Corona es la marca de cerveza mexicana más vendida en el mundo, aunque no es la única. Se trata de un producto mexicano que se comercializa en más de 160 países. Por ejemplo, es muy popular en países consumidores y productores por excelencia como Alemania o España; además, es la primera cerveza de importación en Estados Unidos. Con 4.1 millones de hectolitros exportados en 2019, México es el mayor exportador y el cuarto productor de cerveza en el mundo. Entonces ¿por qué el gobierno federal bajó la cortina y decidió paralizar su producción?

De acuerdo con la industria cervecera, el valor de exportaciones es de 4 mil 858 millones de dólares, lo que representa 25 por ciento de las exportaciones agroindustriales de México. En tanto, el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) —dependiente de la SADER— destacó en sus informes periódicos que la industria de la cebada y malta tienen un valor de producción de 4 mil 443 millones de pesos al año. Y regresa la pregunta ¿por qué el gobierno federal ha puesto en riesgo a una industria tan próspera?

La importancia económica de la cerveza no sólo representa exportaciones que generan riqueza para el país. Hoy, 65 millones de mexicanos consumen más de 6 litros de cerveza al mes, lo que ha permitido que el sector cervecero genere más de 55 mil empleos directos y más de 600 mil indirectos en todo México. Esto es resultado de que sus principales canales de comercialización son las tienditas de barrio, los restaurantes y las tiendas de conveniencia. La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes estima que la cerveza representa de 30 a 40% de los ingresos de las tiendas de esquina y hasta casi el 50% si se suman los productos periféricos (como botanas y refrescos). Y la duda es persistente ¿Por qué la cuatroté la desairó como no esencial?

El martes 31 de marzo, el Diario Oficial de la Federación oficializó la suspensión de algunas actividades productivas consideradas como no esenciales en el marco del combate a la pandemia por Covid-19. Pese a que las actividades agroalimentarias todas son consideradas como esenciales, la cuatroté, sin argumentación, prohibió las actividades de la industria cervecera. ¿Qué factor pesó en esta decisión? ¿El desconocimiento administrativo de una nación, la ignorancia de los alcances transversales de la economía y los beneficios laborales? ¿Imperó en tal decisión un falso puritanismo para combatir el alcoholismo? ¿Fue una revancha política? Hasta el momento nadie ha dado explicación alguna.

Asombrosamente, mientras en Europa, Alemania y Francia regalaban y tiraban su producción, la escasez de cerveza en México también ha traído daños colaterales cuando los consumidores han tenido que recurrir a productos de dudosa calidad que en el mejor de los casos se trata de cervezas piratas y en el peor, a aguardientes con alcohol adulterado con metanol que ya mató a decenas de consumidores en Jalisco, Morelos, Puebla y Yucatán. ¿La decisión es para combatir el alcoholismo en México? ¿López-Gatell recordó que una de sus actividades es el combate a las adicciones? ¿Quién se hará responsable de estas muertes?

Desde que se dio a conocer esta suspensión, el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), a través de Bosco de la Vega, calificaría como un grave error del subsecretario López-Gatell la prohibición a la producción cervecera. Postura que paradójicamente sería secundada por el propio titular de la PROFECO, Ricardo Sheffield, ante diputados y en entrevistas a medios. Mientras el funcionario federal resaltó que esta industria no fue suspendida en ninguna parte del mundo, De la Vega abonó al considerar que el vocero de Salud se adjudicó atribuciones que no le corresponden y erigió como una suerte de ministerio público.

Con la cerrazón del inaccesible rockstar López Gatell se toparon los débiles intentos de la SADER para defender a su sector del manotazo recibido. Se trata de una afectación real a una industria que busca sortear la crisis y no perder su exitoso nivel mundial como productora y exportadora. En una muestra por buscar nuevos derroteros, la industria cervecera se ha mostrado empática con la sociedad consumidora, pero también con los meseros que han perdido ingresos. No demanda del gobierno recursos, sólo que los dejen trabajar.

Ya no es preciso hacer sesudos análisis para percatarse que la escena nacional actual está plagada de ocurrencias que de suyo no pueden llamarse políticas públicas. La puntada de cancelar la producción de cerveza crea ahora un desbarajuste donde no lo había ni era necesario, porque naturalmente si las cerveceras frenan o reducen su producción, ello afecta a sus principales proveedores de insumos: los más de 5 productores de cebada en México, para quienes no hay en este momento certezas de que puedan colocar sus próximas cosechas, o si reducirán las superficies sembradas, si obtendrán ganancias, si las cerveceras pagarán el grano a precio justo. Nada de ello se sabe ahora, pero lo que sí se logra constatar es que en la cuatroté no hay una visión integral de las cadenas productivas y tampoco una racionalidad en la toma de decisiones. Por lo menos podrían haber consultado a alguno de los muchos técnicos que todavía tiene la SADER —ya no digamos al decorativo secretario— para que emitiera alguna opinión sobre los efectos perniciosos que enfrentarán los cebaderos y sus familias. Aquí hubo un capricho imperioso ya sea del súper-sub-secretario López Gatell o del inquilino del Palacio Nacional.

@int_rural