“El recogimiento y la meditación son
las primeras potencias del ser humano”.

Mirabeau

 

En tanto el Valle de Anáhuac, -nuestra casa-, era escenario del crecimiento de la civilización mexica y en el resto del ignoto continente americano se desarrollaban las diversas culturas y civilizaciones que siglos después deslumbrarían a sus conquistadores; en la Europa medieval sus pobladores se enfrentaban a una gran pandemia, curiosamente proveniente de la China, a la cual, como resultado de las afecciones septicémicas que desarrollaban sus víctimas, denominaron Peste Negra.

El drama sanitario desatado en el lejano oriente en 1346 pronto afectó a la India, Mesopotamia, Siria, Persia, Egipto y el Asia Menor; el Papa Clemente VI, residente en Aviñón, Francia, fue informado por los prelados de Oriente que más de 24 millones de personas habían sucumbido ante esa desconocida enfermedad.

Aunadas a la ausencia de medidas sanitarias de la época, las enfermedades viajaban en barcos, fuese a través de pasajeros o miembros de la tripulación afectados, o a través de centenares de roedores, fauna nociva inherente a las embarcaciones de la época.

Fue así como en 1347 la Peste Negra desembocó en los puertos de las repúblicas de Venecia y Génova, invadiendo rápidamente la península itálica y llegando en 1348 a Florencia, ciudad que verá diezmar a más del 80 por ciento de sus habitantes, a pesar de todos los esfuerzos aplicados por gobernantes, comerciantes, médicos y un poder clerical que se fortalecía bajo el argumento del “castigo divino” ante los pecados del mundo.

La extrema mortandad urbana obligó a muchos de los potentados a huir de las ciudades y a recuperar la vida de sus propiedades rurales, este será el escenario que llevará al gran Giovanni Boccaccio a escribir en dialecto florentino el famoso libro de cuentos Il Decamerone, título opuesto al Hexamerón de San Ambrosio que narran los seis días de la creación del hombre; en su obra Boccaccio elige que la recreación del hombre se llevó a cabo en diez días, lapso en el que sus personajes, siete doncellas y tres hombres, narran 100 cuentos integrados en tres ejes fundamentales: el amor, la inteligencia humana y la fortuna.

Esta obra marcará un cambio sustantivo en el desarrollo cultural de la humanidad, pues a diferencia del autor del Hexamerón, el florentino destaca al ser humano y su albedrío como recreadores de su propio destino, premisa compartida con Dante y Petrarca, trilogía de autores que preconizaron el advenimiento del Renacimiento.

La historiografía de las grandes pandemias siempre nos mostrará los cambios culturales que llevan aparejados, y entre ellos el aislamiento voluntario es, junto a la meditación, una de las primeras potencias transformadoras de los seres humanos, tal como lo refirió el Conde de Mirabeau, revolucionario francés que presidió la Asamblea Nacional Constituyente que instauró la I República Francesa sobre los escombros de la epidemia monárquica que asoló al pueblo galo.