El tercer impeachment o juicio político en la historia de los Estados Unidos en contra de un presidente será recordado por 2 situaciones particulares: la no culpabilidad de Donald Trump (al no sumar los votos en su contra de los demócratas) y, por la rebelión de su compañero de partido, el Senador por Utah, Mitt Romney.

Por considerarlo algo extraordinario, reproduzco lo dicho por Romney, ”la Constitución es la base del éxito de nuestra República, y cada uno se esfuerza por no perder de vista nuestra promesa de defenderla. La Constitución estableció el vehículo de juicio político que ha ocupado ambas Cámaras de nuestro Congreso en estos días. Hemos trabajado para ejecutar fielmente nuestras responsabilidades. Hemos llegado a diferentes juicios, pero espero que respetemos la buena fe del otro.

“Las acusaciones hechas en los artículos de juicio político son muy serias. Como Senador-jurado, hice un juramento ante Dios para ejercer justicia imparcial. Soy profundamente religioso, mi fe está en el corazón de quien soy. Presto juramento ante Dios como enormemente consecuente. Desde el principio supe que tener la tarea de juzgar al presidente, al líder de mi propio partido, es la decisión más difícil que jamás haya enfrentado. Yo no estaba equivocado.

“Los líderes de las Cámaras presentaron pruebas que respaldaban su caso y el abogado de la Casa Blanca lo cuestionó. Además, el equipo del presidente presentó tres defensas: primero que no podía haber un juicio político sin un delito legal; segundo que la conducta de los Bidens, justificaba las acciones del presidente y tercero; que el juicio de las acciones del presidente debería dejarse a los votantes. Permítanme abordar primero esas tres defensas.

“El significado histórico de las pablaras ‘altos crímenes y delitos menores’, los escritos de los fundadores y mi propio juicio razonado me convencen de que un presidente puede cometer actos contra la confianza pública que son tan atroces que, si bien no son crímenes legales, exigiría la destitución de su cargo. Mantener que la falta de una lista codificada y exhaustiva de todos los actos escandalosos que un presidente podría cometer hace que el Congreso sea incapaz de eliminar a dicho presidente desafía la razón.

“El abogado del presidente también señala que el vicepresidente Biden, parecía tener un conflicto de intereses cuando emprendió un esfuerzo para destituir al fiscal general ucraniano. Si él supiera de la exorbitante compensación que su hijo estaba recibiendo de una compañía actualmente bajo investigación, el vicepresidente debería haberse excusado. Si bien ignorar un conflicto de intereses no es un delito seguramente está muy mal. Con respecto a Hunter Biden, aprovecharse excesivamente del nombre de su padre es desagradable, pero tampoco es un delito. Dado que ni en el caso del padre ni del hijo hubo evidencia alguna presentada por el abogado del presidente de que se había cometido un delito, la insistencia del presidente de que sean investigados por lo ucranianos es difícil de explicar más que como una búsqueda política. No tengo dudas en mi mente de que, si no se llamara Biden, el presidente nunca habría hecho lo que hizo.

“La defensa argumenta que el Senado debería dejar la decisión de juicio político a los votantes. Si bien, esa lógica es atractiva para nuestros instintos democráticos, es incompatible con el requisito de la Constitución de que el Senado, no los votantes, juzguen al presidente.

“Hamilton explicó que las decisiones de los fundadores de invertir a los Senadores con esta obligación en lugar de dejarla en manos de los votantes tenían la intención de minimizar, en la medida de lo posible, los sentimientos partidistas del público en general. Entonces el veredicto es nuestro para emitir bajo nuestra Constitución. La gente nos juzgara por cuan bien y fielmente cumplamos con nuestro deber. La Constitución con su texto encargo a los Senadores que respondieran que si el presidente cometió un acto tan extremo y atroz que se eleva al nivel de un alto delito. Y en verdad lo hizo.

“El presidente pidió a un gobierno extranjero que investigara a su rival político. El presidente retuvo fondos militares vitales de ese gobierno para presionarlo a hacerlo. El presidente retrasó los fondos para un aliado estadounidense en guerra con los invasores rusos. El propósito del presidente era personal y político. En consecuencia, el presidente es culpable de un terrible abuso de la confianza pública.

“Lo que hizo no fue perfecto. Fue un asalto flagrante a nuestros derechos electorales, nuestra seguridad nacional y nuestros valores fundamentales. Corromper una elección para mantenerse en el cargo es quizá la violación más abusiva y destructiva del juramente de un cargo que puedo imaginar.

“En las últimas semanas, he recibido numerosas llamadas y mensajes de texto. Muchos exigieron en sus palabras que –apoye al equipo–. Puedo asegurarles que ese pensamiento ha pasado en mi mente, apoyo lo hecho por el presidente, he votado en su favor el 80 por ciento de sus propuestas, pero mi promesa ante Dios de aplicar justicia imparcial requería que dejara de lado mis sentimientos personales y mis prejuicios políticos. Si tuviera que ignorar la evidencia que se ha presentado y hacer caso omiso de lo que creo que mi juramento y la Constitución me exigen en aras de un fin partidista me temo que expondría a mi persona a una reprimenda de la historia y la censura de mi propia conciencia.

“Soy consciente de que hay personas en mi partido y en mi Estado que desaprobaran mi decisión y, en algunos sectores se me denunciará con vehemencia. Intenté escuchar el testimonio de John Bolton, no sólo porque creía que podía agregar contexto a los cargos, sino también porque esperaba que lo que pudiera decir y generar dudas razonables y, por lo tanto, eliminar de mí, la terrible obligación de votar por la acusación.

“Como cada miembro de este cuerpo deliberativo, amo a nuestro país, creo que nuestra Constitución fue inspirada por la Providencia. Estoy convencido de que la libertad en sí misma dependen de la fuerza y la vitalidad de nuestro carácter nacional. Como sucede con cada Senador, mi voto es un acto de convicción. Hemos llegado a diferentes conclusiones compañeros senadores, pero confio en que todos hemos seguido los dictados de nuestra conciencia.

“Reconozco que mi voto no eliminara al presidente de su cargo. Los resultados de este Tribunal senatorial sé que serán apelados ante un tribunal superior, el juicio del pueblo estadounidense.

“Es probable que mi voto sea minoritario en el Senado, pero independientemente de estas cosas, con mi voto les diré a mis hijos y a sus hijos que cumplí con mi deber lo mejor que puede. Sólo seré un nombre entre muchos, ni más ni menos”.