La ejecución sin precedentes del principal general de Irán, Qassem Soleimani, sacudió al Medio Oriente, con Teherán y sus aliados jurando venganza en medio de temores de que se desate una guerra, pero los iraníes, aunque tienen amplios arsenales y están a una corta distancia de los soldados estadounidenses desplegados en Siria, Irak y el Golfo Pérsico, podrían preferir ser cautelosos antes de atreverse a lanzar un ataque en represalia, que podría desatar un conflicto mucho más grande.

Eso es lo que pensábamos como consecuencia del asesinato de Soleimani, líder de las Fuerzas Quds. Pero estábamos un poco desorientados. Irán atacó la madrugada del miércoles pasado, con decenas de misiles balísticos dos bases aéreas iraquíes que albergan tropas estadounidenses.

La Guardia Revolucionaria de Irán inicialmente confirmó la autoría de un ataque contra la base aérea de Al Asad en Irak donde se encuentran tropas de EE.UU., pero poco después funcionarios norteamericanos confirmaron los dos ataques.

El gobierno de Irak, que ha mantenido una alianza difícil con Washington y Teherán, se verá presionado ahora para expulsar a los 5 mil 200 soldados estadounidenses que llegaron al país para ayudar a evitar el resurgimiento del grupo Estado Islámico.

En la última década, Soleimani había movilizado a decenas de miles de combatientes en Siria e Irak, que han luchado junto al presidente Bashar Assad en la guerra civil de Siria y peleado contra el Estado Islámico en ambos países.

Estados Unidos tiene relativamente pocos soldados en los dos países y podrían ser blanco de ataques de represalia. La intensificación más reciente ocurrió la semana pasada, cuando un ataque con proyectiles contra una milicia iraquí apoyada por Irán provocó la muerte de un contratista estadounidense.

Ante la gravedad de la crisis militar que vive Estados Unidos, nuestros siempre desconfiados vecinos del norte de inmediato han puesto sus ojos en la posibilidad de que sea por la frontera mexicana o por su espacio aéreo, que los terroristas del islam se introduzcan a ese país para cumplir las amenazas de venganza que han lanzado.

Recibí un interesante documento del despacho de una constructora que trabaja en el proyecto del aeropuerto de Texcoco, y que por petición expresa de ella me reservo su nombre, en el cual hacen énfasis en que el NAIM estaba contemplado, en materia de seguridad, para convertirse en el primer filtro antiterrorista para los Estados Unidos.

La preocupación de Estados Unidos ante esa posibilidad quedó reflejada en la siguiente declaración:

“El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, acusó este viernes al fallecido líder de la Fuerza Quds, Qasem Soleimani, de estar detrás de uno de los complots que más cerca ha estado de involucrar al narcotráfico mexicano con el terrorismo islámico: una trama para hacer volar varias embajadas israelíes y asesinar al embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos mediante un sicario de Los Zetas experto en autos bomba.

Sin duda el presidente Donald Trump debe estar muy preocupado por la fragilidad de los sistemas de seguridad mexicanos, sobre todo ante unos expertos en violar todos los mecanismos de control sobre inmigrantes, como han demostrado ser los terroristas afines al Estado Islámico.

Los riesgos de tener poco más de 3 mil kilómetros de frontera con un país como Estados Unidos, enfrentado de manera por demás temeraria e imprudente al moderno demiurgo en que se ha convertido el terrorismo en el mundo, no es una condición grata para los mexicanos.