“La política es un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, pero cuando aquellos que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción.”

Papa Francisco.

Después de varias semanas de confinamiento en nuestras casas, nadie en el mundo puede negar que nos enfrentamos a la crisis humanitaria más grave en el último siglo, causada por el COVID-19. Lo que nos ha obligado a hacer un alto en el camino. Como en toda circunstancia de la vida humana, existe la posibilidad de sacar el mejor de los provechos o bien, lamentarse sin hacer nada.

Reflexionar y discernir, se presenta como una gran oportunidad para valorar que un simple virus trastocó la normalidad -o mejor dicho la anormalidad- mundial. Pues es este el tiempo en el que a una velocidad vertiginosa hemos tenido más avances científicos y tecnológicos, pero a su vez es la etapa en la que más daños se han realizado a la humanidad y al planeta.

Aparentemente vivíamos seguros, en paz, pero el Covid, de golpe, nos ha hecho voltear a la realidad para recordarnos que no es así, que somos seres finitos, vulnerables, que nos olvidamos de la dignidad de la persona, de la comunidad, del bien común, de la solidaridad. Que la sociedad se sumió en un individualismo, consumismo e indiferencia frente al otro.

Vivimos una crisis de salud y conforme pase el tiempo se va ir agravando con la crisis económica, social y política que se avecina. Ante ello es necesario encontrar caminos comunes, que vayan por encima de ideologías o militancias. Que nos permitan construir puentes para aminorar las consecuencias de esta crisis, en los ciudadanos y nuestras naciones. “Principalmente por quienes sufren y sufrirán más producto de esta pandemia: los pobres. Pues son los que están más solos y abandonados, los más frágiles y vulnerables, los más desamparados, los que resultarán más golpeados por la pandemia.”

Ante ello un grupo de católicos latinoamericanos con responsabilidades públicas se dieron a la tarea de construir un manifiesto para “un compromiso y un llamado a la acción” dirigido a los políticos de Latinoamérica. Sustentando la propuesta en una mirada a la dramática realidad que nos enfrentamos, desde nuestra identidad de cristianos.  Como dice el Cardenal de Montevideo: “No pretendemos dar cátedra, pero tampoco estamos dispuestos a diluirnos sin decir nada.”

Se hizo reconociendo que somos parte de sociedades democráticas, plurales y laicas en las que vivimos, abiertos a la escucha y el diálogo de otras experiencias para construir acciones comunes.

Somos un poco más de 200 políticos de 16 países, que nos hemos adherido.

Dentro de los referidos políticos, se encuentran cuatro Expresidentes de naciones: Miguel Ángel Rodríguez Echeverría de Costa Rica y Ex Secretario General de la OEA; Eduardo Frei Ruíz-Tagle, de Chile; Luis Osvaldo Hurtado Larrea, de Ecuador; Rafael Ángel Calderón Fournier, de Costa Rica; Carlos Alberto Massad Abud, de Chile, Ex Director del FMI, Ex Secretario Ejecutivo CEPAL, Ex Ministro de Salud, además de Parlamentarios y exparlamentarios, alcaldes, senadores, exgobernadores, miembros de organismos internacionales, entre otros.

Todos católicos con responsabilidades públicas, destacando que somos de distintas convicciones políticas, humanistas, socialistas y plurales. Invito a quien quiera conocer el manifiesto completo y/o adherirse a el, acceda en la siguiente liga: http://www.liderescatolicos.net/manifiesto/inscripcion.

Es tiempo de que en la adversidad, todos redescubramos la fraternidad, contribuyendo con la comunidad humana, local y global, indistintamente de la propia trinchera.

 

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