El balance de 9 años de guerra en Siria —y de mantener durante dos décadas un poder heredado—, se refleja en estos números nada halagüeños: más de 380 mil civiles fallecidos (registrados por la ONG Observatorio Sirio de Derechos Humanos, 5,550,440 refugiados repartidos por toda la Tierra y 6,600,000 desplazados internos, contabilizados por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR, por sus siglas en inglés). Lo que significa, en pocas palabras, que ¨el país está destruído y fracturado. Un tercio de los habitantes del país viven en áreas controladas por Bachar al Assad, Irán y Rusia. Otro tercio dividido entre áreas controladas por los kurdos y Turquía, y el tercio restante son refugiados¨, ¨declaró Sam Dagher, autor del libro Assad or We Burn the Country¨ (Asad o quemamos el país). Ni más, ni menos.

De tal suerte, el presidente al Asad cumplió el viernes 10 de julio dos décadas de usufructuar el poder en Siria, desdichado país casi destruído en nueva años de guerra, lo que le ha sumergido en una gravísima crisis económica. En tales circunstancias, el régimen no declaró ninguna celebración oficial por el aniversario. Sólo eso faltaba. Siempre hay una camarilla de lambiscones alrededor del “jefe”, en Siria, en México, por todos lados. La desgracia se impuso en estas ocasión. La fecha aparentemente pasó inadvertida, no fue festiva, pues no se conmemora desde 2011, cuando comenzó el conflicto armado que hasta el momento está vivo.

En algún momento en Siria brilló la esperanza cuando murió Hafez, el padre de Bachar, y entonces los sirios votaron el 10 de julio del año 2000 por el oftalmólogo heredero (ninguna profesión se salva de la ignominia), para que ocupara la presidencia al fallecer el fundador de la dinastía. Veinte años más tarde, se cumple el aniversario en plena guerra sin un final a la vista, el país aislado en su peor crisis económica y sólo “salvado” por Moscú, su gran aliado.

El citado Sam Dagher afirma: “Creo que 2020 es el año en el que Asad está en su punto más débil desde que heredó el poder de su padre hace 20 años. Sí, sobrevivió, y pudo cantar victoria, pero es una falsa victoria. Sólo puede sobrevivir porque Irán y Rusia lo apoyan”.

Muchos se preguntan ¿por qué Siria ha corrido con tan mala suerte? Hafez al Asad ejerció el poder, sin miramientos, durante 30 años —más los 20 de su descendiente, suman medio siglo—, dejando un camino de violencia y represión. La respuesta no es fácil. Bachar no estaba destinado a ocupar el puesto de su progenitor. Era el segundo en la “línea sucesora”, ya que su hermano mayor, Bassel, perdió la vida en un accidente automovilístico.

 

Cuenta Heiko Wimmen, director regional de International Crisis Group: “Bachar se hizo cargo de un régimen autoritario, estatal-socialista y lo convirtió en un orden oligárquico controlado por sus compinches, mientras abandonaba su base popular original”. No obstante a que en sus primeros diez años buscó a Occidente, sobre todo a Francia, o de su mujer, Asma, nacida y criada en Londres, dada a conocer en los medios de comunicación extranjeros como la “rosa del desierto”, esos intentos desaparecieron desde el inicio de la revuelta en Siria, en la llamada “Primavera Árabe”. Aclara Wimmer:”En respuesta a la guerra civil provocada por la tensión social acumulada, el régimen volvió a la máxima violencia en lugar de la cooptación”.

En tales circunstancias, la revuelta social se volcó en una guerra en la que intervinieron potencias extranjeras en el campo de batalla, además de ocupación del grupo yihadista Estado Islámico (EI), lo que agravó aún más la situación siria.

Derivado de todo este maremágnum los kurdosirios, desde 2013, declararon un gobierno en el norte y el noreste de Siria, situación que aún se mantiene, mientras que los grupos rebeldes lograron, en la última década, hacerse de amplias áreas controladas previamente por Damasco. De 2018 a la fecha, Bachar al Asad logró recuperarlas con el apoyo de Moscú —que ha tomado parte en el conflicto desde el 30 de septiembre de 2015—, alianza que ha sido fundamental para recuperar esas poblaciones.

Mientras el tiempo transcurre, la Siria —que hace recordar la letra del danzón cantado por el inolvidable cubano Barbarito Diez:  “allá en la Siria hay una mora,/ que tiene los ojos tan lindos…!ay mora!”—, vive en la peor crisis económica de su historia, lo que le ha obligado a devaluar su moneda —la libra siria—, en un 44 por ciento, acorralada por la comunidad internacional tras las últimas sanciones: la “la ley César estadounidense”, que de nuevo tiene como objetivo a al Asad , y también a su mujer, Asma. Sanciones, por cierto, que podrían no servir para nada. Al respecto, Wimmen aclara: “la crisis puede aumentar la propensión del régimen a la represión violenta, ya que ese es el único medio que queda para contener el descontento”.

De hecho, la crisis en curso ya ha tenido un reflejo en las protestas que se iniciaron en el mes de junio pasado, en la ciudad de Al Sueida, en el sur del país, de mayoría drusa, en la que centenares de personas pidieron el fin de Bachar al Asad. Estas manifestaciones populares, de hecho, le recuerdan al mundo de lo que se trata en Siria. Es como volver al punto de partida al cerrar el círculo: volver a 2011. Hace nueve años, cuando se inició el conflicto.

 

Pese a todos los problemas que aquejan al país, el domingo 19 Siria celebró sus terceras elecciones legislativas desde que estalló la guerra en 2011. El ejercicio electoral, preparado para darle una mano de pintura democrática al sistema que “gobierna” desde hace medio siglo a esta desdichada nación, está destinado a confirmar, una vez más, la supremacía de los candidatos que propone el partido Baaz, los mismos que navegan en los mandos del gobierno de Bashar al Asad, aliados que “curiosamente” son objeto de sanciones por parte de las potencias occidentales. Este partido y el gobierno sirio son consustanciales, y gana las legislativas que se organizan cada cuatrienio para elegir a 250 diputados, cuando la mayoría de los opositores se encuentra en el exilio.

La agencia oficial de noticias  SANA informó que, pese a las circunstancias —la sombra de la pandemia del Covid-19 impidió una gran afluencia de votantes—, los votantes acudieron a los 7,277 colegios electorales abiertos, distribuidos desde Damasco hasta Alepo, y en las ciudades orientales de Hasaka y Deir Ezzor. En las boletas aparecían 1,656 candidatos (200 mujeres), entre los cuales se elegirían los 250 escaños de la Asamblea Popular siria.

Hussein Arnous, primer ministro en funciones tras la destitución de Imad Khamis (que cayó en medio de protestas económicas), declaró a pie de urna que “la de hoy (domingo 19 de julio), es una victoria política que se suma a las victorias militares” (sic). Precisamente, una de las tareas de los recién elegidos para el congreso sirio será elegir un nuevo ministro, en lugar del propio Arnous.

Otro encargo de la nueva legislatura será aprobar una nueva Constitución, que es uno de los principales proyectos impulsados por Rusia, por medio de la mesa tripartita de Astana —junto con Irán y Turquía—, que en teoría serviría para finalizar la crisis siria. Esta Carta Magna es objeto de debates entre el gobierno y la oposición , así como de la sociedad civil, en un proceso mediado por la ONU, que arrancó en octubre de 2019 y que aún no ha dado frutos. El objetivo es presentar el documento como prueba de que el conflicto se ha superado por medios políticos. Esta situación, así como su relevancia de cara las presidenciales de 2021 por la posible limitación constitucional de los mandatos, motivó que en esta ocasión quedaron excluidos de las listas incluso. Los candidatos de la oposición autorizados por Damasco, que si ha participado en otros procesos electorales.

Pese a que el gobierno hizo alarde de transparencia en el manejo de los comicios —hasta el momento de escribir este reportaje no se conocen los datos definitivos de los mismos—, la oposición en el exilio denunció desde que la familia al-Asad se hizo del poder hace medio siglo no se puede hablar de verdaderas elecciones, mucho menos de democracia. La opositora Coalición Nacional Siria, ha señalado que ésta ha sido “una elección teatral del régimen de al-Asad”, según la versión digital de Arab News del lunes 20 de julio. Otro líder la oposición, Obeida Nahhas, aseguró que las elecciones son una “descarada farsa” que se ha llevado a cabo durante 50 años. En declaraciones publicadas por este mismo servicio, Nahhas explicó: “La duración de la era de la dictadura y la tiranía han producido una situación que refleja la opinión de la mayoría popular. Ha vaciado las elecciones de su verdadero significado”.

Las elecciones se marcaron por la expansión de la Covid-19 en el país. Hasta el momento, con 25 fallecidos y 496 infectados en las zonas que controla el gobierno de Damasco. Una oleada descontrolada de contagios supondría todo un reto para el sistema sanitario de un país arruinado tras nueve años de una cruenta guerra civil. Tampoco la violencia ha desaparecido del escenario. En las pasadas 24 horas, murieron por lo menos siete personas y más de 60 resultaron heridas el domingo 19 en un atentado con coche bomba cerca del paso fronterizo de Bab el Salam, en la frontera con Turquía.

La renovación de la legislatura siria tiene lugar en medio de una de las peores crisis económica de la historia, acorralada por las sanciones de las potencias occidentales. La última acción ha sido la denominada “Ley César” de EUA, que tiene como blanco al presidente Bashar al Asad y a su esposa, Asma, así como a sus aliados internacionales que invierten en la reconstrucción del país devastando por nueve años de guerra, como Rusia e Irán. Poco antes de que entrara en vigor la Ley César, el mes de junio pasado, el Banco Central de Damasco anunció la devaluación de la moneda local en un 44 por ciento, en medio de la inflación disparada.

La ONU estima que un 83 por ciento de la sociedad siria vive bajo el umbral de la pobreza, con menos de 100 dólares al mes, y según el Programa Mundial de Alimentos, los productos de la canasta básica han subido hasta un 209 por ciento respecto al año pasado.

!Pobre Siria, donde vivía la mora “de los ojos más lindos, ay mora”!. VALE.