Hay una vieja parábola, trata sobre un rey que pide a seis ciegos palpar un elefante y posteriormente describirlo. Cada uno de los ciegos da sus impresiones, el que tocó su cabeza lo describe como una gran vasija, el que tocó su oreja lo compara con una cesta de trillar, el que tocó su colmillo lo compara con una reja de arado y así sucesivamente. Todo se vuelve una gran discusión y los hombres son incapaces de ponerse de acuerdo.

Esta parábola nos muestra que la realidad tiene siempre diferentes puntos de vista y que sólo quien hace una observación profunda y holística tiene una mejor aproximación a ella; es decir, el desarrollo humano es multifactorial y se deben considerar todos los aspectos salud, educación, trabajo, vivienda, por lo que se deben abordar todos para alcanzarlo y, con ello, tener el buscado bienestar.

El bienestar, un vocablo de moda, está asociado a diferentes variables, tales como crecimiento económico, distribución del ingreso, calidad del empleo, acceso a servicios públicos, seguridad, justicia, entre varios más. El bienestar no debe ser excluyente, por el contrario, refiere a toda la población, en todos los estratos sociales y económicos.

Si bien en los últimos meses ha quedado de manifiesto que las variables arriba descritas han tenido una baja dinámica y resultados moderados, en este caso queremos referirnos a uno de los temas más sensible para la población: el empleo.

Según datos de INEGI, a través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en septiembre se registró una tasa de desempleo del orden de 3.74 por ciento, la más alta desde el tercer trimestre de 2016, pero lo más importante es la tendencia a la alza que muestra este indicador de manera consistente desde el primer trimestre del 2018. Esto significa que en el trimestre que va de julio a septiembre de 2019 (último dato  disponible), 2.1 millones de personas no trabajaron siquiera una hora durante la semana de referencia de la encuesta, pero manifestaron su disposición para hacerlo e hicieron alguna actividad por obtener empleo.

Esta misma fuente señala que la población ocupada de manera informal es de 31.2 millones de personas, considerando en esta cifra a todos aquellos que tienen un trabajo doméstico remunerado de los hogares, trabajo agropecuario no protegido y aquellos que se desempeñan en unidades económicas formales y lo hacen en modalidades fuera de la seguridad social.

Asociado a lo anterior, hay varias consideraciones que deben hacerse en el análisis, observamos a 2019 como un año con una baja generación de empleos, menos de 650 mil entre enero y octubre, según datos del IMSS, la generación más baja de desde 2014.

El bienestar no solo se relaciona con el hecho de contar con un empleo sino también con el tipo de éste y la remuneración. La misma ENOE identifica poco más de 38.5 millones de personas (70 por ciento de la población ocupada) que perciben menos de tres salarios mínimos, esto es menos de 9 mil 400 pesos mensuales. Según datos de CONEVAL, el valor de la canasta alimentaria más no alimentaria (que incluye alimentos y gastos en transporte público, limpieza y pago de servicios) es del orden de 3 mil 111.36 pesos por persona. Si consideramos un hogar de 4 integrantes en promedio y un solo empleado, sencillamente el ingreso no alcanza para cubrir con las necesidades básicas.

Es sumamente importante que a la brevedad la política social se fundamente en el empleo digno y bien remunerado; para ello, sin ninguna duda, la comunidad empresarial es el principal as del gobierno.