LA CULTURA EN MÉXICO

Por José Carlos Osorno Covarrubias

 

 

El árbol

Cada día que paso por esta misma calle

tú estás aquí de pie, callado, ensimismado,

elaborando sombras, cerniendo luz de sol.

Me impone tu estructura:

mientras más te aferras a la tierra

más te levantas buscando libertad.

Miro tu tronco monumental,

tus ramas verdecidas y tu espeso follaje,

en el que albergas nidos,

protegiéndolos de la curiosidad

de los peligros y de las resorteras.

De entre tu densa fronda ya por la tarde,

se derrama un barullo de plumas y de trinos

notificando estrepitosamente

el inminente arribo de la oscuridad.

Cuando tus inquilinos duermen,

tu fábrica de oxigene se ocupa con afán

purificando el viento, limpiando el aire,

el cual agradecido después regresará

para mudarte de hojas y silbar en tus ramas

su canción más reciente.

Al llegar el otoño te miro despojarte

de tu verde riqueza, dispuesto a renovarte,

sin aferrarte avaro, a lo que ya pasó,

y ya desnudo fabricar laborioso

un verde nuevo y sombras más extensas

que habrás de inaugurar al llegar primavera.

Te miro y me marcho pensando, si no sería prudente

también el despojarme de algunas de las cosas

que alrededor de mí, se han ido acumulando.