Una tendencia que tendrá un alto impacto en México después de la pandemia de Covid-19 es la educación a distancia, una herramienta necesaria para incorporarnos a la Cuarta Revolución Industrial. Desde el pasado 20 de abril, millones de niños y jóvenes regresaron a clases bajo una nueva estrategia: frente a televisores, computadoras y radios en sus casas.

Aunque es la primera vez que este modelo se aplica de forma masiva, nuestro país no es principiante en la materia: la educación a distancia comenzó con la implementación de la Telesecundaria en 1968 que busca educar a estudiantes de secundaria en áreas rurales a través de la televisión. Actualmente la Televisión Educativa es una red con programas emitidos en todo México y adaptados a los diferentes grados educativos, siendo un modelo exitoso que cuenta con más de un millón y medio de estudiantes y alrededor de 70 mil docentes.

En este sentido, contamos con experiencia educativa más allá de las aulas físicas, sin embargo, aún tenemos que aprender a incorporar las tecnologías para entrar a una NUEVA ERA EN EL MODELO EDUCATIVO. Esto implica no sólo el uso de Internet sino de transformar la forma en que se realiza el proceso de enseñanza-aprendizaje.

En un nuevo esquema, los alumnos deberán ser los gestores de su propio aprendizaje y los docentes, junto con las  tecnologías, solo serán un apoyo. La cuestión es importante porque los estudiantes deben cambiar su percepción sobre la escuela, pues la educación no sólo implica aprenderse los contenidos de las asignaturas, sino también desarrollar habilidades, aptitudes y valores que les permitan crecer como seres humanos, adaptarse, solucionar problemas, pensar críticamente  y ser altamente competitivos en un mundo que está cambiando.

Hay mucho que hacer para que este modelo sea efectivo y garantizar que no haya un rezago educativo, se necesita estar conscientes de que la educación es un proceso de corresponsabilidad en el que se debe distribuir el trabajo entre las autoridades, los profesores, los propios alumnos y los padres de familia. No se trata sólo de responsabilizar al docente por las deficiencias educativas, sino de admitir que los padres también tienen responsabilidad para enseñar y guiar a los hijos.

En este sentido, la Secretaría de Educación Pública, de la mano de empresas tecnológicas como Google, ha lanzado una capacitación virtual para más de 500,000 maestros y padres de familia. Y este es el modelo que debe permanecer: la CAPACITACIÓN CONSTANTE no sólo para los docentes y los alumnos, sino también para los padres de familia e incluso para las autoridades educativas.

Esta pandemia puede ser un área de oportunidad para mejorar las condiciones de nuestro sistema educativo, siempre y cuando se corrijan las amplias deficiencias que tenemos como la falta de infraestructura, de presupuesto, de protocolos y de capacitación. Para esto es necesario y urgente un programa para el futuro, que incluya reforzar y mantener los libros de texto, el apoyo directo a los docentes, la formación en línea, y la creación de materiales para todos aquellos alumnos que tengan menor posibilidad de conectividad. Este plan, incluso, podrá ser una fuente de empleo para la gran cantidad de jóvenes especialistas en educación que anualmente egresan de las universidades y que, lamentablemente, no encuentran oportunidades.

Es momento de dejarnos de política y de trabajar para mejorar la realidad educativa de nuestro país. Es posible, tenemos los recursos, tenemos el capital humano, ¿por qué no hacerlo?