En las últimas semanas hemos sido testigos de una especie de pánico generalizado causado por el coronavirus, cuyo número global de casos confirmados supera los 40 mil, mayormente en China Continental. Pero es importante reconocer que pese a esta cifra,  la Organización Mundial de la Salud (OMS) aún no ha establecido la existencia de una pandemia, porque el término sólo se utiliza cuando una nueva enfermedad se propaga por todo el mundo, y este no ha sido el caso.

Entonces, uno se pregunta ¿por qué ha generado pánico? Aunque el virus es, efectivamente, una preocupación de salud pública, el principal riesgo se encuentra en otro frente: el exceso de información, muchas veces falsa, que puede llegar a ser un obstáculo para una correcta respuesta a la crisis e, inclusive, puede ser el generador del caos.

Bajo la sociedad de red en la que vivimos, las fakenews tienen más probabilidades de ser reproducidas a una velocidad mayor que una noticia fiable, especialmente si su contenido marca tendencia o genera mayor sorpresa o disgusto. Aunado a lo anterior, empresas, gobiernos y otras instituciones pueden utilizar estas informaciones sesgadas y datos manipulados para maximizar sus efectos sociales.

Así,  a medida que la epidemia del coronavirus chino se expande una serie de rumores y datos falsos sobre el origen y el contagio se han propagado en redes sociales, desde los videos en donde supuestamente aparece el mercado de animales exóticos donde surgió el virus, hasta las teorías de la conspiración que indican que fue creado en un laboratorio. Lo cierto es que estos rumores no hacen más que desinformar y crear confusión.

Pero no es la primera vez que una epidemia se propaga más rápido a través de la infoxicación. Podemos recordar el SRAS en 2002-2003 que se expandió por todo el mundo o la gripe porcina H1N1 en 2009, que llego a paralizar las actividades de la población en Ciudad de México.

De acuerdo a un análisis realizado por Jon Rappoport, en 2009 la epidemia de gripe porcina fue exagerada por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos pues aunque habían dejado de contar en secreto los casos de la enfermedad seguían advirtiendo a los estadounidenses sobre su propagación sin control. No hubo, de acuerdo al reportero de investigación estadounidense, una epidemia de gripe porcina pero las agencias de salud y la propia OMS impulsaron la idea de que sí.

En México, el virus de la Influenza A subtipo H1N1 afecto, según datos oficiales, a 70 mil 715 personas infectadas y hubo casi 1172 personas muertas. Pese a que a nivel mundial no representó un peligro especial, en nuestro país el costo económico alcanzó 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto o, en otras cifras, 57 mil millones de pesos.

Una de las razones fue que las autoridades mexicanas adoptaron una publicidad alarmista, en la que se llegaron a cerrar universidades, hoteles, restaurantes y prácticamente paralizando las actividades del país. Al no actuar con cautela, el pánico no permitió un manejo racional de la emergencia y, por lo tanto, los daños fueron más graves.

Por eso, cuando hablamos del coronavirus tenemos que tener bien claro que si bien los brotes de epidemias representan un problema sanitario, pueden controlarse tomando las medidas y los protocolos pertinentes. Sin embargo, son las noticias sensacionalistas y las fakenews las que generan angustia y la alarma social por eso se debe poner atención a la información real y científica, no esparcir rumores que desinforman.

Frente a las epidemias como el coronavirus tenemos un enorme reto: actuar para poder prevenir y no sólo corregir errores que nos cuestan mucho. En este sentido, nuestro Gobierno tiene como obligación tener una actitud proactiva para preparar al país ante este tipo de amenazas.