Para muchos mandatarios, una crisis es una oportunidad para afianzar su proyecto y liderazgo… o para hundirse por una mala respuesta. Pero lo que nunca dejarán de hacer es seguir el libreto que les indica que, a pesar de todo, hay que seguir con la misma línea que se estableció con el primer discurso.
Así, Donald Trump sigue hablando de hacer a América grande otra vez, Jair Bolsonaro continúa con el estilo de predicador y en nuestra tierra, López Obrador habla de que estaba preparado y que vamos a superar la crisis pronto.
El problema es que la realidad acaba imponiéndose y las cifras –esas que tanto desprecian cuando contradicen sus discursos–, dicen otra cosa. Así, Estados Unidos es el país con más muertes por el Covid-19, México enfrenta una crisis que se agrava por el tema sanitario –sin que se resuelva el tema de la inseguridad o el empleo– y en Brasil no saben qué hacer con un presidente que recurre más a una retórica religiosa que a acciones concretas.
En el mundo de estos políticos, todo va bien y todos los problemas se resolverán pronto, a pesar de lo que sus gobernados enfrentan día a día.