Ximena A. Anduaga

 

Era una casa callada

de incendios locura y Cristos

era siempre de noche

era siempre un recuerdo.

Había una banca rígida

donde columpiaba un día tras otro

la pureza era un ovillo

que doblaba las piernas para empujar

Eran tiempos de perdidas

escaseaba todo

necesitaba todo

era siempre de noche

era siempre un sueño

Creí que vencería

ahogué la infancia en ríos

que jamás salieron de mis ojos

supe entonces que viviría siempre inundada

desbordada, naufragio perpetuo.

Eran tiempos de soledades

tenía hambre

tenía frio

era siempre de noche

era siempre un silencio.