Los enterados saben del entusiasmo que tuvo el escrito, gastrónomo, historiador, dramaturgo y periodista, Francisco Ignacio Taibo Lavilla, más conocido como Paco Ignacio Taibo I (19 de junio de 1924, Gijón, Asturias, España-13 de noviembre de 2008, Ciudad de México, México) por Harry Langdon. Paco Ignacio Taibo escribió, entre otros (Historia popular del cine. Desde sus inicios hasta que comenzó a hablar), el maravilloso libro Harry Langdon, el mejor de todos (cuadernos de cine/16, UNAM). El título se debe a una conversación entre Mack Sennett y Theodore Dreiser, publicada en Photoplay (agosto de 1928). Al principio del libro aparece el siguiente extracto como epígrafe significativo:
MACK SENNETT: Para mí Harry Langdon fue el mejor de todos.
THEODORE DREISER: ¿Más grande que Chaplin?
MACK SENNETT: Sí, más grande que Chaplin.
No solamente Paco Ignacio Taibo I, sino Kevin Brownlow y David Robinson, entre otros, con sus libros, han puesto a la consideración, de las actuales y futuras generaciones, la revisión de la trayectoria cinematográfica de baby face, como se le conocía. Brownlow escribió The Parade’s gone by, dondiderado por Tomás Pérez Turrent como el más bello, el más fabuloso de los libros dedicados al cine jamás publicado y del que el propio Tomás comentó: “No falta en el libro, naturalmente, la rehabilitación de algunos talentos olvidados o colocados por historiadores anteriores en segundo plano, como Harry Langdon”.

Robinson escribió The Great Funnies en el que se lee: “Harry Langdon difícilmente puede ser reconocido con la misma amplitud que Chaplin (Charles), Keaton (Buster) y Lloyd (Harold), su capacidad fue bastante menor y poco uniforme, su mejor trabajo fue generalmente por la colaboración de buenos directores (Harry Edwards y Frank Capra).
Tres fuentes consultadas coinciden en la fecha y lugar de nacimiento y muerte del actor, guionista y realizador norteamericano Harry Langdon (15 de junio de 1884, en Council Bluffs, Iowa, Estados Unidos-22 de diciembre de 1944, Los Ángeles, California, Estados Unidos) quien -para Paco Ignacio Taibo I- ha sido uno de los más importantes cómicos de todos los tiempos. Si de comicidad se trata “Harry Langdon -ha escrito Jean Mitry- encarna al soñador despierto o mal despierto, lento, agresivo y, sin embargo, lleno de timidez”.
En su libro Le Surrealisme au Cinéma Ado Kyrou descubre la verdadera esencia de la comicidad del gran Harry: “Si Chaplin fue capaz de atravesar fronteras y emociones, con un simple toque de bastón, a los públicos más diversos, Harry Langdon, el surrealista, sigue siendo ignominiosamente mal conocido. Harry, el hombre que no quiso despertar, se anticipó a su época y, en mi opinión, sólo un público sensible a la inspiración surrealista podría penetrar en el alma del poeta Harry Langdon. Las limitaciones, las prohibiciones, las distinciones lógicas resbalaban sobre él, envuelto como estaba en sus sueños y fantasías. En ello radica su absoluta rebelión: negaba resueltamente el mundo manifiesto a través de sus leyes, se había rodeado de sueños”.
Se afirma que dos de sus mejores películas son The Strong Man (1926) y Long Pants (1927), dirigidas por el célebre Frank Capra. En la segunda -también se afirma- logró su más destacada actuación.
Recuerdo que hace muchos años (después de 1966, año en que se publicó el libro del maestro Paco Ignacio Taibo I, mencionado aquí), en la Serie de Televisión Humor sin palabras, conducido por Jorge Saldaña, vi una película de tres rollos titulada The soldier man (1926) de Harry Edwards, en la que actuaba un cómico desconocido para mí. La disfruté, entre escéptico y sorprendido. Su fascinante humor absurdo tenía un no sé qué misterio (ahora sé que era el surrealismo del que habla Kyrou) que me encantó. El actor cómico era, por supuesto, el extraño Harry Langdon, un ser inocente y lunático con rostro de niño.

La atmósfera en que aparece es de un onirismo sin par. La anécdota es lo de menos: Un soldado perdido, con diario y todo, que no sabe que la guerra ha terminado, vaga perplejo por los campos de un Reino imaginario, preguntándose el por qué ya no hay combates. Los gags, de una pureza poética sin igual, son delirantes y todavía más cuando son llevados al extremo de lo increíble, por el muy adecuado ejercicio cómico de Harry Langdon.
El actor interpreta a dos personajes: Al soldado despistado y a un rey borracho, parecido al soldado. El intrigante primer ministro del reino maniobra para sustituir al rey en el trono, usando al soldado, ya que quiere hacerse del poder absoluto. Los gags se suceden unos a otros y las diferencias entre el rey y el soldado saltan a la vista, incluidas las sospechas de la reina. El final es de antología. La comedia es una obra maestra, dentro de la filmografía completa del gran comediante que, con sus bajas y altas, merece un serio estudio-ensayo.

En el tomo II de La risa loca (enciclopedia del cine cómico) de Paco Ignacio Taibo I se lee: Los niños y Langdon: “Resulta curioso advertir que en un mundo lleno de niños de todo tipo como fue el Hollywood de los años mudos, el único niño auténtico fuera Harry Langdon, un hombrecito maduro y apacible. Los niños de Hollywood imitan a los mayores y se disfrazan de bomberos, guardias, médico y estrellas. Algunos se comportan como enanos llenos de sabiduría y hacen aún llorar a las personas sensibles. Pero casi no hay niños-niños. Harry, sin embargo, parecía niño en todo momento. No solamente era “cara de niño” sino que tenía temperamento infantil. Y su comicidad procedía del hecho de que un niño, metido en un hombre, contemplara el mundo siniestramente absurdo que lo rodeaba, y mostraba, con su comportamiento, la mezquindad y la falta de poesía de los demás,”
En Harry Langdon, el mejor de todos de Paco Ignacio Taibo I se lee: Infantilismo: “La madurez es la desconfianza, la cautela, la hipocresía. En este sentido Harry nunca fue maduro. La infancia es la exploración, los instintos, la inconsciencia, Harry fue, siempre infantil.”
Lo cierto es que, como casi todos los cómicos, Harry Langdon fue un inocente sexual y uno de los mejores actores-realizadores de comedia de la época silente de la historia del cine. Películas como Soldier Man (1926), Tramp, tramp, tramp (1926), The Strong Man (1926), que forma parte de la colección del National Film Registry (Library of Congress, Washington, United States), y Long Pants (1927) lo demuestran.
Hay una página negra en la vida de Harry Langdon: Un hombre que perdió la razón a causa de la fama. En su tiempo de gloria se creía el mejor cómico del mundo.


