad a la ciudad, y salen a comprar juguetes, sin importarles inflación, endeudarse o empeñar algunos bienes y los niños esperan con ansias, que lleguen los Reyes Magos.
Mi intención, desde luego, no es echar a perder la fiesta, pero verdaderamente tendremos los mexicanos una feliz navidad y un buen fin de año. ¿El año que está por concluir puede genuinamente celebrarse? La violencia imparable, será el año más violenta de los últimos quince. Sin crecimiento económico. Con verdadero arrepentimiento de haber votado con las tripas por el hartazgo social y el cielo prometido por Morena de cambiar las cosas. La verdad es que llegamos divididos, con mucho enojo. Las familias mismas están enconadas entre quienes siguen confiando en un cambio verdadero y quienes se han desilusionado. Los más viejos, ven un regreso. Una regresión a tiempos del nacionalismo revolucionario, sobre todo a esa etapa de crecimiento del aparato estatal, y.de la administración de la abundancia.
¿Podremos celebrar la navidad-espiritualidad aparte-con la mesa sino llena o abundante con decoro? Por la transculturización habrá en la mesa de los mexicanos promedio, pavo y bacalao. Algunos tendrán romeritos, ensalada de manzana, pierna mechada y demás viandas, como acostumbra. Es cierto que las cifras oficiales de inflación, solo arrojan un 3 por ciento, pero el desempleo abierto, está muy alto. Ojala que todos los mexicanos sin excepción, hasta el que solo puede comprar un pollo a la leña, al carbón o rostizados, puedan celebrar la navidad.
O en el México, tan distinto por regiones, la mesa se llene chile –atole, los atoles de guayaba y en todas sus variedades. Que en el Sureste, tengan sus camarones al ajillo o al coco; mojarras fritas; empanadas con azúcar; carne salada con chaya; puerco con hojas de yagua, tamales de frijol negro con hoja santa o ya de perdis un peje lagarto.
En otras latitudes un lomo de cerdo relleno de dátiles, o un lechón. En fin en especialidades gastronómicas en México, no paramos. El problema es cuantos mexicanos tendrán una celebración digna y podrán darles un poco de felicidad a sus hijos conviviendo y compartiendo con ellos. En muchos hogares habrá austeridad por haberse quedado sin empleo por decisiones erráticas de política económica y son los intangibles del encono social que no se valoran.
Y termino desando a todos los mexicanos de buena voluntad: Una Feliz Navidad.