La pandemia generada por la expansión vertiginosa del Covid-19, con efectos globales durante un periodo de tiempo suficientemente largo, ha puesto de manifiesto que uno de los objetivos de la agenda 2030 y de la Conferencia de Cambio Climático pueden no estar tan lejanos si se logra la perspectiva correcta y se trabaja en una concertación de acciones globalmente.

El efecto inmediato de las medidas de contención del Covid-19 por la repentina y severa reducción de la actividad económica en general, ha tenido mejoras a corto plazo en el medio ambiente, por las significativas reducciones de la contaminación y la emisión de gases de efecto invernadero en las áreas urbanas de muchos países. El tema es si estas mejoras se verán eliminadas también en el corto plazo a causa de la reactivación económica inducida o apoyada por los gobiernos, a través de múltiples mecanismos que no consideran la variable ambiental en su diseño o aún pudiera ser el caso de perder los avances en el combate al cambio climático al relajar medidas adoptadas en las políticas ambientales durante la última década.

Otro efecto, es el reconocimiento de que, como Estados, sociedades o como comunidad internacional organizada no estamos preparados para fenómenos como el que estamos viviendo con la pandemia, y ante los efectos previsibles del avance del cambio climático – a diferencia de la repentina aparición del coronavirus- si no se toman seriamente en cuenta pueden tener resultados similares o peores por la ausencia de medidas de contención y mitigación.

El cambio climático, la contaminación del agua, la pérdida de biodiversidad como la desforestación y el comercio ilegal de vida silvestre pueden incrementar el riesgo de otro tipo de epidemias o pandemias, dado que incrementan la vulnerabilidad de los sectores más desprotegidos de la sociedad, por ejemplo, la contaminación del aire provoca más de cuatro millones de muertes prematuras por enfermedades respiratorias o la falta de acceso a agua limpia acentúa los riesgos de contagio.

El primer cuestionamiento que empieza a surgir es si se aprovechará la oportunidad de reiniciar las actividades económicas bajo otra perspectiva que lleve a acercarnos a la ruta hacia la consecución del objetivo de la agenda 2030 y del Acuerdo de París de 2015.

Todas las políticas de reactivación deben aprovechar esta oportunidad para que las medidas que se adopten incorporen las variables ambientales con un sentido de inclusión y perspectiva de género.

Ahora bien, se señala que el apoyo gubernamental que están realizando varios países puede tener una orientación clara hacia la generación de energías limpias, pero el argumento enfrenta la realidad de que la prioridad debe ser la recuperación de la actividad y el empleo como estaba en diciembre pasado en el menor tiempo posible. Sin embargo, el esfuerzo que se realiza puede preferir políticas ambientalmente correctas y no verlas como un gravamen adicional a la ya de por si monumental carga que implica la reactivación económica.

Hay que generar inversiones que transformen la economía y promuevan la innovación para el bienestar de la población y su resiliencia ambiental, en particular que lleven a la descarbonización de la economía.

La necesidad de atender el cambio climático sigue siendo la misma que hace cuatro meses y no debería perder relevancia en las agendas de políticas públicas de todas las naciones. Por lo que es conveniente seguir las recomendaciones que hace la OCDE en el sentido de evaluar sistemáticamente los efectos que pudieran tener decisiones fiscales o impositivas de corto plazo en el ambiente, desde luego no suavizar o eliminar estándares de comportamiento ambiental en los planes de reactivación, dar apoyos comprometidos con la consecución de metas ambientales en la medida de lo posible, asegurar que las medidas mejoren la salud ambiental y la resiliencia de las comunidades, y necesariamente tener una comunicación efectiva, clara y recurrente sobre las ventajas de la adopción de esas medidas.

Hay que concebir de la misma manera los efectos del cambio climático, por parte de todos los individuos, la realidad es que habremos de enfrentar sus efectos como un ente organizado, de otra manera las consecuencias pueden ser de muchísimo mayor impacto que lo que estamos viviendo, por eso el llamado a la cooperación internacional

No es que se haya tenido en ocasión del Covid-19 una acción ejemplar en términos de cooperación y colaboración internacional, lejos de ello, aún los organismos como las Naciones Unidas han tenido un papel en todo caso secundario y cada Estado ha visto por su propia seguridad sanitaria. Pero ahora es el momento en el que se debe buscar la cooperación y desde luego no utilizar a la pandemia como pretexto para evadir compromisos.

 

El autor es director de la Facultad de Estudios Globales. Universidad Anáhuac México.