Leo y releo las expectativas 2019. ¡Qué mal estábamos, qué mal se auguraba sería el cierre del año pasado! Todo fue positivo si lo comparamos con lo que nos espera en el 2020.

De acuerdo que el Covid-19 es un asunto fortuito global, una pandemia que no podíamos prever azotaría a nuestro país. Intentar minimizarla para impedir que se detenga la planta productiva, criminal. La soberbia con la que se aseguró que con plena pandemia este año se crearían dos millones de fuentes de trabajo, afirmación, tal vez puntada de histéricos.

He ahí los resultados de jugar a la política por el señor López Gatell. Estamos en franco avance sin control de la pandemia, agencias internacionales, analistas de todo el mundo descalifican las cifras mexicanas. El daño, el número de infectados es mucho mayor. ¿Cuántas veces más de lo que oficialmente nos dicen? Bueno, basándonos en los ajustes mundiales al modelo centinela aplicado por México, entre 20 y 30 veces más.

Hay una escasez escandalosa de respiradores artificiales para los pacientes, los hospitales no se dan abasto, todo el personal médico está desamparado, el gobierno se hace pato para indemnizar a los parientes que perdieron a sus seres queridos, únicas fuentes de ingreso.

La caída de la economía será estruendosa en el segundo trimestre del año, como nunca antes visto en la historia económica medible de nuestro país. Entre un -17 y un -20 por ciento. Para todo el 2020 los optimistas calculan una caída del -6 por ciento, los razonables entre -10 y -14 por ciento. Si me piden desglosar esa caída, un -7 a -8 por ciento se debe a la economía, otro -4 o -6 por ciento a la torpeza del propio presidente de la República, que inmerso en su soberbia pensó que tenía el control de la economía.

 

La verdad es que AMLO nos dejó solos

Encerrado en su vanidad este Presidente decidió. Optó por abandonarnos a 100 millones de mexicanos, fallando a su juramento al ser investido como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos: Guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan, hacer cumplir la Constitución y proteger a todos y a cada uno de los ciudadanos mexicanos, sin importar partido, ideología, posición, a todos los Mexicanos.

Nada de eso se cumplió. Ha continuado asfixiando al presupuesto de la federación, para canalizar ese dinero a los treinta millones de mexicanos que él considera que son a los que él se debe, porque son los garantizados en términos electorales para ganar la mayoría absoluta en el Congreso Mexicano. Se ha tratado de analizar por qué piensa así este Presidente: Que por cuestiones religiosas, que porque si es socialista marxista, que porque si se prepara para una dictadura palaciega.

Mientras prosiguen los análisis, vemos las consecuencias de sus caprichos principescos: Pemex peor que nunca, las leyes emanadas de la Constitución que el juró hacer cumplir, violadas por todos lados para defender lo que este señor considera es la soberanía nacional, un concepto anacrónico de la misma: Pemex y CFE. Irónico, soberanía Pemex y CFE, al tiempo que obedece y rinde tributo al déspota del norte, Donald Trump, quien nunca será amigo de México.

Tal vez por lo mismo, para agradar al déspota del norte, provocó un dolor de cabeza con un gran gasoducto en el que tiene intereses accionarios la líder de la mayoría del Congreso de los EEUU, Nancy Pelosi.

Ataca a empresas que se establecen donde a él no le gusta, renegocia contratos que ya estaban más que acordados, tal vez porque él no tiene palabra de hombre, mucho menos de Presidente. Pisotea las energías limpias y renovables, con lo cual a su vez escupe sobre acuerdos internacionales que acordó el país, para defender el clima, evitar más cambio climático.

Este gobierno deja entrever un nivel de corrupción únicamente aceptable para su pequeño sóviet supremo. Ahí se vale delinquir. Los demás son perseguidos sin órdenes, calumniados, amenazados, vejados.

Con sus palabras el pequeño dictador ha provocado el asesinato indirecto de políticos, líderes, candidatos, periodistas. Tan solo por abrir la boca, nadie dice que él de las órdenes. Pero como si se tratara de un capo mayor, al decir hay quienes ejecutan la palabra de este señor, que todo indica para ellos, es la ley.

 

La Inversión se aleja

Quienes piensan que el 2021 será uno de crecimiento moderado con un +2 por ciento, piensan mal. El daño ya no es fiscal, ni monetario. Es estructural. Ya no se cree en el país, porque no se cree, peor aún no se acepta lo que dice el mesías que delira todo el día, que no para de hablar, que harta, que provoca dudas y costos de oportunidad muy elevados.

No es el que diga que se suspende el PIB, que se va a sustituir por el Índice de Felicidad, Amor, Unidad Social. Podría argumentar que como medida temporal el PIB pasará a ser una medida secundaria dado que no es representativa de la realidad mexicana.

No. Este Presidente quiere cambiar el mundo. La realidad, su realidad, para que sea la verdad que todas las naciones del orbe le aplaudirán. Por supuesto que esto no va a suceder. Otros países tomarán nuestra posición competitiva. Eso sí es un hecho. El costo de oportunidad para México hoy no lo podemos medir, ni imaginar.

El T-MEC era la gran entrada al mundo desarrollado, a la innovación en México, con atracción de nuevas inversiones mucho más sofisticadas que la simple maquila de obra del resto de Norteamérica. Pero no. Seguiremos siendo maquiladores, porque eso quiere el señor.

 

Aquí todos coludos o rabones

La felicidad, la alegría, son los indicadores de moda. Muera el PIB, viva la alegría. Todos jodidos, todos informales, pero eso sí, felices felices felices.

Mientras tanto dejemos que el narco, que el crimen organizado, sean los que impulsen la riqueza y la dinámica de nuestra economía. Que si hay violencia y feminicidios. Que si la gente se muere de enfermedades raras. No importa. Es temporal. Al final todos seremos muy felices, aunque bien jodidos.

Para entonces las grandes inversiones habrán abandonado el puerto nacional, para buscar nuevas rutas más seguras, donde sean bien recibidas.¡Bienvenidos sean todos ustedes a la 4T del gran Andrés Manuel López Obrador, y su pequeño grupo de compinches!

 

Avestruz en Palacio

Lo que el Presidente aprenderá al igual que su grupo de cuatroteros del círculo infernal, o círculo rojo, es que aún si por decreto borran el PIB de los libros de historia, de la medición del INEGI y las estimaciones de Banxico, no los borrará de la historia económica mexicana, ni podrá con dos aspectos del PIB:

Uno, el PIB no olvidará a México. De forma inclemente seguirá definiendo el bienestar o malestar de este país, con o sin autorización del sumo mesías. Dos, los bancos en particular, pero todas las instituciones multilaterales en general, como el FMI, el BID, el BPI, la Reserva Federal de los EEUU, la CEPAL, la OCDE, y otras, seguirán calculando y midiendo el PIB mexicano.

Cada vez que la nueva República cuatrotera del gran tlatoani tabasqueño necesite dólares para comer, le van a cobrar con los indicadores estimados de crecimiento y derivados que ellos estimen para México. Le va a ir peor al país, pues le costará mucho más caro el dinero.

En los años setenta del siglo pasado, precisamente El Banco de México y la SHCP liberaban de forma trimestral indicadores tan importantes como el PIB, el Índice de precios, o la balanza de pagos. Un servidor tenía la fortuna de trabajar en el, —en aquel entonces—, Departamento de Estudios Económicos de una gran institución bancaria. Mes a mes presentábamos al cuerpo directivo de la institución los indicadores correspondientes. Vaya petróleo, sectores productivos, todo se medía, pasaba pruebas exhaustivas de grandes banqueros, y qué creen ustedes: se publicaban todos los datos.

De inmediato nos llamaban de Hacienda o del Banco central para reclamarnos, porque alguien nos estaba proporcionando la información. Tal denuncia era falsa. Lo que ocurría entonces, como hoy ya sucede, es que a mentira gubernamental, verdad publicada de alguna institución privada o de las ONGs. Eso ayer como hoy lo detestan los gobiernos totalitaristas, dictatoriales, que disfrazados de democracias directas, cumplen con falsa humildad y más oculta corrupción, las verdades que le quieren esconder a sus pueblos, para informarlos con falsedades y llenarles la cabeza de grandezas que nunca habrán de existir, por lo menos como los dictadorcillos las proponen.

Ocurrió con los dictadores romanos, con el Napoleón fallido, con los fascistas italianos y españoles, con los nazis alemanes, con los estalinistas, con los Castro, Chávez, Evo Morales, Trump y López Obrador, tan solo por mencionar algunos. Todos tarde o temprano terminan linchados, juzgados, encarcelados. Todos, —eso sí—, tristemente juzgados sin perdón por el peso de la historia. De las de sus países, de las universales.

Los enanitos que aspiraron a conquistar el mundo con sus ideas, siempre terminan juzgados por ser muy pequeños y viles personajes, capaces de sacrificar a sus pueblos enteros, de provocar muertes, hambrunas, de hacerse de la vista gorda frente a los criminales, de dejar pasar a sus socios, de usar el peso de la ley sin Justicia ni derecho, con tal de cumplir sus sueños, las venganzas, los traumas, que los llevan obstinadamente a querer ser grandes, aunque pertenecen a la dimensión de la ignominia.

Nosotros no podemos permitir que estos pequeñines se mantengan en el poder por nada en el mundo, más que el justo y exacto periodo que los autoriza la Constitución Política de nuestros Países. Ni un día más. Tampoco podemos permitir que sus transformaciones se mantengan, dado que a través de ellas preservan el poder plenipotenciario por dos gobiernos o más. De esas experiencias México ya está más que curtido.

Si usted califica con su empresa para ser un “Gastón Billetes” mexicano, recuerde: Primero país, después empresa. Si usted es una ama de casa, empleado, profesionista de la salud o de cualquier otro ramo, primero país y después temor por perder el empleo. Si perdemos el país, de nada sirve el empleo.

Pregúntenle a los vecinos de Cuba, Ecuador, Venezuela, Bolivia, por mencionar algunos casos.

La grandeza de una nación, la fortaleza de la democracia liberal se cosecha día a día, minuto a minuto, con nuestros actos y decisiones. La democracia no es instante de urna. Es profesión ciudadana constante.

Amemos la democracia, como amamos a nuestro país, que los personajes funestos son pasajeros. Hay que preparar el campo para que nunca más se repitan las pesadillas que dañan lo inimaginable en unos cuantos meses, siempre con la justicia y la ley en la mano.

Efrén Flores es licenciado en Economía. Durante más de 35 años se ha dedicado a la comunicación en medios electrónicos impresos, con temas financieros, económicos, empresariales, estratégicos, RSE, PyMEs, y nuevas tecnologías que revolucionan a nuestro mundo. Es conferencista en México y en EEUU. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor. Efrén Flores nunca ha pertenecido a Partido Político alguno.