El tema de la migración o flujos de movilización del ser humano, está presente desde los albores de su vida en el planeta. El hombre  busca mejores condiciones de vida y por tanto cambia o migra constantemente.

Las razones pueden y son diversas, mejores condiciones climáticas, la incesante búsqueda de alimentos, alejarse de peligros eminentes y otras muchas causas. La migración, es pues consustancial al ser humanos, como la fecundidad y mortalidad.

En la actualidad, obviando los múltiples precedentes históricos, hemos testimoniado como miles de migrantes del Oriente Medio huyendo de las interminables guerras, asaltaban las fronteras turcas, griegas, italianas, rumanas, en fin, las fronteras de Europa toda. Al igual que oleadas de habitantes de África del norte, hacían lo propio.

La respuesta y reacción, de los países receptores ha sido diferente. Encontramos desde rechazo y fronteras rodeadas de alambres de púas, para evitar el ingreso;  hasta la acogida fraternal y humanitaria.

Las guerras civiles, los conflictos internacionales, los disturbios étnicos, la discriminación racial, la intolerancia religiosa, la degradación del medio ambiente, los desequilibrios económicos, la pobreza extrema o la búsqueda de mejores niveles de vida han provocado que millones de personas abandonen su lugar de origen, produciendo efectos directos en las sociedades y en las economías de los países receptores.

A fin de proteger la vida, la libertad y su dignidad, en el ámbito del Derecho Internacional Público, se han celebrado  reuniones y emitido declaraciones en el seno de la ONU, como: la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo, Egipto, en 1994, y más recientemente la del 19 de septiembre de 2016, que culminó con la Declaración de Nueva York para Refugiados y Migrantes, misma que previo para 2018  un Pacto Mundial para una Migración segura, ordenada y regular, así como, un Pacto Mundial sobre Refugiados.

Al respecto, el gobierno de nuestro país,  estableció un programa permanente con el objeto de coadyuvar a la protección de los derechos humanos de los indocumentados de origen guatemalteco, hondureño, salvadoreño, ecuatoriano, nicaragüense, costarricense, brasileño, venezolano, dominicano y peruano, así como aquellos provenientes de otros países que se han internado en territorio nacional careciendo de la documentación migratoria.

Hoy, presenciam la llegada de caravanas de migrantes que buscan, unos radicarse en nuestro territorio y otros atravesar el territorio nacional para dirigirse a la frontera con los Estados Unidos para  intentar el “american Dream”

En razón de la situación en que se encuentra inmerso nuestro país, es necesario que logremos la sensibilización de la sociedad de que el migrante, independientemente de su condición documentada o indocumentada, debe ser tratado con dignidad y respeto. Lo que incluye la protección de su vida, libertad e integridad personales, así como el derecho a que se les trate, junto con su familia, con respeto a su dignidad, sin importar su sexo, religión, idioma, cultura o color de piel.

No hacerlo así, nos desnuda moralmente frente al actual gobierno de los Estados Unidos que inmerso en su proceso electoral, está retomando el tema del Muro fronterizo para –según el– detener la migración de miles de mexicanos, centroamericanos y de otras nacionalidades que buscan internarse en su país. Trump, sigue sin entender y muchos de sus xenófobos seguidores tampoco.  No será con Muros, ni amenazas de imposición de aranceles que se detenga la Migración.