Una franja creciente de la población percibe cada vez más perdido, confundido, extraviado al inquilino de Palacio. Por más que busque ocupar todos los espacios disponibles de una mal diseñada campaña mediática que busca copar todos los días, todos los horarios; la sobreexposición ya fastidió, ya hartó a la gente y de tanta palabrería son frecuentes las contradicciones.
El detentador del poder, se percibe desconcertado, porque ahora que busca salir de la crisis sanitaria, ha tenido que reconocer que a principios y mediados de marzo, se equivocó, cuando afirmó que no era ni una influenza, que su pronóstico era que saldríamos bien, que siguiéramos abrazándonos y luego la burla a los creyentes con los “detentes”, en fin de una postura de incredulidad a tener que aceptar la gravedad de la emergencia.
Luego pretender quizá de buena fe, infundir confianza afirmar que “estamos preparados” para hacer frente a la contingencia y todos constatamos la falsedad de la afirmación, cuando se realizaron compras de pánico de material de protección del personal médico y de ventiladores, y por si hiciera falta afloraron casos de corrupción en la adquisición de estos últimos. Y una vez más, la Fuerzas armadas tuvieron que acudir al rescate del jefe supremo, para ampliar la respuesta hospitalaria.
En este contexto, ya ni caso tiene hablar de la información confusa respecto de los contagiados y fallecidos, el famoso modelo centinela, al ser cuestionado y una fallida explicación del mismo, mejor fue abandonado. La percepción mayoritaria en la Sociedad, es que las cifras son equivocadas, falsas o manipuladas.
Ahora que se pretende terminar con el confinamiento, el presidente regresa al inicio y cuando los contagiados crecen y los muertos aumentan de manera alarmante, vuelve a tropezar con su propia lengua; él expresó hace casi un mes que ya habíamos domado la pandemia, que habíamos aplanado la curva, que el pueblo había atendido, obedecido y seguido las recomendaciones de sana distancia y quédate en tu casa. La verdad es que no es, ni fue así.
Otra de las aristas del tema, tiene que ver con la respuesta de diversos grupos sociales. Ante la tardanza e indecisión gubernamental de tomar decisiones tuvo que ser el Instituto Tecnológico de Monterrey quien primero suspendiera clases y luego le siguió la UNAM y posteriormente en cascada bancos y centros comerciales. Es decir el gobierno quedó rebasado.
Por lo contradictorio, lento o por indecisiones de la autoridad, varias entidades y municipios han actuado y seguirán haciéndolo de manera independiente. Un caso especial es el del personal médico en todas sus modalidades, que constituyen el grupo con mayor número de contagios y muertes presenta. No obstante son los más desprotegidos y continúan exigiendo se les dote de equipo adecuado.
Las expresiones: de “esta crisis nos viene como anillo al dedo, vamos bien”, pueden entenderse como afirmaciones para estar optimistas pero en estos momentos, lo que la gente exige es claridad, verdad, congruencia. La otra realidad son las familias que ven morir a sus hermanos, padres e hijos, lo complejo que resulta enterrarlos o cremarlos.
El presidente, está extraviado en su laberinto, dando vueltas, sin encontrar la salida y regresando al punto de partida, no solo en la crisis sanitaria, también en la grave complicación económica, y ahora para evadirse anuncia el inicio de una gira de varios días, no tiene remedio.