“La normalidad es un equilibrista sobre el abismo de la anormalidad.
¡Cuántas ocultas demencias contiene el orden cotidiano!”

Witold Gombrowicz.

 

En el mundo empezamos a ver cómo las autoridades han ido retomando la vida normal, aunque de normal no tenga nada. Ahora adoptamos términos para actualizar el vocabulario, hablamos de “nueva normalidad”, como una especie de empezar a adaptarnos a una serie de reglas, acciones que deberemos realizar para evitar que la Pandemia de Covid-19 siga haciendo graves daños.

Recuerdo que después de los atentados a las torres gemelas de Nueva York, aquel fatídico 11/09, el mundo sufrió cambios que de pronto nos parecieron extraños: en los aeropuertos nos pedían que nos quitáramos los zapatos, que de la fila para cruzar los controles de seguridad, pasáramos a otra donde un enorme scanner nos aguardaba para hacer una revisión profunda de nuestro cuerpo, mientras ya habíamos sido revisados por un guardia que con un detector de metales en mano nos había auscultado de pies a cabeza.

Meses después de aquellos graves hechos, nos acostumbramos a esos controles, ya llegábamos de forma normal con mucho tiempo de anticipación y nuestros zapatos en la mano, esperando el turno del escrutinio. Era la nueva normalidad, cualquiera podía ser un potencial terrorista, por ello, las medidas de seguridad extremas e invasivas, poco a poco fueron permeando en nuestra cotidianidad como algo necesario.

Asia y Europa ya han tomado medidas para retomar poco a poco la actividad ciudadana, laboral, económica y social. Empezamos a observar el regreso a clases con pupitres divididos por acetatos, el cubrebocas, ya es un artículo de uso permanente, algunos lo han tomado como una prenda más que deberá combinar con el vestir, inclusive hay ya de diseñador, así de rápido el mundo adapta o adopta lo que le sea necesario para seguir.

Los restaurantes tienen mesas limitadas para comensales, en algunas imágenes de Holanda, vemos pequeñas cabinas de cristal donde se encuentran aislados por parejas, el servicio se lleva sin tener contacto con los clientes. En otros casos las mascarillas son de uso permanente, se mide la temperatura, hoy todo ello parece extraño, pronto se asumirá como algo normal, algo necesario, empieza el debate si para viajar será necesario un certificado de salud que exprese que no se encuentra contagiado de coronavirus.

Mientras tanto en América apenas estamos viviendo lo más grave de la crisis, estamos  en la fase más crítica de la pandemia, en México nos encontramos en medio de un cruce de desinformación, o al menos en un momento de información no del todo veraz, que más allá de las cifras y los datos duros nos ponen en la incertidumbre que genera no saber lo que en realidad está pasando, pues mientras las autoridades nos dicen una cosa, la realidad en hospitales y ciudades los contradicen.

A partir de que se dijo que se había domado la pandemia, ya que la curva de contagios y muertos se había aplanado, mucha gente pensó que ya podía salir nuevamente a la calle y la sana distancia se relajo, y si a esto le sumamos los mensajes de las autoridades de que a partir de esta semana regresaríamos a la normalidad, se provocó una mayor desinformación al igual que la gente en las calles.

En algunas partes del mundo empiezan a regresar a la nueva normalidad, en México aún no, los contagios y muertos siguen de manera exponencial, por ello debemos continuar con la cuarentena, esto nos debe de quedar claro por el bien nuestro y el de los demás.

 

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