Entrevista con Brenda Estefan, analista internacional

Luego del asesinato del general iraní Qasim Soleimani, y de las dudas acerca del inicio de una nueva guerra en esa zona del Medio Oriente, la única certeza que se presenta es que Irán tiene la última palabra en un año en qué habrá elecciones presidenciales en Estados Unidos.

Lo anterior, de acuerdo al análisis que para Siempre hace Brenda Estefan, quien explica en entrevista con este medio que se trata de un tema que data de la década de los años 70.

“El conflicto Estados Unidos-Irán viene desde 1979, las tensiones han tenido momentos más o menos álgidos, pero se inician con la revolución de Irán, cuando Estados Unidos decide proteger al Sha y el régimen de los Ayatolas se enfrenta a la visión estadounidense. Desde ese entonces hay conflicto, lo que hemos visto en las últimas semanas, desde el abandono al acuerdo nuclear en 2018 por parte de Donald Trump –porque hay que recordar que con Obama y con Hasán Rohaní, presidente iraní de línea más moderada, se dio un pequeño impasse en este conflicto y se llegó al acuerdo nuclear con 6 potencias de la UE–, pero con la decisión de abandonar el acuerdo de parte de Trump y las sanciones que se le impusieron, crearon una situación complicada para dicha nación, debido a que cada día podía exportar menos petróleo y tenía conflictos internos porque la gente comenzaba a padecer los efectos de estas sanciones, de forma que Irán empieza a escalar la tensión con Estados Unidos a través de ataques a intereses estadounidenses o a sus aliados, y la Unión Americana hace lo propio.

“Habíamos presenciado una escalada gradual, pero el ataque del general Soleimani es el acto más agresivo en el conflicto en los 40 años del mismo, porque hay que recordar que Soleimani era el segundo miembro más importante, era un hombre con un poder y liderezgo en Irán, no solamente por su responsabilidad en Al Qud, sino porque era muy cercano a la gente, sencillo, carismático, como se vio en sus funerales, el pueblo se volcó a las calles dolido por el asesinato.

“Vale la pena destacar, como se vio en la rueda de prensa del gobierno de los Estados Unidos, se asegura haber matado –casi, casi– a un monstruo, a Satanás, lo equipara como el peor terrorista, del tipo de Bin Laden, pero si uno ve la prensa de otros países occidentales –quitando a aliados estadounidenses como Gran Bretaña o Israel y Arabia Saudita–, en realidad Soleimani es visto más como un agente del Mossad que como un terrorista. Finalmente era un hombre de Estado, ligado al gobierno de un país de 80 millones de habitantes. No era el líder de una célula terrorista, sino el líder de un país, más allá de si Estados Unidos se sintiera agredido por los planes de Soleimani, eso podría decirse también de manera inversa de algunos generales del gobierno estadounidense, sin embargo era un hombre ligado al Estado y eso hace una importante diferencia”.

Brenda Estefan

Posibilidad de una guerra

Acerca de las posibilidades de que la muerte del general Soleimani abra la puerta a una nueva guerra entre un país occidental y uno del medio oriente, Brenda Estefan señaló que por el momento esa opción tiene que analizarse a la luz de las nuevas herramientas con las que cuentan los gobiernos.

“Tenemos esta idea de guerra como un Estado que se enfrenta a otro, un país que se enfrenta a otro, pero en el siglo XXI las guerras se vuelven más sofisticadas, hay un uso de la tecnología, de ataques, de drones, no son frontales como solían ser, hay países que son utilizados para luchar por intereses que se ubican más allá de sus fronteras, es el caso de Irak, que ha sido elegido tanto por Estados Unidos como por Irán como campo de lucha, todos los ataques que hemos visto desde el 27 de diciembre se han realizado en Irak, el ataque en el que murió un contratista estadounidense y en el que murió Soleimani, todos son en territorio iraquí, de manera que estamos hablando de una guerra entre Estados Unidos e Irán, que son los principales protagonistas, pero en Irak, que desgraciadamente es un país frágil y que ambos contendientes aprovechan para no pelear en sus territorios”.

Otro factor a considerar en este conflicto, es una posible posesión de armas nucleares por parte de la nación islámica, algo que también puede cambiar la ecuación en un conflicto armado.

“Otro tema importante es el programa nuclear de Irán. Trump salió a los medios a decir que lo hicieron muy bien, que se deshicieron de un monstruo y no va haber consecuencias y que van a estar muy felices, pero en realidad sí va a haber consecuencias porque, de entrada, Irán ha retomado de lleno su programa nuclear dejando de lado los compromisos que tenía en el acuerdo con las 6 potencias de la Unión Europea y se habla de que en un año Irán tendría un arma nuclear terminada”.

Qasim Soleimani

Guerra y elecciones

Otro aspecto de esta problemática, que incide en las decisiones que se están tomando en el medio oriente, es la elección presidencial que tendrá verificativo en noviembre próximo en Estados Unidos. Con un Donald Trump buscando su reelección, lo que pase dependerá de que tanto le sirva al actual mandatario para alcanzar su objetivo.

“Mi lectura es que al día de hoy le puede beneficiar a su imagen pública, porque en el imaginario estadounidense todavía está el tema de 1979, cuando diplomáticos estadounidenses fueron vendados de los ojos, obligados a salir con las manos amarradas de la embajada en Irán, incluso está la imagen de la huida de la embajada de Hanoi, en Vietnam, en helicóptero, entonces cuando la semana pasada la embajada de Estados Unidos en Bagdad fue tomada por manifestantes, Trump dice ‘no quiero ser Jimmy Carter’ –a quien ese episodio le costó la reelección en 1979– y tengo que ser duro, mucho de su decisión impulsiva –pudo reaccionar de otra forma– fue por esta idea que tienen los estadounidenses de 1979.

“En ese sentido, se vende bien la idea de que Soleimani era un hombre malo, por ponerlo en esa visión maniquea de la política exterior estadounidense, en la que los hombres son buenos o malos, blanco o negro, puede generarle un rédito político, pero Irán no ha dicho la última palabra y la elección no es mañana, porque si así fuera Trump pudo anotarse un éxito o algunos puntos, pero faltan 11 meses para elección y puede pasar muchas cosas.

“Irán no ha dicho su última palabra, creo que a Estados Unidos le ha salido barato el asesinato de Soleimani, Irán puede escalar o complicar a la Unión Americana, y si esto se convierte en una guerra, ahí Trump tendría mucho que perder porque los estadounidenses no quieren una guerra más allá de su frontera, sólo el 27 por ciento de ellos consideran que una guerra más allá de sus fronteras tendría beneficios para su país”.

Efectos en México

De presentarse un conflicto en dicha región del mundo, habrá repercusiones en nuestro país tanto por el tema petrolero como por la cercanía con los Estados Unidos.

Brenda Estefan comenta cuales podrían ser las repercusiones para nuestro país en caso de que el conflicto derivara en una guerra abierta o si la respuesta iraní tocara territorio de la Unión Americana.

“Desde luego que los comodities y el tipo de cambio se vio afectado, de manera importante en las primeras horas en que se corrió la versión de los ataques a bases estadounidenses, pero se tranquilizó cuando se aclaró que no había muertos, con la rueda de prensa de Donald Trump se recuperaron las bolsas, el precio del petróleo y el tipo de cambio.

“En ese sentido, México siempre está muy vulnerable porque estamos muy ligados a la economía de Estados Unidos, en términos de tipo de cambio y de impacto a las bolsas, siempre estamos ligados a dicho país. Por otra parte, en términos geográficos, tenemos una frontera de más de 3 mil kilómetros con el actor principal de este conflicto, no podemos pensar que estamos al margen de lo que le suceda, de manera que nuestra suerte está ligada a lo que le suceda a Estados Unidos y a lo que sucede a su economía porque, recordemos, más del 80 por ciento de nuestras exportaciones van hacia nuestro vecino del norte”.

Los protagonistas del conflicto

En caso de darse un enfrentamiento armado entre los dos países, estaríamos asistiendo a la primera ocasión en que los Estados Unidos enfrentan a una nación que, a diferencia de otros conflictos en los que tomó parte –como contra Corea del Norte en 1950, Vietnam en la década de los años 60 o Irak en la Guerra del Golfo–, sí puede representar un verdadero desafío.

En términos del gasto militar, Irán destina el 2.7 por ciento de su PIB contra el 3.2 de Estados Unidos, de acuerdo a datos del Banco Mundial.

En cuanto al número de efectivos y armamento de dichas naciones, se calcula en más de 350 mil efectivos en el ejército iraní, más 150 mil en su guardia revolucionaria. Su fuerza aérea está dotada de equipo estadounidense, incluido los F-14 Tomcats que se hicieron populares con la primera película de Top Gun. Estados Unidos, por su parte, cuenta con una fuerza armada de más de un millón de efectivos tan sólo en su ejército terrestre, sin contar con que es la marina más poderosa del mundo y con aviones de combate distrubuidos en diversas bases alrededor del planeta.

Parecería una guerra ganada de antemano, pero el recuerdo de los sucedido en Vietnam, cuando las familias estadounidenses veían a sus hijos llegar del sudeste asiático en bolsas negras para funerales que nunca habían pensado sucederían, es algo que cualquier gobierno de la Casa Blanca buscaría evitar.

Pero lo que podría generar un verdadero dolor de cabeza para los estrategas estadounidenses es la gran cantidad de milicianos que estarían dispuestos a realizar ataques a intereses de la Unión Americana, incluso en su propio territorio.

Así, el fantasma de un nuevo 9/11 podría rondar la cabeza de los servicios de inteligencia del gobierno de Trump –con los que el mandatario lleva mala relación–, además de que el Pentagono –pese a sus cuantiosos recursos militares– también tendria que ser cuidados, porque una cosa en enfrentar a un ejército bien armado y entrenado en medio oriente –con la ola de solidaridad que esto generaría en otras naciones que comparten el odio hacia Estados Unidos– y otra, tratar de detender a fanáticos islamistas dispuestos a sacrificar sus propias vidas para acabar con su enemigo histórico.