La pandemia de COVID-19, cuyo principal punto de crisis en nuestro país está previsto para durar al menos 12 semanas en términos de infección, sin saber cuándo puede terminar el ciclo está mostrando las fuerzas y debilidades que puede tener México.

Lo primero que muestra es la solidaridad de la sociedad en tratar de protegerse, si bien el Gobierno no ha dado muestras claras (esperemos que las dé) de una preocupación severa y lo muestra es que el propio Presidente de México no sigue el protocolo sanitario.

Hoy en día ningún país es una isla, porque todos estamos altamente conectados de una u otra forma, así que lo que pasa en un lugar tiene un impacto en otro. De esta forma, las amenazas internacionales afectan a nuestro país y debemos prepararnos para enfrentar los posibles desenlaces. El COVID-19 es ya un riesgo mundial porque está causando muertes y paralizando los países.

Cuando existe una pandemia, que no distingue entre sexo, raza, religión o condición política, estamos asistiendo a un riesgo humano.

Este desafortunado evento nos debe hacer reflexionar en tres temas: el riesgo en la salud, ya que es un tema bastante severo, el riesgo económico, así como también el riesgo psicológico, que requiere de soluciones a corto, mediano y largo plazo.

Por supuesto, las pandemias tienen un impacto importante a nivel económico: estimaciones del Banco Mundial sugieren que el SARS tuvo un impacto económico de 54 mil millones de dólares, la Influenza AH1N1 generó un daño calculado en un rango de 45 a 55 mil millones de dólares, y el más reciente brote de Ébola en África unos 53 mil millones de dólares. En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha indicado que el impacto del COVID-19 podría reducir a la mitad el crecimiento de la economía mundial en 2020 y situarlo en 1.5%, si bien nos va ya que podría ser mucho peor.

No es para menos, las bolsas del mundo han vivido una de las peores semanas de la última década ante la incertidumbre que genera la expansión de los contagios de Asia a todos los continentes.

Ante este problema que México enfrenta es urgente que el Presidente López Obrador (espero que ya lo haya hecho) haga una declaración de estado en la que explique y señale todas las medidas tanto de salud como económicas a fin de salvaguardar la vida de todos los habitantes del país.

Indudablemente para enfrentar estos retos se requiere un liderazgo, y no solamente del Presidente, sino también de todos los miembros del Gabinete, del Congreso, de todo lo que es la Suprema Corte de Justicia, los Gobernadores y, en general, es importante tener conciencia de que si bien estamos ante un gran riesgo también hay que hacer un esfuerzo conjunto en el que todos los actores sociales cooperemos.

El primer paso para cooperar es en la parte de salud, cuidando de no contaminar y de no extender los contagios. El segundo punto es, tratar de solucionar el sufrimiento económico a través de un plan que incluya pausas para pagar impuestos, para pagar compromisos financieros, apoyos económicos directos para algunas empresas como las PyMES y apoyo fiscal para sectores productivos vulnerables. El tercero es no crear pánico y evitar los riesgos psicológicos.

Estamos en un cambio de Era porque hay dos procesos que se juntan, uno es el riesgo humano en todos los aspectos y el otro el impacto de la Inteligencia Artificial en la vida cotidiana. Tenemos que adaptarnos a esto porque pese a los cambios, algo que no se modificará será la continuidad de la humanidad.

Así que frente a este punto de crisis lo mejor que podemos hacer como sociedad es unirnos fuertemente y encontrar cuáles son los grandes valores que tenemos los mexicanos. La lucha y el esfuerzo es de todos.