¿Qué hacer para que en México no nos quedemos en las protestas virtuales, las caravanas vehiculares, los memes y críticas cibernéticas o en las quejas desaforadas a través de redes sociales?
Y luego, cuando los “científicos” de pacotilla de la 4T nos den permiso de salir, ¿cómo le haremos para ir más allá de las marchas, de los plantones, de las tomas de palacios y casetas de peaje?
Lo que México necesita —creo— por encima de esas manifestaciones, es una especie de levantamiento pacífico acoplado a los tiempos actuales, y éste a su vez, requiere de un líder, pero de a de veras, que sepa guardar su ego en el morral.
Es más, un líder de verdad nunca quiere serlo. Termina siéndolo porque le hacen “corralito” sus correligionarios y casi contra su voluntad acepta hacerse cargo de semejante encargo.
Ese estadista que tanto necesitamos, podría rondar alrededor de lo que en seguida les platico:
1.- Los orígenes de los levantamientos en el mundo, fueron en el campo. Ahí se gestaron porque la mayoría de la gente vivía de la agricultura, y como ya no es así, consecuentemente, la primera característica del líder que México necesita es que viva en el ambiente urbano.
2.- Que no sea un político de los que a sí mismos se llaman “de carrera” ni ligado hasta sus choznos con alguien de esa “clase”, pues los mexicanos hemos estigmatizado —con justa razón— a quienes forman parte de ese nefasto gremio.
3.- Que no sea un empresario de los oligarcas, porque si ya tiene el poder económico, sería catastrófico que también detentara el político, y si no, ahí tienen a Trump agarrando cada vez más vuelo buscando reelegirse, para que vean lo que ocurre cuando esos dos elementos coinciden en una misma persona.
4.- Que no esté ligado a ninguna central obrera, porque aunque la mayor parte de la fuerza laboral en nuestro país trabaja en las fábricas, sus representantes se han encargado de mancillar a mansalva el calificativo de sindicalista y si no me creen, ahí tienen a especímenes como Napoleón Gómez Urrutia, que de minero tiene lo que MALO de estadista y aún así, se ostenta como “líder” de un gremio que le fue heredado por su padre.
Ejemplos abundan, ahí están también los Romero Deschamps solapado por la 4T; los herederos de Fidel Velázquez en la CTM; los zánganos que controlan a los ferrocarrileros y los Hernández Juárez al frente del sindicato de Telmex, entre muchos otros.
5.- Los militares están enojados, porque en vez de estar en los cuarteles, las fuerzas policiacas federales, estatales, municipales y civiles los traen en la calle haciendo su chamba combatiendo a la delincuencia y además, andan de recaderos, choferes y barrenderos porque el títere al que MALO puso como Secretario de la Defensa, se la pasa cuidando más sus galones que los intereses de la tropa.
Al final del sexenio de Peña Nieto, el General Salvador Cienfuegos Zepeda, anterior Secretario de la Defensa Nacional, hizo una inusual declaración pública en ese sentido, recriminando a los verdaderos responsables de mantener el orden en las calles y en el campo, por no hacer su chamba y por ende, recurrir a la fácil, pidiendo a los soldados que patrullen y luchen contra los delincuentes.
Este sería un buen momento para que el levantamiento fuera liderado por un militar; sin embargo, esa característica no entra en el perfil que se necesita en México por el riesgo de que salga más caro el caldo que las albóndigas, debido al descrédito mundial que hay en contra de estos personajes cuando deciden tomar el poder, y por su tendencia a no soltarlo, y si no, pregúntenle a los venezolanos por Chávez, a los cubanos por los Castro, a los nicaragüenses por Daniel Ortega y demás ejemplos en el mundo.
6.- Nunca en la historia de México, el poder judicial había sufrido tal descrédito como ahora. Jueces de todas las instancias liberan con facilidad pasmosa a delincuentes, basándose en rendijas legales y en una ley de amnistía que hace emerger al monstruo que estaba escondido detrás del arbusto.
Más demoran los policías en detener a un criminal, que los jueces en otorgarle un amparo, o un arraigo domiciliario o una ridícula fianza para que recupere su libertad para que al rato, vuelva a cometer las mismas tropelías.
Entonces, en el perfil del líder que México requiere, no cabe un juez o nadie que se le parezca.
7.- Que tampoco sea periodista, porque su función es informar, y al ser ejercida con profesionalismo, provoca más muertes en México que en muchos otros países en guerra, y cuando se realiza de manera deshonesta, se presta a encumbrar a personalidades que solo por una popularidad mediática construida en la TV, la radio y en los periódicos, llegan a pontificar casi lo mismo que los pontífices del gobierno y la política.
8.- Cuando José Martí se levantó en armas en Cuba, con su pluma logró inflamar de tal modo el espíritu de los isleños contra la dominación española, que fue seguido por miles.
Sin embargo, su idealismo, su espíritu de mártir y su alta sensibilidad como el intelectual que era, le restaron carácter cuando el levantamiento exigió rumbos de mayor acción, y se le cumplió su deseo de morir en el campo de batalla.
México, entonces, no necesita de un líder que acepte sacrificarse en plena lucha. Nos hace más falta vivo que muerto.
9.- ¿Y qué tal un intelectual? Mario Vargas Llosa quiso ser presidente y por no tener las vísceras para lidiar con los políticos y los burócratas peruanos, terminó perdiendo unas elecciones a las que nunca debió de haberse presentado como candidato.
Por lo tanto, México no ocupa a un líder que tenga estómagos sensibles de intelectual.
Entonces, si en el perfil del líder que necesitamos no encaja alguien del campo, un político, un empresario, un sindicalista, un militar, un juez, un periodista, un mártir o un intelectual ¿quién debe liderar el levantamiento social que nos urge?
¿Qué tal alguien casi químicamente puro, que provenga de las filas ciudadanas. Que de perdida domine el inglés, para que se dé a entender en el mundo y entienda sin traductores.
Instruído, más no necesariamente en las mejores universidades del mundo, como presumen algunos de los tecnócratas que pululan en Hacienda y otras Secretarías, y que dicen que la gasolina en México es de las más baratas del mundo, pero no dicen —mañosamente— que los mexicanos somos los que menos litros podemos pagar en el mundo, haciendo uso de nuestro salario.
CAJÓN DE SASTRE
“Alguien popular, más no populista. Con seguidores no por lo que dice, sino por cómo lo dice y más por lo que hace; con una cola tan pero tan chiquita, que pueda hablar con la lengua más larga del mundo. Que escuche incluso a quienes le llevan la contra.
“Que tenga hambre y lo vuelva necesidad, y ésta en creatividad para encontrar soluciones donde otros ya se cansaron de buscar”, advierte la irreverente de mi Gaby desde su refugio en SAT.
placido.garza@gmail.com
PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “María Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “SIP, Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Es miembro de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe diariamente su columna “IRREVERENTE” para prensa y TV en más de 50 medios nacionales y extranjeros. Maestro en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras, de distinguidos comunicadores. Como montañista, ha conquistado las cumbres más altas de América.

