“La libertad es en la filosofía, la razón;
en el arte, la inspiración;
y en la política, el derecho”.

Víctor Hugo

 

El pasado 10 de diciembre, el vestíbulo del Palacio de las Bellas Artes se vio envuelto en un severo conflicto generado por la multitudinaria protesta de organizaciones campesinas que exigieron el retiro de la obra “la Revolución” del pintor chiapaneco Fabián Cháirez, quien ejerciendo su derecho constitucional a la libertad creativa, desarrolló una ficción sobre Emiliano Zapata que provocó –como corresponde a toda obra de arte– voces a favor y en contra, pero estas últimas acompañadas por actos de violencia hacia la obra y hacia algunos visitantes del recinto museístico.

La cuestionada obra forma parte de la muestra temporal “Zapata después de Zapata”, y se ubica en la sección “Otras Revoluciones” cuya narrativa museográfica refiere “deconstrucciones homosexuales del nacionalismo y los cuestionamientos de modelos de masculinidad hegemónica”, según informó el Inbal desde la apertura de la exposición.

El motivo de la disputa se centró en una obra de Cháirez, bajo el argumento de que el cuadro “denigra” al héroe revolucionario, opinión proferida por uno de los familiares de Zapata, quien desde Morelos anunció que emprenderá acciones legales y sociales en contra de la institución, del director del museo y del propio autor de la ficción pictórica.

Tales expresiones dieron pábulo a una orquestada “toma” del vestíbulo de Bellas Artes por un nutrido grupo de integrantes de organizaciones campesinas que, so pretexto de exigir mayores recursos para el campo, organizaron una marcha hacia el Zócalo que intempestiva y violentamente ingresó al recinto cultural, sometiendo a guardias y atemorizando a visitantes.

Vanos fueron los intentos de Miguel Ángel Félix, director del Museo, por convocar a la mesura y al diálogo: los “agraviados” continuaron agrediendo verbalmente al funcionario y se enardecieron cuando un grupo integrante de la comunidad LGBTTTI acudió en defensa del autor y su obra, a la que amenazaban con quemar si no se descolgaba.

La resistencia a su exigencia atizó los ánimos al grado del “linchamiento” de ese puñado de jóvenes a quienes escupieron, insultaron y golpearon por su preferencia sexual, lo que escaló el conflicto golpeando salvajemente a los defensores, de manera verbal y hasta físicamente, y a quienes intentaban distender el ánimo de “lapidación” que se apoderó del grupo.

La conciliación propuesta por la Presidencia de la República a los familiares del General Zapata garantizó la libertad creativa que asiste al pintor, explicando que la Sección en que se colocó la obra advierte desde su título que se tratan de ficciones amparadas por ese derecho, y la petición de la familia estribó en solicitar al Inbal el retiro de dicha imagen de la publicidad y propaganda de la muestra.

Con tal solución se dio cauce fiel al principio liberal de Víctor Hugo, para quien la inspiración es un ejercicio de la libertad, así como lo es la política para el derecho.