En lugar de reconocer los aciertos o, por lo menos, los avances en la mitigación de la epidemia en México, la mayoría de los medios redujo la información a llamados en su primera plana sobre el número de fallecidos y nuevos casos aquí y en el mundo; los diarios que mencionaron la reducción de la velocidad de la epidemia en México atribuyeron la información al doctor López Gatell o a la Secretaría de Salud, no a la fuente de esos datos, la Universidad de Oxford.

Como los profetas del fin del mundo o de sismos devastadores, el silencio o la indiferencia fueron las respuestas de los augures que presagiaban la saturación de hospitales y un gran número de defunciones.

 

Con casi todo en contra

El panorama no era muy optimista en marzo, porque además de los catastrofistas que nunca entendieron que lo fundamental era unirnos para combatir la epidemia y luego continuar su legítima lucha opositora, tenemos numerosas carencias desde hace muchos años, culpa o no del neoliberalismo.

En las últimas décadas no se ha procurado proporcionar servicios de salud a toda la población, ni se han hecho campañas efectivas de prevención de padecimientos como las enfermedades isquémicas del corazón (en 1990 la tasa de mortalidad era de 35.17, en 2019 subió a 90.93, según datos del Sistema de Información de la Secretaría de Salud, SIS), la diabetes (en 1990 la tasa de mortalidad era de 30.57, en 2019 subió a 91.52,), la hipertensión arterial (la tasa de mortalidad pasó de 8.08 en 1990 a 18.27 en 2019, SIS).

Además, en las últimas décadas se ha incrementado el número de adultos mayores de 60 años. En 1990 por cada cien niños y jóvenes había 16 mayores de 60, en tanto que en 2015 (último dato del INEGI), ya había 38. El envejecimiento de la población implica que se requieren más recursos públicos para la salud, pues demandan más atención médica. No obstante, en precios constantes ha habido una disminución del gasto público en salud, de 538 747 millones de pesos en 2016, se pasó a 528 574 millones de pesos en el último año del sexenio anterior (SIS).

La disminución del gasto público en salud aumentó el déficit que ya se tenía. Por ejemplo, de 2016 a 2018 solamente se aumentaron 407 camas hospitalarias (SIS); para la atención de pacientes con Covid-19 se ha contratado a 45 000 profesionales de la salud, pero se estima que faltan cerca de 200 mil más para atender a toda la población en tiempos normales.

A pesar de estos déficits, hasta ahora la epidemia covid-19 no ha causado en México los estragos que se temía, en parte porque una proporción aceptable de personas ha podido permanecer en sus casas, y en parte por las acciones emprendidas por el gobierno federal.

 

Una lucha sin tregua

Hasta el 28 de junio, los datos epidemiológicos señalaban una disminución de nuevos contagios, aunque eso no significa que la epidemia se haya controlado, pues como se ha advertido, podrá haber nuevos brotes si se relajan las medidas higiénico-sanitarias.

Lo que ahora se puede apreciar es que la epidemia va disminuyendo en México, según datos no solo de la Secretaría de Salud, sino también de una entidad que parece libre de toda sospecha, la Universidad de Oxford, la cual en su portal Our World in Data (Nuestro Mundo en Datos) en internet, tiene la información actualizada de la mayoría de los países del mundo.

Allí se pueden ver (https://ourworldindata.org/coronavirus) las comparaciones válidas de casos confirmados de varios países, no en relación con población total, sino por cada millón de habitantes, pues no es lo mismo comparar las defunciones en Francia, que tiene 67 millones de personas, con las de México que tiene casi el doble de población (127 millones en 2020, según estimaciones del Consejo Nacional de Población).

En las gráficas de la Universidad de Oxford se muestra claramente cómo ha ido evolucionando la epidemia en casi todos los países. Por ejemplo, el ascenso de la epidemia en México no fue tan rápida ni pronunciada como en Estados Unidos, Brasil, Reino Unido, España, Italia y Francia, porque se buscó la mitigación de la epidemia, de tal manera que no hubiese saturación de hospitales.

Nuestra población, con las medidas adoptadas, poco a poco va doblando la curva, a pesar de todas las carencias. Por supuesto que no se puede considerar que ya pasó lo peor de la epidemia, pero si se continúa con las medidas adoptadas, se podrá conseguir que la epidemia vaya disminuyendo, lo que todos queremos, incluso quienes dudan de los datos oficiales, aunque no lo sé de cierto…

 

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico