Una vez que han cesado  los fuegos de artificio por un lado y la estridencia de las voces opositoras por la otra, resulta pertinente revisar algunos de los temas que enconan el debate en el Ágora Nacional. Los temas económicos con el nulo crecimiento del PIB y el tema siempre presente de la falta de Seguridad Publica, han sido abordados ad nauseam, razón por la cual los soslayaremos en estas apretadas líneas.

Y esta revisión deviene de la propia decisión de volver cada efeméride, un acto de informe y propaganda para inocular entre los seguidores y simpatizantes de la cuatroté, la certeza de que las cosas van bien, a contrapelo de lo que cada vez más percibe una franja social cada vez aumenta y que alimenta su descontento básicamente por la inseguridad que no pude maquillarse y, menos ocultarse.

El cambio, transformación o regresión que para muchos es una reversión al nacionalismo revolucionario, está implicando el abandono de la atención de las demandas colectivas, la justicia social o el bien común, por la adopción de reparto individualizado a todas luces populistas y para muchos electorero.

En sustitución de  Políticas Públicas en  materia educativa, para expandir la oferta educativa, optimizar su calidad, introducir las nuevas tecnologías rehabilitar planteles, entre otros muchos temas, hoy se sustituye por el reparto de becas, sin ton, ni son, sin filtros de control y desde luego sin indicadores de medición para evaluar los resultados. En paralelo, se reducen drásticamente las asignaciones presupuestales a las universidades, usando como pretexto los presuntos malos manejos administrativos.

Y que no quede duda, los universitarios todos, queremos y propugnamos que en aquellos casos donde hubiese habido corrupción  se castigue a los responsables, se les meta a la cárcel y se recuperen los bienes malversados; pero también todos pedimos que no se estigmatice a los universitarios, como si todos fuésemos unos trúhanes.

En materia de salud, es igual. Se abandona la atención colectiva, un derecho de clase social, y se pretende sustituirlo por un reparto individualizado de carácter populista. El momentum era preciso: consolidar un sistema de salud pública homogéneo, pero otra vez, se impuso el prejuicio, el juicio condenatorio a priori.  Dicen: Todo estaba mal, todo era corrupción. Se desarticuló el Seguro Popular y se creó un Instituto-membrete, que al parecer en el mejor de los casos, hará lo mismo.

La historia vuelve a repetirse. Si como afirman, existía corrupción en la adquisición de medicamentos, en el equipamiento de los hospitales, en la construcción de clínicas y nosocomios la respuesta debe ser la misma. En caso de probarse conductas ilícitas, que metan a la cárcel a los responsables y recuperen los bienes mal habidos, pero que no se hagan señalamientos sin fundamentos. El total, absoluto y pleno desconocimiento de esa parcela de la administración publica, les terminó pasando la factura  con desabasto de medicamentos y hasta la renuncia del primer titular del IMSS. Y de beneficios de Seguridad Social, como la prestación del servicio de guardería para las madres trabajadoras, mejor, ni hablamos, otra vez, una atención individualizada, abandonando el derecho social, por la limosna de una atención personalizada  neo populista.

Estos y otros problemas demuestran que se está  abandonando la atención de las clases sociales y se pretende sustituir por el indignante reparto de dadivas individualizadas, como limosnas para que todo se le deba al caudillo. ¿Cuánto tiempo alcanzaran los recursos para este Neopopulismo nacionalista en ciernes?