Rocco e i suoi fratelli (1960). Película preferida de Visconti. Intenso drama social que particulariza el problema de la inmigración masiva del sur al norte de Italia, narrado con profundo humanismo. Dentro de la familia de inmigrantes, vemos al hijo débil y rebelde, Renato Salvatori en el papel de Simone, caer en la violencia y arruinar su vida por una mujer que no lo quiere, mientras que el fuerte y noble, Alain Delon en el papel de Rocco, reacciona con amor y no con violencia. Se tiene la impresión de un real tiempo vivido, en el que las condiciones sociales determinantes son puestas en evidencia para autentificar los excesos de algunos momentos, en los que la crueldad, el cinismo y el dolor van de la mano. Visconti le dio exagerada fuerza dramática a las representaciones de los complejos caracteres, al grado de que la película culmina en tragedia: El asesinato de la hembra pecadora, Annie Girardot, en el papel de la prostituta Nadia (otro de los temas constantes del conjunto de la obra viscontiana es la pasión sexual destruida). La última secuencia parece un añadido melodramático innecesario.
En Il lavoro, cuarto episodio de la película Bocaccio 70 (1972), se aprecia otro de los verdaderos temas del gran arte de Visconti: La elegancia aristocrática. Envuelta en un suntuoso decorado burgués, Romy Schneider, en el papel de Poupeé, vive una aventura espiritual que quisiéramos compartir, sexualmente, también, con ella, aunque nos costara la ruina económica. Romy Schneider nos hace recordar (¿a quién no?) amores secretos habidos, dentro de un puesta en escena de autor absoluto, donde ella es la Reyna, ya que el guion es de Visconti, coescrito con Suso Cecchi d’Amico, y música de Nino Rota.
Al igual que en Senso, en Il Gattopardo (1963) Visconti trata el cambio social (otro de sus temas favoritos) de manera dialéctica. Plantea el risorgimimento italiano; pero, ¿se dio realmente la libertad y el cambio político para el popolo? El dicho: Todo debe cambiar de forma que todo siga igual, suena a oportunismo político. La posición del príncipe Fabrizio, interpretado por Burt Lancaster, es, por una parte, la del propio Visconti, reflejándose a sí mismo (su origen aristocrático siempre aparecía, tanto en su vida, como en sus creaciones artísticas), es, por otra parte, la de una clase en decadencia buscando alianzas para no fenecer. Las secuencias del baile y final significan que todo ha sido legado.
Sandra (Vaghe stelle dell’orsa (1965). Clasificada como cine antropomórfico por el propio realizador, es una extraña película a la que, al sugerirse un incesto entre hermanos, tema que encantaba a Visconti, habrá que darle una interpretación psicológica más extensa. Los personajes de las dos mujeres, madre e hija, son negativos. Víctimas de sus desordenes pasionales. La Orestiada de Esquilo y la propia vida de Visconti lo inspiraron. Claudia Cardinale se ve hermosa y actúa espléndidamente.
En La strega bruciata viva, episodio de Le Streghe (1966), con Silvana Mangano, Visconti nos habla en imágenes de la condición de la mujer en la sociedad moderna: La mujer-objeto.
Lo straniero (1967) tiene cualidades tales como el cuidado por la imagen significativa y bella. La composición, el movimiento y el color le dan esa voluntad de hacer expresar una verdad psicológica o social real. Se trata de una película adulta que vive de sus propias formas y su propia vida. El tema: ¿Acaso sea una búsqueda de la muerte con sentimiento de culpa, del personaje, al no querer defenderse?
Apuntó Visconti que con La caduta deglo dei (1969) nunca quiso hacer una película histórica. Al considerar al nazismo como la fase última del capitalismo, como resultado final de la lucha de clases que llega a sus consecuencias extremas, a su solución final, aquella que es una monstruosidad, el realizador demostró que el tema de su vida fue la caída de una clase que da origen a otra peor. Más que una alegoría del ascenso y la caída del nazismo, representada por una familia, la película evidencia los fantasmas interiores que inquietaron a Visconti toda su vida. La fijación de afecto incestuoso que tenía Visconti por su madre y el rencor hacia su padre, secretos que más ocultaba, son expresados de manera abierta. Compleja exposición, tanto social como psicológica, de la conducta humana, en cuanto a intrigas y traiciones para hacerse del poder, la película trasciende el ánimo optimista y nos lleva por un laberinto sin retorno, al abismo de la perversión. Escenas como la imitación de Marlene Dietrich, entre otras, por parte de Martin, interpretado por Helmut Berger, son reveladoras del delirio que embargaba a su creador.
Alla ricerca di Tadzio (1970). Documental, para le televisión, en el que vemos al realizador trabajando en la búsqueda del actor que interpretara a Tadzio, en la película Morte a Venezia, seleccionando al joven sueco Björn Andersen.
En toda la obra viscontiana, impregnada de recuerdos malditos, también hay bellos momentos autobiográficos, hay bellos momentos de profundo romanticismo. Morte a Venezia (1971) es un ejemplo. Testamento de expiación, dado que al haber trabajado con su actriz ideal, Silvana Mangano (recreación de su madre en la película), en la que Visconti vio la figura de la madre ideal, distante pero tierna, eficiente y hermosa, se aleja del imaginado amor incestuoso que sentía por ella. Inspirado en Thomas Mann, escritor con el que se sentía muy identificado, Visconti realizó una película en la que entrelazó su presente y su pasado, con escenas de gran belleza, quizá las más hermosas de todas las imágenes de su obra completa. La escena en que Gustav von Aschembach, interpretado por Dirk Bogarde, cruza la laguna (larga y blanca playa, con su melancólica luz), reforzada por el adagietto de la quinta sinfonía de Gustav Mahler, es una de las más emotivas de la historia del cine. La magia de la película envuelve, por su pureza estética, incluido el deseo sexual reprimido, muy a su pesar, del personaje. Gaia Servadio, biógrafa de Visconti, ha escrito que por ello la película es Luchino Visconti, contando la historia de Luchino Visconti, visto por Luchino Visconti.







