Todo indicaba que los mayores retos a los que se iba a enfrentar el jefe del ejecutivo eran la economía y la inseguridad, sin embargo, en el tema económico parece haber todavía un atisbo de esperanza, a pesar de los errores el ciudadano “quiere creer”, necesita creer que esto no va “tan mal”, la inflación es baja, el tipo de cambio es medianamente estable y las tasas de interés han disminuido considerablemente, eso ayuda, pero sin inversión y crecimiento a mediano plazo, de nada servirá.
La violencia y la inseguridad, desafortunadamente las hemos normalizado, hemos aprendido a vivir con ellas, y por más que se ha intentado disminuir su incidencia no se ha logrado, sin duda hay culpas y responsabilidades de las administraciones en turno, pero también las hay de los ciudadanos, aunque esa es otra historia, otro artículo.
Por más que se intente defender lo contrario, uno de los grandes éxitos del priismo fue la creación de un sistema de salud pública, a veces insuficiente, otras veces majestuoso y de primer nivel, siempre en problemas, pero incluso las administraciones encabezadas por Acción Nacional supieron equilibrar el modelo y fortalecerlo en especial con la creación del Seguro Popular.
¿Qué es una política pública? Una solución a un problema público. Todo país tiene problemas para la atención de la salud de sus ciudadanos, el incremento poblacional y las enfermedades agravadas por el desarrollo como la hipertensión, diabetes y la obesidad, merecen nuevas formas de enfrentarlas y ante la dificultad para adherir derechohabientes al IMSS, en donde es necesario tener un patrón que pague cuotas, al ISSSTE en donde es obligado trabajar para el gobierno federal, o a los sistemas de salud estatales o focalizados como el ISSFAM, es que se diseñó una política pública para atender a quienes no podían insertarse legalmente al sistema de salud pública de la república y de los estados.
¿Qué era el Seguro Popular? En pocas palabras era una “póliza de gastos médicos menores y mayores” que se podía utilizar en la infraestructura médica ya existente, destinado a quienes no tenían otra forma de atender sus enfermedades, desde lo más simple como un resfriado hasta cirugías de gran dificultad, se financiaba a través de las aportaciones de la federación, de los estados y de los ciudadanos, y se había creado un fideicomiso de Protección Contra Gastos Catastróficos el cual ha sido mermado para pagar los caprichos, berrinches y gasto superfluo del presidente y para fondear al mal nacido Instituto de Salud para el Bienestar.
Un día sí y otro también, el candidato López a manera de burla decía que el Seguro Popular, “ni era seguro, ni era popular”, prometió al cansancio un sistema de salud igual o mejor al de los países de la Europa septentrional, en retrospectiva, es probable que muchos ciudadanos hayan encontrado esta promesa de campaña harto atractiva y necesaria, sin embargo, la que fue una gran política pública, con defectos y virtudes –como dijo aquella clásica cantante popular- murió gracias a una rabieta y al desdén a la ciencia, a la tecnología y al conocimiento. Pensaron que diseñar una política pública era tan fácil como hervir agua y como en todo lo que han intentado hacer, ejemplos hay miles, se han equivocado.
El problema de haber cancelado una política de salud pública como esta, radica en atestiguar el dolor prolongado y la muerte del ciudadano, es innegable que hay desabasto de medicamentos, que hay cobro de cuotas excesivas en la atención médica, que los más desprotegidos sufren y desafortunadamente morirán de la forma más tonta y mezquina que pueda existir, simplemente no tendrán acceso a un médico y al cuadro básico de medicamentos, una simple enfermedad mal atendida generará secuelas y contrario a lo que intentan justificar los defensores del presidente y de su actual administración, esto no va a terminar bien.
Curiosamente, tanto el presidente como sus apologistas suplican a la ciudadanía “su amable comprensión” la solución tomará un año en construirse, con un discurso fraccionado no han logrado crear una estrategia comunicacional de control de daños, y no lo van a lograr, atestiguar como se extingue la vida de un ser amado es lamentable y muy doloroso, para ello no hay perdón, más habiendo solución. Regresar al Seguro Popular y cambiarle de nombre, por algo más ad hoc como “Cooperativa de Salud Pública Lucio Cabañas” es la menos mala de las posibles salidas a este problema.
Con mucho respeto, sirvan las presentes líneas para felicitar al Presidente de la República, por el nacimiento de su primer nieto, nacido en la ciudad de Houston, Texas, el día 14 de enero de 2019.
@DrThe

