En unos años quienes sobrevivan o sobrevivamos las aciagas horas oscuras que se han cernido sobre la humanidad con el surgimiento del Covid-19, recordaremos como un día debimos cambiar hábitos, costumbres, y debimos encláustranos en nuestros hogares con el único propósito de salvar nuestra vida y la de nuestros familias.

Recordaremos cómo oímos hablar de un virus, en diciembre del 2019 supuestamente surgido en un mercado se la ciudad de Wuhan, proveniente de un murciélago, que ocasionó el contagio y la muerte de millares de personas, el encierro de millones de habitantes para que no se expandiera el contagio y poco a poco comenzaron a presentarse casos en Asia, y en el mundo occidental en Italia, Francia, España, Inglaterra. En América detonó con mayor incidencia en los Estados Unidos. Que se cancelaron Vuelos Internacionales y cruceros que no encontraba puertos donde atracar.

Aquí en México, de ese diciembre recordaremos como el 12, dia de la Virgen de Guadalupe, partió de nuestro territorio Evo Morales, sin cumplir ni un mes de exiliado. Vendrán a nuestra mente cómo los resultados catastróficos en materia económica de un año de gestión de un nuevo gobierno, exacerbó la polarización social, que el nuevo gobernante disfrutaba de enconar, comportándose como jefe de una facción y no como líder de una Nación.

Y así, divididos, enojados, empezamos ese año horribilis, quizá fue hasta febrero que ante el crecimiento de la pandemias en Italia, Francia y España, países muy cercanos a nuestros afectos que comenzamos a preocuparnos y a exigir al gobierno una postura al respecto. En los Estados Unidos en año electoral, su presidente, neceaba con que era un virus chino y que todo estaba bajo control. El tiempo y la realidad demostró su garrafal equivoco.

Aquí, en el mismo tenor, el ejecutivo federal, lo minimizo y afirmó que no llegaba ni a gripe, que nos haría lo que al viento a Juárez. Continúo sus actos interminables de campaña, mismos que no han parado pese haber alcanzado el poder. En sus giras lo vimos abrazando viejitos y mujeres, besando niños y exhortando a salir a comer con la familia a la calle. Y en un acto reprobable, burlonamente expresó que con unos escapularios, un billete de dos dólares o un trébol, el coronavirus no nos afectaría, porque el pueblo salva al pueblo.

Y recordaremos que ante esta actitud, las Universidades privadas, Instituciones bancarias, financieras, empresas de diverso tipo a los que se sumaron la UNAM y otras universidades públicas, suspendieron clases presenciales y labores y decidieron iniciar un enclaustramiento social, a pesar y en ese momento en contra del gobierno.

Ante esa reacción, el gobierno tuvo que tomar las mismas medidas y  se encontró con el epidemiólogo que labora como Subsecretario de Salud, que tenía facilidad de palabra, cierto carisma y “sangre ligera” y lo nombró vocero. Sin embargo, algunos conspicuos capitostes de la cuatrote seguían minimizando el problema, a pesar del número de contagiados y muertos y expresaron que con un caldito de pollo o un mole se curaba y que además era enfermedad de ricos, que a los pobres no les daba.

Otro tema que se recordará, algunos con mucho enojo y rabia, es cómo los números no coincidían, estos en la estadística del avance de la pandemia se convirtió en el talón de Aquiles del gobierno. El vocero al intentar explicar las estadísticas se enredó en el pial y terminó confundiéndose él mismo, lo cual aunado a un halago servil al presidente que se registró en el diccionario de abyecciones; lo llevó a perder credibilidad y popularidad; misma, esta última, que lo volvió personaje de revistas del corazón.

Un tema que siempre recordaremos los mexicanos, es el pleito gratuito que compró el presidente con los empresarios de la Iniciativa Privada por ser refractario a apoyar una política de salvación de la economía, porque a la crisis sanitaria, se aunó la crisis económica y de inseguridad. Pero esa es otra historia.