Relevancia en el contexto actual

 

  1. Saludo a todos los asistentes al seminario, a sus organizadores, al coordinador, a los colegas que me antecedieron en la presentación y por supuesto a todos los que se inscribieron y están con nosotros en la plataforma administrada por el Tecnológico de Monterrey. Antes que cualquier cosa, una nota de honestidad y reconocimiento. Fui de los que emprendieron el inicio del camino de la Carta y debo decir que José Saramago fue el proponente e inspirador de nuestro documento. Veintidós años atrás, él convocó, en razón de que los gobiernos no lo habían hecho en medio siglo, a que los ciudadanos tomáramos la iniciativa y que “con la misma vehemencia y la misma fuerza con que reivindicamos nuestros derechos, reivindiquemos el deber de nuestros deberes”.
  2. Me corresponde hablar sobre la relevancia de la Carta en el contexto actual. Para hacerlo, responderé primero una pregunta básica: ¿es este el momento pertinente para presentar y promover la Carta? Mi respuesta es afirmativa sin ningún titubeo.
  3. Contesto así por varias razones. En primer término, porque se trata de un documento relevante para la sociedad contemporánea. Es cierto que hay intentos previos que no han tenido éxito, pero también lo es que el documento nos hace falta y no hay más tiempo que perder. Me anima recordar el epígrafe de un libro que señalaba que, y citó de memoria, “no hay ejército capaz de detener una idea a la que le llegó su tiempo”. Estoy seguro que este es el de la Carta.
  4. En segundo lugar, porque las primeras enseñanzas de la pandemia de Covid- 19 son contundentes y han mostrado entre otros, los riesgos que enfrentamos, la fragilidad de nuestras instituciones y sus sistemas, la inviabilidad en el largo plazo de nuestros estilos de vida y el deterioro del sistema de valores existente. Nadie sabe cuándo y cómo terminará este episodio, pero muchos entendemos que la “normalidad” previa no será el punto de regreso. Para muchos líderes del mundo esta es la peor crisis de la humanidad desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, como hace 75 años, será necesario generar un nuevo diseño para el mundo, para las naciones y los ciudadanos. En el entramado deberán hacerse presentes entre muchos otros, los deberes y las obligaciones de las personas. Este será tiempo para el pensamiento grande y el planteamiento de nuevas utopías. Será el momento de soñar, de imaginar al estilo de Lennon, un mundo mejor. También por todo ello, esta es la hora del documento que hoy nos convoca.
  1. En tercer lugar, la Carta es pertinente en este momento, porque una vez más han quedado en claro problemas vetustos y desafíos recientes. De un lado, la escandalosa pobreza y desigualdad que prevalecen en el mundo. De la otra, una sociedad humana depredadora y contaminadora, condenada al fracaso por esa vía, con los niveles más altos de su historia, de explotación de los recursos naturales, con el grado de “frenesí” de producir más, para consumir más, que además es proclive, en palabras de Octavio Paz a “convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas mismas en objetos de consumo…. Ninguna sociedad (dijo él) había producido tantos desechos como la nuestra. Desechos materiales y morales”. 
  2. La última razón que quiero invocar es la de la salud. Con el duro trance que vivimos, habrá que reconocer que la salud está en todo y que, si bien no es todo, sin ella no tenemos casi nada de lo trascendente. Una vez más se cumple la sentencia de Montaigne de descubrir tarde la importancia de algunos valores esenciales, ejemplo: la salud cuando nos abandona y la libertad cuando nos es arrebatada. Por cierto, estos valores y muchos otros forman parte de la Carta.

Estoy seguro que a Saramago muchos le decimos con toda convicción: Maestro, estamos en la ruta y seguiremos trabajando por alcanzar su sueño.