Después del enfrentamiento que pudimos presenciar entre los elementos de la Guardia Nacional y los migrantes centroamericanos, la semana pasada el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que la presencia de esta fuerza armada en la frontera de México con Guatemala es para que se respeten las leyes nacionales, pero sin violar los derechos humanos de migrantes.

Sin embargo, parece olvidar que uno de sus ofrecimientos fue uno de los detonantes para que un mayor número de personas aspirarán a transitar por territorio mexicano, para con mucha suerte y después de pasar hartos obstáculos pudieran incluso llegar a territorio estadounidense.

La oferta presidencial de dar oportunidad de trabajo en México a los migrantes que están llegando de Centroamérica, es verdaderamente una grave amenaza para la seguridad nacional.

Con los cuatro mil empleos ofertados por Andrés Manuel López Obrador para tratar de contener a una masa en el sureste mexicano, cuya pobreza es muy parecida a la que padecen en sus países de origen, esa diáspora que lo que quiere realmente es llegar a Estados Unidos para conseguir trabajo en ese país

Ello resultará a corto plazo un problema tan complejo como el que hoy se vive en las costas de Italia y de Francia con los migrantes que les llegan por el Mediterráneo.

Dice Zygmunt Bauman con respecto al problema mencionado:

“De todos aquellos inscritos en los registros del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados, la agencia para los refugiados de la ONU, el 83.2 por ciento de los refugiados de África se encuentran en campamentos, y el 95.9 por ciento de los de Asia hasta el momento, solo el 14.3 por ciento de los refugiados en Europa se encuentran en campamentos. Pero no parece haber signos de que la diferencia a favor de Europa se mantenga por mucho tiempo”.

Los refugiados están en medio de un fuego cruzado. Para ser más exactos en un callejón sin salida.

Se les expulsa a la fuerza o se les intimida para que abandonen su país natal, pero se les niega la entrada a cualquier otro. No cambian de lugar; pierden su lugar en el mundo, se les catapulta a ninguna parte “al no lugar” de auge a las “nowherevilles” de Garreau, o se les introduce en el “Narrenschiffen” de Muchael Foucault, “ a un lugar sin lugar”, a la deriva, “que existe por sí mismo, que está encerrado en sí mismo y al mismo tiempo está a merced de la infinitud del mar”, o (como sugiere Michel Agier) a un desierto, “por definición un lugar inhóspito, una tierra hostil al ser humano y rara vez visitada”.

Ya los migrantes centroamericanos que ayer agredieron a los oficiales mexicanos que trataron de impedir su ingreso a México por las aguas bajas del río Suchiate, están prácticamente ante un negro futuro como el señalado en los párrafos de Bauman citados líneas arriba.

Dentro de muy poco tiempo los migrantes que decidan quedarse en México, serán virtualmente una entidad autónoma dentro del territorio nacional, con toda la complejidad legal y de control que ello implica.

Los migrantes que se aferren a la idea de llegar a los Estados Unidos, tienen como trágica alternativa, el convertirse en carne de utilería del crimen organizado, o estar condenados a sufrir una muerte por demás violenta y dolorosa.

En esas andanzas anda López Obrador.