Los saldos del primer año del nuevo gobierno resultan poco alentadores. Es seguro que por tal motivo vivamos un nuevo episodio binario en que los partidarios de la “cuatro te” canten las loas y se comporten como jauría hambrienta de hienas en contra de quienes, algunos con argumentos racionales, otros no se atrevan a discrepar.
El tema central, el punto toral, neural no es el desempeño del nuevo gobierno. Lo que debiera alertar a todos los mexicanos, es el huevo de la dictadura que se incuba y de no detenerse a tiempo nos arrojara a las fauces brutales de un régimen autoritario y persecutor de quienes disientan. La alerta de nuestra directora, Beatriz Pagés Llergo, en días pasados, fue muy clara, quieren acabar con la libertad, con la democracia, con la libre expresión de las ideas. Heredera de una estirpe heroica del periodismo crítico, alertó en contra de la instauración de un poder policiaco y autoritario. Quienes hoy se regocijan no por el veto, sino de ver proscrita a nuestra mítica y legendaria Revista Siempre, como lo expresó, debieran preocuparse, porque a cada quien le llegará su turno y nadie dirá nada.
Este año hemos visto, el insaciable apetito de poder del “Saturno, que engulle las instituciones democráticas” conquistado el poder legislativo, utilizando las viejas prácticas del partido casi único; al igual que el judicial, con similares “usos y costumbres” y, contando con la abyección de algunos de sus integrantes; el de otros organismos autónomos, incluida la CNDH patrimonio del pueblo mexicano cuya autonomía nos costó mucho trabajo y sufrimiento y la vida de seres queridos.
La concentración y centralización del poder, no significa resolver los problemas. Tampoco, polarizar, dividir, enconar, injuriar y satanizar a quienes tienen opiniones diferentes o de matiz. La división articulada de los mexicanos que se impulsa desde el poder, en su momento, les cobrara el precio. No se puede ahondar la ruptura del tejido social, sin consecuencia. Estamos presenciando en Europa y en Latino América, como se incendian las sociedades de diversas naciones en buena medida por la división social. Lo que está en juego, no es menor, es ni más ni menos que el futuro de México y su régimen de derechos y libertad.
Por otra parte, este primer año, termina con un gran débito. El nulo crecimiento económico. La discusión respecto de si atravesamos técnicamente una recesión por un decrecimiento tres trimestres seguidos, el último del pasado gobierno y el primer semestre del año en curso, es una discusión bizantina. Como lo es las cifras de los dos últimos trimestres; el primero de los cuales, sin consolidar aun, arroja un crecimiento del orden del 0.1, que es nada. Un escenario optimista será que al final crezcamos 0.2 en 2019. En conclusión terminamos el primer año de gobierno, con la economía estancada y pronta a la recesión.
El subejercicio del gasto, la falta de inversión fija, la lentitud de la captación fiscal y por lo tanto el lento fluir del gasto, pero sobre toda, no adoptar oportunamente políticas contra cíclicas nos costara caro. El cacareado gasto social, no se reflejó en el consumo, ni tampoco las bajas en las tasas de interés.
El otro gran rubro con debito incuestionable, es la Seguridad Publica, y su militarización como Guardia Nacional. No termina de nacer y volverse operativa, pero sobre todo, a contra pelo de lo que se informa, los muertos siguen acumulándose y rompiendo records, lo que indica que algo está fallando.
En resumen, la crispación social aumenta. El descontento se propaga y la respuesta es echar gasolina al fuego, atizando la división entre los mexicanos. Muchas voces serenas y reflexivas se hacen escuchar, pero no hay peor sordo que el que no quiere oír. Sera porque su proyecto es instaurar una dictadura. La historia nos lo dirá.