Prácticamente, todos los países de la región, con independencia de su situación económica persistente al momento de presentarse la pandemia, han establecido medidas para mantener la liquidez en sus mercados, apoyar a las empresas a mantener operaciones, preservar los empleos y cumplir con sus obligaciones de corto plazo. Por supuesto, se observa en toda la región, medidas de atención a grupos vulnerables, desde los evidentemente necesarios gastos en salud, hasta transferencias a jóvenes, adultos mayores, mujeres jefas de familia, entre varios más.

En cuanto a política monetaria se refiere, las medidas han sido diferentes, de acuerdo con el andamiaje institucional de cada país los bancos centrales tienen diferentes posibilidades y objetivos. Algunas de estas medidas incluyen la compra de bonos para mantener liquidez en los bancos, aumentar los plazos máximos de operaciones, disminuciones de las tasas de interés de referencia, dilación en el pago de los bonos soberanos, uso de encaje legal, entre otras medidas. En algunos países, los gobiernos y los bancos centrales han hecho movimientos para garantizar liquidez a los bancos e incluso han dado incentivos para que otorguen créditos a las empresas, mediante diferentes mecanismos, principalmente garantías.

Lo más relevante ha sido el uso de la política fiscal y los manejos de las diferentes herramientas posibles para atender la coyuntura. En toda la región, incluso en aquellas economías con fuertes presiones económicas preexistentes, ha sido un mecanismo recurrente para apoyar a las empresas.

Por ejemplo, en Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela, se aprobaron dilaciones en el pago de algunos impuestos, principalmente a la renta o a utilidades y al valor agregado. En el caso de Brasil, con el objetivo de ofrecer certidumbre a los mercados, se ampliaron las metas de responsabilidad fiscal y se destinó un presupuesto paralelo para atender la contingencia. En Argentina, se ofrecen créditos al capital de trabajo, otorgados directamente por el Gobierno. Se podría decir que de manera generalizada, en todos los países de la región ha habido programas para la protección del empleo y la garantía de los ingresos de las familias.

Con independencia de su posición política e ideológica, América Latina está ofreciendo a su sector empresarial y a aquellos que deseen invertir en la región las mejores condiciones, de acuerdo con sus posibilidades, para solventar esta crisis incluso cuando queda claro que habrá costos y grandes retos futuros para las finanzas públicas de los países.

En nuestro país, lamentablemente, las políticas de atención a la crisis han estado politizadas e ideologizadas y es una lástima porque México es un país que tiene recursos suficientes para destinar a la atención de la salud, para impulsar el empleo y para sostener la economía, pero están mal orientados a proyectos que no tendrán ningún resultado en el corto plazo.

Debemos aprender del ejemplo de América Latina. Es momento de que los tres órdenes de Gobierno entiendan que nos va a costar trabajo salir del virus del desempleo, que no se están tomando las medidas adecuadas y que esto puede representar un riesgo.

Hoy, más que nunca, necesitamos un Gobierno fuerte y eficiente  que trabaje en favor del país, y necesitamos un liderazgo que nos tranquilice frente a la incertidumbre. Es tiempo de sacar la casta de los mexicanos y de demostrar que el país tiene los medios y la fuerza para salir adelante.