Entramos a una etapa inédita, de excepción, rara. No sólo porque la CDMX está parcialmente paralizada, diríamos semivacía, sino porque casi todo está cerrado. Es como una ciudad en abandono, sin actividad, cortada en su vida. Impensable algún día ver los centros comerciales sin personas, inexistentes.
Los restaurantes cerrados, en las tiendas de autoservicio con cuidados sanitarios sin precedentes (tapabocas, jabón, gel, guantes). Poca gente en la vía pública. Creciente número de ambulantes vendiendo “tapabocas” pirata. Patrullas con autoparlantes invitando al aislamiento.
Políticos y gobernantes que hace unos días se mofaban de la pandemia hoy desesperados no saben cómo impedir las infecciones. Escuelas vacías, iglesias cerradas, gimnasios sin atletas, prohibición a ingresar al campus universitario. Silencio, la capital ya no tiene el murmullo cotidiano, increíble pero nos despiertan las aves.
Pero se vislumbra una etapa económica muy severa. Si nos sorprendíamos con un crecimiento del 7 por ciento del PIB en China, este año en México tendremos, según especialistas MENOS 8 por ciento no únicamente por la pandemia, sino por dos elementos más, una muy mala manejada “austeridad republicana” y el estancamiento del año pasado. El desempleo será una prioridad a atender y de manera urgente.
No habrá tiempo para explicaciones ni discursos, la dinámica productiva tiene que engrasarse y echarse a andar de inmediato y mecanismos y estrategias existen sólo falta voluntad política. Hay que escuchar a los científicos para la infección, pero a los doctos en economía y finanzas para llamar a los emprendedores, ocupar a la gente, llenar sus bolsillos y darles nutrientes. Ahí están las instituciones académicas para apoyar.
No todo el país está compuesto por ciudades, el campo y su gente es importante. Sus animales están muriendo, sus granos no se venden, sus productos no se compran. Y esto va desde agricultores hasta artesanos. Y no vemos medidas adicionales para auxiliarlos. La economía ocupa y preocupa, no hay que descuidarla.
Cada país, cada gobierno verá sólo por los suyos pero cualquier medida tiene el impacto más allá de lo internacional, diría, en lo universal. Esperamos que el gobierno federal en verdad presentara alternativas serias y coherentes. Según la Federación suman 76 mil millones de dólares los depósitos de mexicanos en EU lo que explica la confianza en la 4T.
Recordemos, con el hambre, con la necesidad, con la ausencia de satisfactores no se juega y a contrapelo de lo que dice AMLO, esto no es transitorio, es definitivo y las políticas públicas tendrán que mejorarse, ser más justas, ser más certeras. Nunca a aceptar que una pandemia y la muerte de seres humanos nos cae “como anillo al dedo”.
Ojalá y no empecemos a competir en número entre los infectados por el virus y el número de desempleados. Y luego de la reunión que los empresarios tuvieron con el presidente quedaron de revisar los planes hasta después de Semana Santa, vaya preocupación que tienen, ¡es emergencia y no lo entienden!