El que quisiera tener salud en el cuerpo,
procure tenerla en el almaQuevedo
Ante la manipulación, alarmismo y una realidad que obliga a tomar medidas preventivas a fin de generar menores condiciones de contagio colectivo del Covid-19, los procesos culturales en el mundo han encontrado en los medios digitales una vía de escape que permite continuar con producciones con, mínimo, un año de antelación.
Así hemos asistido virtualmente a grandes conciertos en teatros vacíos de público, pero pletóricos de entrega y responsabilidad por parte de orquestas, directoras y directores, y también de importantes elencos corales y operísticos.
La respuesta ha sido sorprendente, con una adecuación digital a procesos elaborados y también espontáneos, tal y como ha ocurrido con pobladores de diferentes ciudades italianas que han organizado corales y solos en los balcones de sus casas, refugios y campos de aislamiento, obligado o voluntario, que han tenido que adoptar ante la letal creciente crisis sanitaria que les aflige.
Pese al bombardeo mediático en contra de nuestras autoridades sanitarias, las medidas adoptadas por el gobierno de México, y en particular por el gobierno de la Ciudad de México, se sustentan en las recomendaciones emanadas de un grupo de especialistas y científicos mexicanos, cuya labor y experiencia han sido ampliamente reconocidas en el resto del planeta.
Y así, sin mediar una sola defunción por la pandemia, y en previsión a disminuir condiciones de contagio local, el pasado sábado 14 de marzo tanto las autoridades educativas como las culturales asumimos articular una serie de medidas preventivas para lograr condiciones salubres que beneficien a la población.
Es en ese contexto en el que se determinó transformar el esperado Festival Noche de Primavera, previsto para el pasado 21 de marzo, en un gran espectáculo virtual que fue disfrutado por los miles de habitantes y visitantes a través del “streaming” oficial del gobierno de la Ciudad, de las redes de los servidores públicos, y del Sistema Público de Radio y Televisión de la Ciudad: Capital 21 y Código CDMX.
El escenario de tal producción fue el Teatro de la Ciudad de México, y ahí se dieron cita los más relevantes grupos y solistas, como la Orquesta y el Coro Sororidad de las Ciudad de México y la gran Eli Guerra, que formaban parte de la programación que la Secretaría de Cultura de la Ciudad había contratado para animar, durante la noche y la madrugada, las dieciséis plazas del Centro Histórico de la Ciudad (incluyendo el Zócalo capitalino) que conformaban la red de espacios elegidos para dicho evento.
Y así, como recetaba el gran Quevedo, el gobierno de la Ciudad procuró -a través de esta difusión virtual- la salud del alma capitalina, a fin de apostar por la recuperación de la vida pública, aún durante la crisis.