Entrevista con Gonzalo Monroy, especialista en temas energéticos

Con motivo de la baja en el precio del barril de petróleo, motivada por las decisiones tomadas por países como Arabia Saudita, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se reunió para reducir la producción con el objetivo de que el precio aumentará, pero México se convirtió en protagonista del encuentro por la manera en que la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, se desempeñó.

Las críticas no se hicieron esperar, debido a la salida de la videoconferencia que se estaba llevando a cabo el pasado 9 de abril, para consultar con el presidente –pero sin avisar a sus contrapartes– por parte de la titular de Energía de nuestro país.

La periodista Amena Bakr, quien cubre tanto la OPEP como a Arabia Saudita, señaló en su cuenta de Twitter que es “esto no pasará bien la historia México, mal movimiento”, pues el gobierno lopezobradorista se negó a una reducción de 400 mil barriles diarios como era solicitado por los demás países miembros de la Organización.

Diversos especialistas señalaron que México se había convertido en obstáculo para alcanzar un acuerdo, pero de manera sorprendente se informó que gracias a una negociación con Estados Unidos,el gobierno de Donald Trump se comprometió a respaldar el hecho de que México sólo redujera en 100 mil barriles la cuota que le correspondía, siendo nuestro socio comercial el que aportaría los 250 mil barriles para compensar.

Pero detrás de esta historia, se encuentra el reflejo de una concepción que tiene al petróleo en el centro de un proyecto de nación, uno que concibe al llamado oro negro como la más importante palanca de desarrollo para nuestro país, aunque para hacerse realidad deberá sortear la difícil aduana de la realidad, en un mundo en el que producir petróleo ha dejado de ser un arma de negociación y de hegemonía, por mucho que se repita esto en los discursos oficiales.

El hecho de que la defensa que el aparato de propaganda oficial tuvo que hacer de Rocío Nahle y la manera en que se comportó frente a los miembros de la OPEP, en términos de nacionalismo y soberanía, refleja que se trata de una apuesta muy alta que ha hecho el presidente López Obrador, aunque sin darse cuenta que se hizo con cálculos que pudieran estar equivocados.

Gonzalo Monroy

 

El inicio del mito

Gonzalo Monroy es especialista en temas energéticos. Durante más de una década ha seguido de cerca los movimientos en el mercado petrolero no sólo nacional y mundial. Como consultor especializado en el mercado de América del Norte, ha podido conocer de primera mano la génesis de una idea que se anido en la cabeza de un político tabasqueño quien con el paso del tiempo logró alcanzar el sueño de todos los integrantes de la clase política mexicana: la presidencia.

“Lo que ha hecho el presidente, es tomar el tema petrolero como un estandarte de identidad nacional. El asociar la soberanía a un recurso, a un producto como cualquier otro, es lo que nos lleva a algo más profundo: es lo que llamó el paraíso perdido, que es cuando es un joven adulto y le tocan varios elementos clave en su formación, que dejan una gran huella en él. El primero se da a principios de la década de los años 70 como representante popular del PRI ante las comunidades de Tabasco, cuando le toca ver el boom petrolero con el descubrimiento de varios campos, era una época en la que Pemex estaba entrando en quiebra, se importaba petróleo y esos descubrimientos le dan la vuelta a dicha situación; Andrés Manuel le toca ver como nacen ciudades, como Nuevo Pemex.

“Esta impresión de que Pemex puede llevar el progreso y el bienestar a las comunidades, permea muchísimo en él y fija sus expectativas. Cuando dice que el petróleo es la palanca de desarrollo, nadie lo va a convencer de lo contrario porque él ya lo vió, fue una experiencia vivencial, no va a haber forma que le digan que no.

“Además, en la misma década se da cuenta de que quien tiene el petróleo tiene el poder y puede hasta doblegar a esas grandes potencias hegemónicas, lo cual refleja esa forma en que se manejaba el tema en esa época; así quien tiene petróleo tiene los recursos, es autosuficiente, y puede doblegar a otros países como sucedió con Estados Unidos en algo que le costó la reelección Jimmy Carter.

“Las energías alternativas, aunque las empieza a mencionar no cree en ellas. En su concepción, Pemex ha sido debilitado, el Estado ha perdido capacidad de maniobra, perdiendo presencia. Por eso no va a permitir las rondas de campos petroleros, porque para él es compartir el poder, por eso no quiere la participación de empresarios, lo cual considera un atentado contra la patria. Andrés Manuel no distingue a Pemex como una empresa, para él es parte del Estado o es el Estado mismo, por eso todo el énfasis en apoyarla con todo, porque lo que está en juego es el Estado”.

 

 

Pero llega la guerra de precios

Después de dos intentos por alcanzar la presidencia, y de la revelación de una reunión en la que pedían que permitiera a los legisladores del PRD –su partido de entonces– participar en las negociaciones de una reforma energética en el sexenio calderonista, a lo que se negó bajo el argumento de que había que dejar que se hundiera para luego, ganando las elecciones, recuperar a la empresa, López Obrador logra su sueño de convertirse en presidente de México.

No obstante, su sueño se ve nublado por una realidad amarga: Pemex está en quiebra prácticamente y a pesar de los recursos que recibe del gobierno, sigue arrojando pérdidas –las más cuantiosas en 2019–, a lo que se suma una guerra de precios que tiene como protagonistas principales a Arabia Saudita y a Rusia que provocan que el precio de la mezcla mexicana se ubique en cerca de los diez dólares por barril, es decir, sale más caro producir uno que venderlo.

“Un elemento crucial para entender lo que pasó es esa concepción de Pemex en términos de soberanía. Para el presidente el único parámetro de éxito es incrementar la producción, si ésta es más alta se rescató la soberanía, Andrés Manuel no entiende –lo digo con toda responsabilidad– la rentabilidad, porque no ve a Pemex como una empresa, sino como parte del Estado y éste no está para ser rentable, sino para dar –en su visión–. En ese sentido, entrando al corazón del sistema, las empresas tienen a la mano diversos recursos para mejorar los precios y la rentabilidad, mientras el mundo dice que tenemos que ser rentables para sobrevivir, Andrés Manuel no puede pensar en los mismos términos porque para él es perder soberanía, es quedarse expuesto, por eso tenía que haber esa defensa de Rocío Nahle, todo el aparato de propaganda del Estado dice que se defendió la soberanía, pero ésta es el pueblo no un producto que, aparte, no hicimos nada para merecerlo, es la geología, ahí no se puede hablar de soberanía.

“Fitch redujo la calificación a México, a pesar del discurso. Este año va a ser el peor financieramente hablando para Pemex en su historia, va a ser terriblemente malo, bajó la producción, no hay ventas. Cómo se puede decir que Pemex está más fuerte si la empresa está destruida“.

Así, la guerra de precios podría cobrar nuevas víctimas si se hace realidad la intención de algunos países del Medio Oriente de ofrecer precios especiales a clientes que compran el crudo mexicano.

“En esta guerra de precios, lo que se trata de maximizar es el precio por la cantidad vendida, si el precio es bajo se va a aumentar la oferta. El mercado de Norteamérica, por la cercanía todavía lo tenemos seguro, sin embargo, representa el 50 por ciento de las exportaciones, el resto se va a Asia, la India, Corea del Sur, y una parte marginal a Europa, los árabes pueden aprovechar esto y quedarse con esos clientes con lo que el golpe será muy fuerte a las finanzas públicas, lo cual en la crisis por el coronavirus agrega un elemento de inestabilidad por la insuficiencia presupuestal.

“A Pemex no se le evalúa como una empresa, sino como el brazo ejecutor en materia petrolera del Estado mexicano, está implícito que el gobierno hará lo que sea para rescatarlo, pero si éste no tiene dinero, por la insuficiencia presupuestal, qué más podrá hacer, ¿no pagarle a sus trabajadores?, es insostenible, todo esto son malas señales para la inversión”.

 

 

Pero hay acuerdo con Trump

Luego de la manera en que se dieron las negociaciones con los países miembros de la OPEP y las críticas recibidas, se dio a conocer que la negativa de México a reducir su producción en 400 mil barriles diarios, proponiendo que fueran 100 mil solamente, era respaldada por Estados Unidos, país que en declaraciones de su presidente, Donald Trump –y confirmadas por el propio López Obrador–, absorbería la parte mexicana, aunque no se precisaron los detalles de acuerdo entre ambas partes.

“Lo que nos enteramos, por Andrés Manuel, aunque no se sabe que se negoció, es que México recorta 100 mil barriles y Estados Unidos 250 mil, no sabemos a cambio de qué, es difícil pensar que fue por un acto de generosidad. Trump dijo que México se comprometió a esto para pagar o reembolsar después, la realidad es que ese rango de incertidumbre da para especular, como puede ser que en octubre se pague el muro para asegurar su reelección; lo dicho por el presidente y la secretaría de Energía que fue a cambio de nada, no se sostiene, porque no sabemos qué se negoció y no se puede decir aún si ganamos o perdimos por ese acuerdo.

“Por otro lado, México pierde aún sin el acuerdo con Trump. No se tenía la obligación de recortar la producción, fue una necedad quererse sentar a negociar y decir no juego, porque al sentarse a la mesa con la OPEP estaba implícito el compromiso de recorte, además México nunca estuvo en posibilidad de poner 400 mil barriles, porque la realidad objetiva es que estaba en cero y terminó perdiendo 100 mil.

“Con este recorte simplemente se acepta de que el sueño de revivir a Pemex ya no va a ocurrir, a pesar de la narrativa presidencial, los hechos hablan por sí mismos, la producción el lo que va del gobierno de López Obrador ha caído 8 por ciento, en los dos primeros años la producción ha caído, las refinerías también han caído en su producción, hay deterioro en los equipos, se abrirán espacios discursivos porque su apuesta petrolera no se va a cumplir, es un hecho consumado, todo depende de los siguientes pasos del presidente para definir cuál va a ser el legado de su administración; hoy algunos instrumentos de opinión pública muestran que la gente ve con mucho escepticismo que se siga apostando a Dos Bocas cuando ese dinero se puede utilizar en equipo médico para darle la pelea al coronavirus, pues sin esa primera línea de defensa la devastación económica y de salud pública en México va a ser muchísimo más profunda de lo que cualquier persona puede imaginar”.

@AReyesVigueras