Una manifestación por la caída del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en que vio a Frida Kahlo en silla de ruedas acompañada por Diego Rivera, fue el tema de su primera crónica. Esa imagen quedó grabada en su memoria para siempre. Tenía 16 años. Como no era partidario del comunismo, le pregunté un día que si no compartía esa ideología, qué le gustaba de la pareja. Su respuesta fue lacónica y hasta tajante: “su estilo de vida”. El Estanquillo, su museo, rebosa de obras revolucionarias y de comunistas.

Cuando estábamos en la Facultad de Filosofía, solía llevar bajo el brazo un conjunto de diapositivas que formaban, entiendo que una especie de documental sobre el asesinato, en 1962, del líder y guerrillero campesino Rubén Jaramillo y su familia, incluida su esposa Epifania embarazada y tres de sus hijos, menores de edad. Éste fue el asesinato político que más lo marcó. Jaramillo era pastor evangélico. En su Autobiografía precoz, Carlos menciona que ser protestante es, en México, estar en la oposición. (Cuauhtémoc Cárdenas, Siqueiros, Xavier Guerrero y Chávez Morado protestaron entonces por esa atroz muerte).

En su Autobiografía, Carlos menciona que mi hermana y yo le damos un chocolate cuando estaba en huelga de hambre por el encarcelamiento de Demetrio Vallejo y Valentín Campa. Es una broma, porque de esa huelga ni nos enteramos. Cuando liberaron a Vallejo, en 1970, fuimos a su casa con Monsiváis y estuvimos platicando con el líder ferrocarrilero.

A dos voces, Nancy Cárdenas y el propio Carlos nos contaron cuando la Policía Montada sableó e hirió a los maestros de Othón Salazar que encabezaba el Movimiento Revolucionario del Magisterio. Su compromiso fue tanto que de ahí en adelante apoyará las luchas magisteriales. Cuando muere Torres Bodet, en 1974, yo escribo una nota sobre Don Jaime y Carlos me reclama y recuerda esa represión. (En sus memorias, Torres Bodet culpa al presidente López Mateos, pero él era el Secretario de Educación en ese momento).

Cuando Monsiváis publica, en 1966, su antología La poesía mexicana del siglo XX, Raúl Salinas Lozano le da una fiesta a la que acude la intelectualidad en pleno. (En la mesa de honor estamos Monsiváis, Margarita de Gortari de Salinas, Salvador Novo y yo). Siempre fue amigo de Porfirio Muñoz Ledo y de Cuauhtémoc Cárdenas. Cuando la campaña presidencial cardenista se une al movimiento. También Carlos Salinas lo invita, como a José Luis Cuevas, para los promocionales de su campaña. Carlos le dice: “No eres mi candidato” y Salinas admite la negativa. A Carlos Salinas lo ve dos veces, en una sesión del Ateneo de Angangueo a la que asiste García Márquez y en los Pinos con disidentes cubanos.

Del Subcomandante Marcos, rechaza, con todo derecho, la violencia, pero acaban por reconciliarse el guerrillero y el escritor e incluso acompaña a Saramago en la segunda visita de Carlos al territorio de los neozapatistas. Es conocido su apoyo al feminismo y en especial a Debate Feminista, de Marta Lamas, así como al suplemento Z sobre diversidad sexual de Alejandro Brito.

En la primera entrevista de TV cuando nombran candidato a Miguel de la Madrid, le preguntan por su escritor predilecto y dice: Carlos Monsiváis. En el régimen de Fox se le otorga el Premio Nacional de Literatura, el máximo reconocimiento  que otorga el gobierno.

De Andrés Manuel Lopez Obrador aprueba casi todo, salvo el plantón en Reforma con el que Elena Poniatowska y Martha Lamas están de acuerdo, yo guardo silencio, porque pienso que nos vamos a pelear. Ya no vive la última campaña de López Obrador, pero en la de 2006 escriben, entre él y Sergio Pitol, un texto que Sergio lee, con Carlos al lado, ante la multitud en el Zócalo. López Obrador lo menciona en el acto de cierre de su campaña.