En la conferencia mañanera del martes pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador proyectaba un semblante de amplia satisfacción.

¿Sería que antes de las 7:00 hrs., cuando inician las ya muy populares “mañaneras”, el presidente de México ya estaba informado de la inminente captura de Genaro García Luna en Texas?

O tal vez, el presidente estaba lleno de felicidad por que el T-MEC se firmaría unas horas después, con la asistencia de muy altos funcionarios de los gobiernos de Canadá y Estados Unidos.

La lectura trascendente de la sensación de bienestar en el semblante del político de Macuspana, sin duda radica en que ya es notorio que puede estar llevando una agenda secreta con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

En política nada es casual.

En menos de una semana han visitado nuestro país personajes del perfil del Fiscal estadounidense William Barr, y ahora los negociadores que mandó Trump a dar los toques finales al T-MEC, tratado trilateral que los agoreros del desastre anunciaban que sería hasta el próximo 2020 cuando se signaría.

Pues AMLO ganó la partida. El T-MEC se firmó este año y en México.

Y la captura de Genaro García Luna es un mensaje de AMLO para políticos impresentables como Felipe Calderón y el exministro Eduardo Medina Mora, quien fuera un procurador del mencionado Calderón, un funcionario que primero le reportaba el informe de seguridad nacional a Carlos Salinas de Gortari que al inquilino de Los Pinos, (Salinas el jefe de la mafia en el poder para AMLO), por lo que la captura del ex secretario de seguridad fue políticamente una carambola de tres bandas.

AMLO hasta el momento de redactar estas notas no ha comentado absolutamente nada de la captura de García Luna. En cambio Felipe Calderón, con un gran síndrome de culpabilidad a cuestas, se apresuró a decir que esperaba a que se oficializarán las razones de la detención de su hombre de confianza para declarar al respecto.

Pero, precautoriamente, aseguró que siempre respetaría los dictados de la Ley.

Felipe Calderón, Eduardo Medina Mora y Genaro García Luna son personajes ligados por el hilo conductor más indisoluble que existe en la función pública mexicana: la complicidad.

Pronto las autoridades judiciales de Estados Unidos interrogarán a García Luna muy a fondo. Pesan sobre él acusaciones de ligas con el crimen organizado que pueden llevarlo desde una condena de 10 años de prisión, hasta la cadena perpetua, o algo muy parecido a lo que compurga en el Alcatraz de las montañas rocosas en Colorado, Joaquín El Chapo Guzmán.

Y en esos interrogatorios tal vez salgan a la luz nombres que causaran escozor a panistas ligados a Vicente Fox, Santiago Creel o Marko Cortés, quien por cierto en las últimas semanas cabildeaba para que Calderón regresará como militante activo de los azules.

Sin duda que por la firma del T-MEC y la captura de García Luna, con todas las implicaciones políticas que conlleva, AMLO es ciertamente hoy por hoy, un hombre feliz, feliz, feliz.

Con la captura de Genaro García Luna en Texas, quien debe estar muy preocupado es Medina Mora, ya que juntos formaron el dúo más poderoso del sexenio calderonista.