“Educar a un hombre…
es como encender un fuego”
Aristófanes
El 2 de diciembre de 1919, en un México convulsionado por las luchas caudillistas en contra del autoritarismo carrancista que recién se había cobrado en Chihuahua la vida del General Felipe Ángeles, nace en la lejana población de San Juan Cacahuatepec, Oaxaca, el compositor y cantante Álvaro Carrillo Alarcón, cuyas más importantes composiciones e interpretaciones forman parte de nuestra gran riqueza musical.
Hijo de un trompetista y director de la orquesta local, de niño recibe los conocimientos musicales de su padre, y a la muerte de éste no sólo es acogido por su viuda, Teodora Alarcón, sino adoptado y encaminado a estudiar en San Pedro Amuzgos, lo que le permite conocer las “chilenas”, los boleros y los sones de la Tierra Caliente oaxaqueña.
Sus excelentes notas estudiantiles le abren la puerta de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, en Ayotzinapa, Guerrero, centro de estudios en el que vive una juventud inmersa en la educación socialista de la época y donde descollará como líder estudiantil.
A esta época corresponden sus primeras composiciones, Celia y La amuzgueña, profundos sentimientos pergeñados a sus primeros amores adolescentes por los que años más tarde se autodefiniría como “ave de paso” y mariposa de mil flores” en su famosísima obra El Andariego, finísima pieza musical en la que ya se expresa esa perfección lírica y poética que hacen de Álvaro Carrillo uno de los máximos exponentes de nuestra música romántica.
De la histórica Normal de Ayotzinapa en 1945 salió rumbo a la Escuela de Agricultura de Chapingo, a efecto de graduarse como ingeniero agrónomo; para luego ser reclutado por la Comisión Nacional del Maíz, ubicada en la capital del país.
La vida en la urbe pronto le otorga la oportunidad de insertarse en la “bohemia” que se vivía en torno a las calles circundantes a las principales estaciones de radio: “La B Grande de México”, XEW, “La voz de la América Latina desde México” por mencionar sólo a las más relevantes.
Ese ambiente le permite conocer al trovador Carlos Madrigal, quien convenció a los integrantes del Trio Los Duendes para que grabaran su primer gran éxito: Amor Mío, canción que lo convierte en uno de los compositores preferidos de México, lo que le brinda la oportunidad de emanciparse de la burocracia para dedicarse a la música de tiempo completo.
De su inspiración surgieron temas fundamentales para la educación romántica de nuestra sociedad; así lo testimonian sonados éxitos como Un poco más, La puerta se cerró detrás de ti, Seguiré mi viaje, El andariego y otros muchos que destilan su amor por la Patria Chica y por las mujeres.
Un trágico accidente automovilístico acabó con su vida y la de su esposa, Ana María Incháustegui; más a pesar de su deseo de que ahí junto a su cruz sólo quería paz, el recuerdo de sus composiciones hoy lo confirman como el gran pedagogo del sentimiento romántico de México, pues como afirmara el dramaturgo griego: con la educación de sus canciones, él supo encender el fuego de los hombres y las mujeres de su país.