El esquizofrénico no puede amarse a sí mismo: son muchos rivales
Castelo

 

El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, está de gira por los Estados Unidos de Norteamérica, para muchos ha generado expectativa, sorpresa y crítica que  ahora haya permitido se le realizara la prueba de detección de Covid-19, porte cubrebocas y cumpla con los requerimientos estadounidenses para entrevistarse con su homólogo Donald Trump.

Lo que nos debería generar sorpresa es que en nuestro país al Presidente no le importe hacer lo mismo, no es solo el que allá lo haga, y acá no.

Es algo más profundo, para ello nos surgen varias interrogantes: ¿Por qué para salir del país se somete a cumplir las reglas sanitarias de los Estados Unidos de Norte America? y ¿Por qué en sus giras por el país no lo hace?

El Estado de Derecho podría ser una de las respuestas, el control que ejerce sería otra, pues en el país vecino no va en calidad de mandamás, allá va sometido al régimen de otro, al control de su homólogo con su país, el vecino y muchas otras partes del mundo.

Una democracia que verdaderamente funcione requiere instituciones sólidas, cultura ciudadana y responsabilidad social, un ambiente de cumplimiento de ese Estado de Derecho.

Tal vez el desprecio a las instituciones sea otra de las respuesta, pues aquí en el país puede decirse por sus seguidores que su fuerza moral es suficiente para no contagiarse y domar la pandemia.

Algo similar ocurre con Donald Trump y Jair Bolsonaro, que junto con López Obrador son los tres Presidentes que más han desdeñado a la pandemia, despreciando al coronavirus, privilegiando sus intereses electorales, de fondo han olvidado a sus pueblos.

Los ciudadanos debemos reflexionar que el Presidente es el mandatario, el mandante es el pueblo, cierto es que una mayoría de participantes en las elecciones lo eligió, pero una vez que asume el cargo, debe ser el Presidente de todos los mexicanos.

Desafortunadamente, esto no ha sido así, estamos viviendo confrontaciones y divisiones generadas por quien debería evitarlas. Si además sumamos el sufrimiento  por el desempleo, los problemas económicos, la inseguridad y  la crisis de  salud, tenemos escenarios muy adversos.

Los que son aprovechados para generar más medidas de control que pretenden imponer la visión de un gobierno que quiere perpetuarse en el poder.

De tal manera que ver a un Presidente cumplidor de las reglas sanitarias en Norte América, que habla con mayor claridad y rapidez frente a Trump, que sus acciones respecto al exterior sean distintas a lo que dice y hace en México, como el caso de los préstamos del Banco Mundial que aquí niega y recrimina a los anteriores gobiernos, refleja a un político que está haciendo lo necesario para imponer su plan, quedándose a pasos agigantados con el control del poder, a decir y hacer lo que le sirva con tal de ejecutar sus caprichos.

Por ello no debe sorprendernos ver las disparidades entre el López Obrador en México y en el extranjero.

Lo que nos debe sorprender son las disparidades entre el Estado de Derecho, las instituciones y la solidez de la democracia en nuestro país, donde nos encontramos en riesgo de retrocesos.

 

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