“Si el semáforo está en rojo,
¿el arca de Noé evitará a tiempo
el Diluvio Universal y…?Carlos Monsiváis
Este 19 de junio se cumplió una década del fallecimiento de Carlos Monsiváis, el más relevante analista sociológico de la Patria y la Ciudad, quien, como confesó en “Amor perdido”, muchas de sus páginas se fraguaron en las oficinas de este semanario, en el cual se ocupó de la sección “La Cultura en México”, desde 1972 hasta 1987, espacio al que honró con su audacia periodística y su gran oficio literario.
A diez años de su fallecimiento, reescribir la biografía del autor es una salida fácil al formalismo protocolario que tanto aborreció, y que en honor a la verdad suma a la memoria de un personaje al que la historia oficial propicia inmortalizar como un artilugio de paralización del desarrollo del legado del fallecido.
El vital legado de Monsiváis es tan intenso como “El Andariego” de Álvaro Carrillo, popular compositor oaxaqueño cuyas letras siguen tan vigentes hoy como el día en que las compuso; pues la canción mencionada da pauta para afirmar que la ausencia de Carlos es de aquellas que triunfan y trascienden a la muerte, aspirando a la paz que brinda el saberse reconocido y revitalizado en cada frase y en cada lector.
La ausencia triunfante de Monsiváis se revitaliza al rescatar Xanadú-Tenochtitlán, nuestra casa, su ciudad; territorio de su observancia y de su acucioso análisis, generosamente plasmado en cada uno de sus artículos, de esos textos que son mirada fresca, reflexiva -y la vez divertida-, de una sociedad con diversidad histórica, unida en “Apocalistick” y expresada por sus “Rituales del Caos”, lo que amerita el relato, la revelación y revisión diaria de la inteligencia de Monsiváis, a fin de encontrarlo… y encontrarnos.
Para la Ciudad de México su presencia ritual es la que triunfa en cada viaje del Metro, en cada barrio o punto identitario de la urbe; ya que Monsiváis se hace presente, se nos revela y nos revela que en su obra hay respuesta a la incógnita, hay salida al fracaso, hay raza para rato y todo ello lo revive en la constancia.
Por ello nuestro homenaje hoy es virtual, pero al tiempo vivo, en respuesta a estos tiempos a los cuales él hubiera dado réplicas inteligentes y puntuales. La Ciudad recupera su presencia como parte sustantiva del espacio público que tan intensamente vivió, y abre el Palacio del Ayuntamiento para que su figura se ubique en el patio, en el Ágora y junto a él su coronista predilecto, Don Guillermo Prieto y la historia del Movimiento Urbano Popular que tanto defendió.
Las exposiciones que hemos preparado estarán disponibles en el portal www.capitalculturalennuestracasa.cdmx.gob.mx y, parafraseando a Carlos, quien atinó a vincular los semáforos con las catástrofes: esperemos que el rojo permita que el Arca de Noé evite a tiempo el Diluvio Universal y el Mundo del Apocalipsis Covid-19.