Después de que Bertha Luján, apoyada por su hija María Luisa Alcalde, secretaria del Trabajo, y sus colegas y amigas Rocío Nahle (verdadera madrina de Alfonso Ramírez Cuéllar) e Irma Eréndira Sandoval, impulsaron la celebración de una asamblea del Consejo Nacional de Morena, que eligió al diputado como presidente interino, se armó la de San Quintín entre las tribus del partido que ya se le salió del corazón a grandes figuras como Porfirio Muñoz Ledo.

Yeidckol Polevnsky, poblana originaria de Huachinango, cuyo nombre real es Citlali Ibáñez Camacho, y quién asegura ser descendiente del célebre cacique Máximo Ávila Camacho, ha sido una dirigente provisional de Morena que poco ha contribuido a cohesionar el partido que llevó a la presidencia de México a Andrés Manuel López Obrador.

Polevnsky está abiertamente enfrentada a los aspirantes a ocupar la dirigencia nacional de Morena, a saber de Bertha Luján, Mario Delgado y el enjundioso Alejandro Rojas Díaz Durán.

La asamblea que ungió a Ramírez Cuéllar no contó con la presencia de importantes corrientes de Morena.

Un ejemplo de ello fue la ausencia del Grupo de Acción Política (GAP) que encabezan el Faraón de Texcoco, Higinio Martínez y sus paisanos los prominentes lopezobradoristas Horacio Duarte y la maestra Delfina Gómez.

Por ello los observadores políticos han dicho que en el presente Morena tiene dos presidentes: una pirata que es Yeidckol y uno patito en la persona de Ramírez Cuéllar.

Las elecciones intermedias del 2021 ya están a la vuelta de la esquina.

Y con el desgarriate que se traen las tribus que PRETENDEN LLEGAR AL CONTROL DE LA DIRIGENCIA NACIONAL DEL PARTIDO, la integración de la planilla de candidatos a diputados federales que deberá presentar el partido que fundó López Obrador, será una verdadera cena de negros.

Hoy por hoy, Morena tiene una cómoda mayoría en la Cámara de Diputados federal. Mantiene la presidencia de las principales comisiones, y la verdad que no tiene un contrapeso real en las escuálidas bancadas del PRI, PRD, Partido Verde Ecologista (que ya es un aliado de Morena) al igual que el PES y el PT.

El PAN es la única oposición crítica y de peso que tiene el partido que fundó AMLO.

Su coordinador, el guanajuatense Juan Carlos Romero Hicks, se ha convertido en un referente crítico de respeto ante el abuso que en ocasiones hacen los morenistas de ventaja mayoritaria.

Poco tiempo les queda a los partidos políticos mexicanos para reagruparse y ser competitivos en las elecciones del 2021, que serán clave, sin duda, para la definición del rumbo que tomará con miras al 2024 la democracia mexicana.

¡SÁLVESE EL QUE PUEDA!