Recuerdan cuando en 2018, el entonces presidente electo López Obrador dijo: “…nosotros en México a partir del día primero de diciembre vamos a ofrecer empleo, trabajo a migrantes centroamericanos… que el que quiera trabajar en nuestro país va a tener apoyo, va a tener una visa de trabajo… no atender el asunto solo con deportaciones o con medidas de fuerza…”, pues es claro que desde que MORENA llegó al gobierno se olvidaron de sus promesas.

Hoy, un trato inhumano y hostil por parte del Gobierno Mexicano es la realidad que viven cientos de migrantes centroamericanos. Seres humanos que huyen de su país de origen para escapar de las condiciones de inseguridad, violencia y pobreza en busca de mejores oportunidades.

No solo tienen que lidiar con el dolor que conlleva abandonar su lugar origen, a sus familiares y amigos, si no también desafían largas caminatas enfrentándose a la inseguridad de nuestro país –la que ya de por si parece incontrolable- con el riesgo de ser reclutados por la delincuencia organizada e incluso hasta de perder la vida.

No obstante, también deben librar el duro trato del gobierno federal. Lamentablemente México se convirtió en el muro que tanto desea el Presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump; el gobierno mexicano se ha olvidado de su historia y del respeto a los derechos humanos.

Las estancias migratorias en el sur del país desafortunadamente no cuentan con los recursos humanos, físicos y materiales para poder dar un trato digno a nuestros hermanos centroamericanos, de ello es la estación migratoria Siglo XXI en Tapachula, Chiapas.

Bajo esta realidad, el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) debería garantizar los derechos humanos de los migrantes de la Caravana 2020 que se encuentra de tránsito en la frontera sur del territorio nacional, así como en las estaciones migratorias.

Además, es necesario que el gobierno ayude a regularizar la situación migratoria de los viajeros de esta caravana y, en su caso, reconocer su condición de refugiados y los derechos que esto conlleva.

Las autoridades no deben violentarlos si no reconocer sus libertades fundamentales, ya que como seres humanos son sujetos de derechos. Aquí no aplica el regateo de recursos, ya que se está hablando de la vida de seres humanos