La amenaza del COVID-19 es una realidad y no es la primera vez que se vive una situación de este tipo en el mundo. Enfermedades como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS que de 2012 a la fecha tiene el 36 por ciento de letalidad), el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS que en 2002 alcanzó el 2 por ciento de letalidad) son ejemplos de la misma familia llamada “coronavirus” y el COVID-19, que se descubrió en diciembre del año pasado, ha alcanzado una letalidad de entre 1.4 y 2 por ciento según la Organización Mundial de la Salud.
En proporciones reales 14 de cada 100 casos pueden llegar a ser graves y los grupos más vulnerables son claros: adultos mayores, personas con enfermedades preexistentes o crónicas, pero no esto no quiere decir que sean los únicos que lo puedan contraer o estén en riesgo.
No podemos ignorar que el sistema de salud federal está en su peor momento histórico, que las carencias de medicamentos e insumos están costando vidas todos los días y que las posibilidades de que el COVID 19 no sea letal dependen directamente del cuidado oportuno y los insumos médicos. Es indispensable que se atienda con seriedad la amenaza que se vive y que se prepare el sistema de salud para la segunda etapa de “dispersión comunitaria” e incluso por si se llega a la tercera etapa y se convierte en una epidemia.
La reacción del gobierno federal ha sido sumamente errática. Desde los absurdos que se han dicho en las conferencias del presidente López Obrador (como mostrar imágenes religiosas o hablar de la “fuerza moral”) y hasta la forma en que el secretario de educación Esteban Moctezuma afirmó que se suspenden las clases a partir del 20 de marzo y es una “ampliación del periodo vacacional”, está faltando mucha seriedad y sentido común al atender la emergencia. Los ejemplos en los países europeos, en Estados Unidos y en China deben concientizarnos para tomar con suma seriedad la amenaza que estamos viviendo.
Lo he dicho antes y lo repito: la coordinación entre el gobierno federal, los gobiernos estatales y los municipales es necesaria para localizar los posibles casos, para atenderlos y también para restar las posibilidades de que se expanda de forma exponencial. La salud debe ser prioridad nacional y causa que unifique. Sin caer en paranoias o exageraciones, los ciudadanos tenemos la obligación de seguir las medidas de cuidado que se promueven y los gobiernos deben prepararse para enfrentar el escenario de epidemia. Ya son 13 estados de la República que cancelaron las clases desde el martes (17 de marzo), ya son cientos de empresas y de gobiernos municipales y estatales respondiendo a la amenaza de forma acertada.
México saldrá delante de la amenaza porque sabemos ser solidarios y tomar con seriedad las situaciones que nos vulneran. Es tiempo de exigir que las autoridades federales hagan su parte y dejen de aumentar el riesgo de los ciudadanos por negligencia o por soberbia.
Coordinador del Grupo Parlamentario del PAN
@JCRomeroHicks

