Ignacio Luis Vallarta Ogazón una de las mentes mas brillantes del siglo XIX, no solamente consolidó la institución jurídica mexicana más importante, el juicio de amparo, sino que ocupó importantes cargos en la administración pública, en los que dejó su sello indeleble de gran jurista, y servidor público. Fue gobernador de su natal Jalisco, Secretario de Gobernación, de Relaciones Exteriores, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Este notable mexicano nació el 25 de agosto de 1830 en Guadalajara, Jalisco. Como era la costumbre de la época, estudió en el Seminario Conciliar de esta ciudad y en 1854 concluyó la carrera de jurisprudencia en la Universidad de la propia ciudad de Guadalajara.
En los inicios de su vida profesional fue Secretario Particular del Gobernador Santos Degollado. Maestro de Historia, Economía Política y Derecho natural.
Fue Diputado en el Congreso Constituyente de 1857, en el  que entre otras cosas, planteó: abolir la pena de muerte, la que consideró excesiva y sin justificación jurídica alguna, creía en la rehabilitación del delincuente, quien más que castigos necesita oportunidades de educación y desarrollo; la expulsión de los Jesuistas, pues sus enseñanazas las consideraba nocivas para el país, al fomentar un liderazgo religioso y no político; y, se opuso a la instalación de los jurados populares, los que estimaba solo eran viables en paises cultos, ya que en el nuestro, para él, los individuos que los integraban  no representaban una consciencia pública.
Fue Secretario de su tío materno, el Gobernador de Jalisco Pedro Ogazón. En 1862 fue electo Diputado Federal, pero, su calidad moral era de una valía excepcional, rechazó esta elección, porque a su juicio, no logró obtener la mayoría.
En 1871, después de unas muy complicadas elecciones, tomó posesión como Gobernador de Jalisco y aunque durante su gobierno se dio la famosa revolución de la Noria, (mediante la cual Porfirio Díaz impidió que Benito Juárez se reeligira, por prohibirlo la constitución de 1857), se consideró que su gobierno fue bastante aceptable, pues entre muchas otras cosas, suspendió por seis meses el pago de la deuda pública, para restablecer las finanzas de un estado que recibió en banca rota; determinó la obligatoriedad de la educación primaria y fundó la Escuela de Agricultura.
En el gobierno de Benito Juaréz fue Secretario de Gobernación. Y durante el de Porfirio Díaz fue Secretario de Relaciones Exteriores.
Lo más reconocido en este período fue su férrea defensa del concepto de soberanía nacional y de los principios de derecho internacional de no intervención y autodeterminación. Con la dignidad requerida, logró restablecer relaciones diplomáticas con este país, no obstante las amenazas de una nueva intervención por las dificultades en el pago de la deuda.
En 1877 fue nombrado Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Presidente de esta institución. Su participación como jurista fue extraordinaria, siempre en defensa de la constitución de 1857, entonces vigente, su correcta interpretación y aplicación y desde luego, la consolidación del medio para hacerla efectiva, el juicio de amparo.
En su libro El juicio de Amparo y el Writ of habeas corpus dijo:
“Comparando el juicio de amparo con la institución más estimada de los pueblos libres, como la que constituye el legítimo orgullo de Inglaterra y Estados Unidos, no sólo quedará patentizada la superioridad de aquél sobre el habeas corpus, sino que habrá de confesasrse por nacionales y extranjeros, que el constituyente de 1956 ha dado a los habitantes de la república, los medios más eficaces para hacer efectivos sus derechos naturales, que los que la Carta Magna estableció sólo para proteger la libertad personal de los súbditos ingleses…. México…contribuye al adelanto de la ciencia social y al perfeccionamieto de las instituciones que deben regir los destinos de la humanidad”.
Su efímero paso por la Corte, cuastro años, marcó de manera definitiva con su influencia jurídica a nuestro sistema. Sus criterios, muchos de ellos recogidos en su famosa obra: Los Votos de Vallarta, consolidaron en México el juicio de amparo. Institución adoptada en diversos países.
Leer sus votos es una verdadera delicia. Muchos de sus criterios han perdurado hasta la fecha, solamente como un ejemplo, se puede citar la añeja discusión que Vallarta tuvo con el también Ministro José Ma. Iglesias, en la que defendió con gran vehemencia que el Poder Judicial Federal debía permaner ajeno a las situaciones de carácter político-electoral, pues su actuación debia ser meramente jurídica. La diferencia entre competencia y legitimación de la autoridad, denominada por Vallarta la incompetencia de origen, de la que me ocuparé en un artículo posterior; así como que fue el pionero en proponer el control difuso de la constitución, reconocida por nuestra Corte a partir de 2011.
En palabras del Maestro Fix Zamudio, Don Ignacio Luis Vallarta Ogazón fue para la Suprema Corte de Justicia Mexicana, lo que Jhon Marshall como Chief Justice, para la Suprema Corte Federal de los Estados Unidos de Norteamérica.
Antes de dejar la Corte, Vallarta propuso el proyecto de Ley de amparo de 1881, que fue aprobada por el legislativo el año siguiente.
Renunció al cargo en 1882, pues al ver el crecimiento que como figura pública había adquirido, Porfirio Díaz le retiró su apoyo. En su escrito de renuncia Vallarta argumentó que cuando aceptó el cargo de Presidente de la Suprema Corte lo hizo con la condición de que la constitución se reformara en el sentido de que el Presidente del Máximo Tribunal no sería el Vicepresidente de la República; y, se retiró a la vida privada.
No obstante su gran legado, Vallarta se sintió desilucionado.
Una cita que de esta época llama mi atención es la que hace María de Jesús García Mendoza en su ensayo: Ignacio L. Vallarta ilustre jaliciense:
“Estoy  por completo  dedicado al ejercicio de la profesión, es decir, vivo  en medio  del prosaísmo que caracteriza a los negocios   forenses… Pero he llegado a una  edad  en que  es preciso  asegurar el pan  de la vejez  y me tiene Ud. consagrado a buscarlo por el trabajo  más  asiduo.  Perdí  treinta años  de mi vida  queriendo componer el mundo, establecer principios, consolidar instituciones, etc., etc., el  más  amargo desengaño ha sido premio de todo este prolongado  esfuerzo… Hoy  dejo que el mundo ande como quiera y me ocupo  de asegurar mi porvenir y el  de   mi familia, aunque  sea en medio del prosaísmo  de los  expedientes. (Archivos Jurídicos, UNAM).”
El 31 de diciembre de 1893 falleció a causa de fiebre tifoidea. Una importante avenida de la ciudad de Guadalajara lleva su nombre. El puerto mas importante de su Estado natal, también. Sus restos descansan en la Rotonda de las personas ilustres en la ciudad de México.
Vallarta, fue un hombre adelantado a su tiempo, un extraordinario orador y maestro, un gran jurista, un político honesto y visionario.
En pocas palabras: Un estadista.
Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
(mbluna@mail.scjn.gob.mx; @margaritablunar)