Emilio García Riera (1931-2002) escribió que la película Iván el Terrible (Iván Grozny, Unión Soviética, primera parte, 1943-1944, segunda parte, 1945-1946) de Seguéi Mijáilovich Eisenstein (1898-1948) es “la obra más bella, más rica, más impresionante y más conmovedora que hay producido el cine”. Es una fascinante puesta en cuadro (tomas), con un montaje (edición de las tomas, de acuerdo a la idea de desnudar el alma humana, en toda su crudeza) asociativo, de atracciones, rítmico y tonal, que contiene claras reminiscencias teatrales, en las que se conjugan, la épica, el lirismo y el simbolismo, dentro de un gran “fresco” u composición plástica, destacándose “la mirada, el gesto, los movimientos, las líneas y los decorados, apuntó Jean Mitry.

Recientemente (27 de marzo) se conmemoró el Día Mundial del Teatro y, dado que no podemos asistir al cine, incluida la Cineteca Nacional, debido a la crisis provocada por la aparición del COVID 19, he decidido escribir sobre el genial dramaturgo S. M. Eisenstein. Antes de realizar las películas (La huelga, El Acorazado Potiomkin, Octubre, La línea general o Lo viejo y lo nuevo, la inacabada ¡Que viva México!, La pradera de Bejin, Alexander Nevski e Iván el Terrible), Eisenstein, graduado en Arquitectura, fue dibujante (Marie Seaton, en su biografía de Eisenstein, cita a Maxim Strauch, amigo del realizador desde la infancia: “Podía ver a menudo a un niño de unos diez años… inclinado sobre un grueso libro de dibujos. Su mano segura y rápida, producía dibujos fantásticos”), escenógrafo (en 1912, Eisenstein asistió a una representación del antiguo cuento chino Turandot, en el que la escenografía, declaró él años más tarde, influyó en la elección de su profesión) y director de teatro del Octubre Teatral [término acuñado por V. E. Meyerhold (1874-1942) que resume bajo esa denominación todas las corrientes teatrales que cristalizaron en torno a la Revolución Socialista Rusa, de Octubre de 1917: los grandes espectáculos de masas; las piezas de agitación política (Teatro Foregger, Teatro Proletkult; los experimentos constructivos formalistas de improvisación, los estudios experimentales del Teatro de Arte de Moscú, los Teatros Populares Nacionales]. Discípulo de Meyerhold, Eisenstein dirigió el Teatro Proletkult, donde llevó al extremo el teatro de agitación y propaganda (Agitprop), mezcla de declamación y movilización política. Entre sus montajes, cabe mencionar El mexicano (1920-1921) y El sabio (1923). Eisenstein consideraba que el teatro debía ser un “espectáculo agresivo” encaminado, principalmente, a suscitar en el espectador una violenta reacción sensorial o psicológica y la labor del director debía limitarse a desarrollar la obra dramática en una serie de momentos matizados por la intervención de artistas de circo, bailarinas, recitadores y toda clase de elementos espectaculares. El recuerdo de los acróbatas y de los payasos que había visto por primera vez en su niñez, cuando su nana lo llevaba al circo, serían claves para elaborar de forma extrema su teoría del montaje de atracciones, en el teatro. La teoría consistía en que “la atracción (en su aspecto teatral) -escribió- es todo momento agresivo del espectáculo, es decir, todo elemento que somete al espectador a una acción sensorial psicológica, experimentalmente verificada y matemáticamente calculada para obtener determinadas conmociones emotivas del observador, conmociones que, a su vez, le conducen, todas juntas, a la conclusión ideológica final (El camino del conocimiento a ‘través del juego vivo de las pasiones’ que es específico del teatro)”.

Antes (después de publicar sus primeras caricaturas), en 1917, trabajó en sus iniciales intentos de bocetos para escenarios, trajes y maquillaje, para comedias de máscaras italianas. De 1918 a 1922, previa producción de bocetos para la escenografía de Misterio bufo de V. V. Mayakovski (1893-1930), se dedicó, a dirigir, a montar escenarios, a actuar, ocupándose en desarrollar los principios de la representación teatral, a leer biografías sobre sobre teatro y a estudiar japonés. El 23 de octubre de 1920, a tres días de haber sido designado director de la Sección de Escenografía del Primer Teatro Obrero del Proletkult, comenzó a trabajar en la escenografía, los trajes y el maquillaje para la producción de El mexicano, basado en el relato de Jack London (1876-1916). Sin duda alguna, a esa fecha, el joven Eisenstein, a sus casi 23 años, que cumpliría el 10 de enero de 1921, ya era todo un maestro de la teoría y la práctica del arte teatral.
En Yo, memorias inmorales, su autobiografía, confesó modestamente que El mexicano fue su primer trabajo teatral. En una nota se aclara que en la representación de El mexicano, montado en la Arena Central del Proletkult, en Moscú (temporada 1920-1921), Eisenstein trabajó por primera vez en el teatro profesional como escenógrafo y después como codirector de V. S. Smyshliav. Acorde con la fórmula de la agitación y de la propaganda (Agitprop) del Proletkult, Eisenstein -lo leí en su mencionada autobiografía-, en 1920, ensayaba con gran pompa, su primera puesta en escena (junto con el ya fallecido, aclara Eisenstein, Valentín Smyshliaev) en el teatro, a la manera de T. T. Barnum (la familia Barnum, se lee en otra nota, estableció una dinastía circense en Estados Unidos, con espectáculos suntuosamente decorados y anunciados con carteles de vistoso colorido), la llegada del mexicano al ring, a la manera como se anunciaba la llegada de Oscar Wilde a Nueva York, vestido con una chaqueta de terciopelo, una boina verde, pantalones hasta las rodillas y medias. El nombre de ¡Oscar Wilde! Fue sustituido por el de ¡Felipe Rivera!, y el calificativo ¡la gran estrella! por ¡el gran boxeador!: “¿Quién va? ¿Quién va? ¿Quién va? ¡Es él! ¡Es él! ¡Es él! ¡Felipe Rivera! ¡Felipe Riera! ¡Felipe Rivera! ¡El gran boxeador! ¡El gran boxeador! ¡El gran boxeador! En el espectáculo, estrenado el 18 de mayo de 1921 (el 3 del mismo mes se ofreció una representación, para el mundo del arte de Moscú), en el Primer Teatro Obrero del Proletkult, se incluyó una pelea de box ‘en vivo’, para lo cual se instaló en el escenario un ring completo.

El ya gran maestro de la escenografía y, supuestamente, aprendiz de director de teatro, no se imaginaba que, en 1924, lo dejaría todo por el arte cinematográfico. Previamente, a su apasionada dedicación, de tiempo completo, que daría todo de sí por un arte de vanguardia, Eisenstein comenzó a dictar un curso sobre el arte teatral, dado a los soldados del Ejército Rojo de la guarnición del Kremelin.
Después de iniciar su trabajo en la obra El sabio de A. N. Ostrovsi (estrenado el 22 y 26 de abril de 1923), Eisenstein filmó el cortometraje El diario de Glúmov (8 de mayo de 1923), exhibido conjuntamente con la obra El sabio. El diario de Glúmov, al incluirse en Cinema Verité de Primavera de Dziga Vertov se tituló Sonrisas de primavera del Proletkult. El 20 de mayo de 1923, Eisenstein publicó el artículo Montaje de atracciones, teorización de sus experimentos teatrales que aplicaría en la realización del montaje de La huelga (Unión Soviética, 1924-1925), película en la que la forma resultó más revolucionaria que el contenido. El montaje de atracciones generó y sigue generando violentos choques ideológicos, inclusive sobre el espectador más avezado. La trasformación que provocó la teoría del arte teatral de Eisenstein, en el arte cinematográfico, es evidente. Iván el terrible tiene más influencia de teatro Kabuki japonés, profusamente estudiado por Eisenstein, que del montaje de atracciones. Hay una gran diferencia de estilo, entre La huelga (salto del teatro al cine) e Iván el terrible (salto del cine al teatro). Pese al salto, Iván es, en forma y esencia, lenguaje cinematográfico.


